Econom¨ªa mutante
Las tecnol¨®gicas parecen dispuestas a tutelar lo que los usuarios consumen
La revoluci¨®n digital ha provocado terremotos empresariales de grandes dimensiones. El primero fue la fusi¨®n protagonizada por AOL y Time Warner en el a?o 2000, que un¨ªa al mayor proveedor mundial de acceso a Internet y a una potencia en la producci¨®n period¨ªstica, televisiva y cinematogr¨¢fica. Pese a que el conglomerado se divorci¨® nueve a?os m¨¢s tarde, su estrategia abri¨® el camino a otras compa?¨ªas. Siguiendo esa estela, hace pocos d¨ªas Disney formaliz¨® la compra de Twenty-First Century Fox para alimentar Disney?+, un servicio de streaming dise?ado para competir con Netflix, Amazon o HBO.
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Pocas empresas como las tecnol¨®gicas han diversificado de manera m¨¢s eficaz sus negocios para adaptarse a los tiempos y ofrecer nuevos servicios con los que atrapar la atenci¨®n (y el dinero) de los usuarios. En este nuevo tablero de juego, la ¨²ltima gran apuesta ha sido la mutaci¨®n de Apple, una marca dedicada a la fabricaci¨®n de ordenadores y tel¨¦fonos m¨®viles, que ahora se propone dar el salto al mundo de los servicios y los contenidos. No solo vende el soporte; tambi¨¦n quiere distribuir sus propias producciones (series de ficci¨®n o documentales) y lanzar una oferta de suscripci¨®n a noticias, con la colaboraci¨®n de grandes cabeceras de diarios y revistas, y de acceso a videojuegos. Un plan ambicioso cuya guinda es la puesta en circulaci¨®n de su tarjeta de cr¨¦dito propia de la mano de Goldman Sachs y MasterCard.
Con Apple TV?+, la plataforma de v¨ªdeo a la carta, la tecnol¨®gica aspira a dar un buen bocado a un sector, el del entretenimiento, que amenaza con poner patas arriba a la televisi¨®n convencional. Una de las marcas m¨¢s emblem¨¢ticas de la econom¨ªa digital ha descubierto que los contenidos son un fil¨®n y est¨¢ dispuesta a invertir generosos presupuestos. Apple quiere hacerse un hueco en este segmento y dispone de dinero para jugar a lo grande.
Para seguir creciendo, las grandes corporaciones se est¨¢n viendo obligadas a abrazar nuevas l¨ªneas de negocios al margen de su actividad principal. La diversificaci¨®n no es una t¨¦cnica empresarial nueva, pero los grupos tecnol¨®gicos la han desarrollado con m¨¢s intensidad y probabilidades de ¨¦xito que otros mercados. El mundo cambia y las empresas se reinventan, acometen procesos disruptivos y se adaptan a un nuevo entorno; desarrollan distintas l¨ªneas de producci¨®n para sumar oportunidades de crecimiento. Las tecnol¨®gicas y las telecos no se conforman con poner los medios para conectar a la gente o facilitar su comunicaci¨®n. Tienen lo m¨¢s importante, los datos, una palanca para canibalizar otros ¨¢mbitos, como el de los pr¨¦stamos personales online o los seguros. Y, sobre todo, parecen querer tutelar lo que los usuarios consumen. La multiplicidad de servicios choca a menudo con las reglas de competencia; este es un flanco que las autoridades tienen que vigilar. Ante el riesgo de que los contenidos made in USA colonicen tambi¨¦n los tel¨¦fonos, Europa necesita cortafuegos, como ha hecho en el ¨¢mbito audiovisual, para salvaguardar su industria y su cultura.
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