Representaciones gripadas
Hoy, el eco directo se presenta como la forma m¨¢s aut¨¦ntica de democracia, pero el eco es un fen¨®meno inaprensible, circular y solipsista
Lo contrario de la representaci¨®n no consiste en votar m¨¢s veces, sino la ausencia misma de la representaci¨®n. Y es esa dimensi¨®n, la representativa, la ra¨ªz de muchos problemas de fondo que afectan a nuestras democracias, siendo la situaci¨®n del parlamentarismo brit¨¢nico y del presidencialismo franc¨¦s dos de sus m¨¢s extraordinarias manifestaciones.
Veamos a Macron y sus chalecos amarillos, expresi¨®n de la ruptura del sistema de representaci¨®n por sus dos ejes, por arriba y desde abajo. El contraste responde a un id¨¦ntico problema: la incapacidad de los partidos y los actores intermedios para canalizar demandas y escuchar y describir las nuevas condiciones sociales. La consecuencia de este fracaso es conocida: la extensi¨®n de la verticalidad del monarca civil franc¨¦s, el autoungido presidente J¨²piter, mientras brota un movimiento social de expresi¨®n confusa y apariencia horizontal que el sistema no sabe c¨®mo digerir. Al tiempo que la revuelta de los invisibles saca punta a la verticalidad presidencial, el sistema yerra al articular una respuesta porque no identifica demandas concretas. Esta malaise es dif¨ªcil de narrar desde los medios, pero la vertebraci¨®n de los reclamos sociales resulta imposible, pues quien protesta niega toda forma de representaci¨®n. ?Qui¨¦nes son? ?A qui¨¦n se dirigen? ?Qu¨¦ les pasa? ?Qu¨¦ piden?
Al otro lado, en la cuna del parlamentarismo, Westminster no estaba tan dividido ¡°desde Cromwell¡±. Esta frase de un periodista de la BBC, evocadora de tiempos guerracivilistas, expresa cu¨¢n fragmentada est¨¢ la sede del consenso brit¨¢nico. May monta un caballo sin domar mientras transita al filo del despe?adero. Lo llamamos Brexit, quiz¨¢s el suceso m¨¢s abrupto de Occidente desde la ca¨ªda del Muro, algo que ha convertido la casa del acuerdo y la representaci¨®n en la fotograf¨ªa de la divisi¨®n social. La representaci¨®n no solo representa, tambi¨¦n amortigua emociones. Y, sin embargo, lo que retumba en la C¨¢mara es la vieja y t¨®xica acusaci¨®n de traidor a la patria. Antes que filtrarlas, Westminster proyecta vivamente y sin sonrojo las pasiones desatadas por el Brexit.
Las sociedades est¨¢n cada vez m¨¢s divididas, y si en el continente esto se traduce en una fragmentaci¨®n del sistema de partidos, en las islas la brecha se traslada al interior de los mismos. La gran paradoja es que la incapacidad de los intermediarios para funcionar como cajas de resonancia de la voz de los ausentes tiene efectos perversos. Hoy, el eco directo se presenta como la forma m¨¢s aut¨¦ntica de democracia, pero el eco es un fen¨®meno inaprensible, circular y solipsista. La lucha por la supuesta pureza democr¨¢tica viene cargada de incertidumbre cuando no de nuevos monstruos.
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