La destrucci¨®n de Europa
Los responsables del riesgo en que se halla hoy la unidad del continente no son los nacionalpopulistas, sino los errores que sus partidarios hemos cometido
EL PRIMER n¨²mero del renovado semanario italiano L¡¯Espresso trajo a su portada una investigaci¨®n ejemplar de Giovanni Tizian y Stefano Vergine en la que se destapaban negociaciones secretas entre Vlad¨ªmir Putin y Matteo Salvini destinadas a que Rusia financie con tres millones de euros la campa?a de las elecciones europeas de la Lega Nord, el partido de derecha antieurope¨ªsta m¨¢s en auge en Europa, liderado por el pol¨ªtico con mayor capacidad para comandar la internacional nacionalpopulista que parece extenderse imparable por el viejo continente. Al final de su texto, Tizian y Vergine denuncian una ¡°clamorosa paradoja¡±: ¡°Un partido nacionalista, financiado en su pr¨®xima campa?a electoral europea por una empresa estatal rusa¡±.
Se trata de una paradoja s¨®lo aparente. En pol¨ªtica internacional Putin es ahora mismo un actor gamberro, que intenta sembrar en otros pa¨ªses un caos propicio a sus intereses; tambi¨¦n es el principal enemigo de la Uni¨®n Europea, lo que explica su respaldo al Brexit o al separatismo catal¨¢n. La Rusia de Putin no representa sin embargo el ¨²nico peligro para la UE; tambi¨¦n lo representan los Estados Unidos de Trump, que prefieren una Europa d¨¦bil, dividida y manejable a una Europa compacta y capaz de hacerlos frente. Pero los principales enemigos de la UE no est¨¢n fuera, sino dentro, y su poder ha crecido tanto que no es exagerado afirmar que las elecciones del 26 de mayo son las m¨¢s importantes desde que la Uni¨®n se fund¨® porque en ellas se dirime el ser o no ser del proyecto pol¨ªtico m¨¢s ambicioso y necesario del siglo XXI, quiz¨¢ de la entera historia de Europa. Esta certeza ¡ªla de la bondad intr¨ªnseca del proyecto de la UE¡ª era aceptada a principios de siglo por la inmensa mayor¨ªa de los europeos, pero bast¨® la crisis de 2008, s¨®lo comparable en intensidad a la de 1929, para que algunos demagogos aprovecharan la desesperaci¨®n y el miedo de tanta gente para convencer a muchos de que lo mejor era olvidarse del sue?o europe¨ªsta y refugiarse de nuevo en las viejas e ilusorias certezas que, como el nacionalismo, llevaron tras la crisis de 1929 al segundo suicidio de Europa. Dicho esto, no nos enga?emos: los principales responsables del riesgo en que se halla hoy la Europa unida no son los nacionalpopulistas que quieren finiquitarla; ellos son la consecuencia, no la causa. La causa son los errores que los partidarios de la Europa unida hemos cometido. Empezando por el que constituye quiz¨¢ el error principal, del que se derivan todos los dem¨¢s. Me refiero al hecho de que el proyecto europeo haya sido sobre todo un proyecto elitista; desde el principio hasta hoy: fue una ¨¦lite la que, tras el apocalipsis de las dos guerras mundiales que devastaron Europa, tuvo la intuici¨®n visionaria de un continente donde gentes distintas, dotadas de culturas, lenguas y tradiciones distintas, que durante siglos y siglos se hab¨ªan entrematado en guerras bestiales, pudieran convivir pac¨ªficamente en una sola unidad pol¨ªtica. Y en este momento es s¨®lo una ¨¦lite, muy debilitada adem¨¢s por el rencor antielitista atizado por el nacionalpopulismo, la que acepta la evidencia flagrante de que s¨®lo una Europa unida ser¨¢ capaz de preservar la paz, la prosperidad y la democracia en nuestro continente, salv¨¢ndolo adem¨¢s de la irrelevancia mundial. Ese es tal vez el fondo del problema: que el proyecto de una Europa unida ha sido incapaz de dejar de ser un proyecto de las ¨¦lites para convertirse en un proyecto popular, cuya necesidad p¨²blica sea sentida por los ciudadanos con la misma urgencia con que sienten sus necesidades privadas, porque no es distinta de ellas.
?Y la soluci¨®n? Salta a la vista que no consiste en acabar con la UE, agu¨¢ndola o desarticul¨¢ndola como pretenden los nacionalpopulistas de dentro, sino en dotarla de toda la potencia que tanto temen con raz¨®n los nacionalpopulistas de fuera, para lo cual resulta indispensable convertirla en un Estado federal capaz de conciliar, en un experimento hist¨®rico sin precedentes, la unidad pol¨ªtica y econ¨®mica con la diversidad ling¨¹¨ªstica y cultural. Es el ¨¦xito o el fracaso de ese experimento lo que est¨¢ en juego el 26 de mayo.?
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