Lo que la campa?a esconde
Lo que est¨¢ en juego es la conformaci¨®n de un futuro que se presenta amenazador
Cuanto m¨¢s cambia el mundo tanto m¨¢s insiste la pol¨ªtica en seguir siendo la misma. Al menos en lo que hace a las campa?as o precampa?as electorales. Todo es un puro d¨¦j¨¤ vu. Pol¨ªticos vocingleros y pelotas con el ciudadano, que bajan de su anterior pedestal para mezclarse con el pueblo ¡ªen presencia de c¨¢maras, claro¡ª. Autodefinici¨®n a partir de la denigraci¨®n del adversario. Palabras entre incendiarias y vac¨ªas, m¨¢s pensadas para azuzar las emociones que para buscar el entendimiento. Pero, sobre todo, previsibilidad. El tan conocido ritual de los buscadores de votos no deja espacio a la sorpresa; sigue las mismas estrategias ensayadas una y otra vez.
Esta precampa?a, tan marcada ahora por una sobredosis de polarizaci¨®n, se ha visto sorprendida, sin embargo, por la salida a la luz del caso de eutanasia del matrimonio Hern¨¢ndez. Ha provocado reacciones inmediatas por parte de aquellos que se comprometieron a regularla, pero me temo que dentro de nada ser¨¢ engullido por otros temas y desaparecer¨¢ en el fragor de las consignas. No es mi intenci¨®n, desde luego, perseverar en el caso, salvo para tomarlo como ejemplo de aquello que nos perdemos detr¨¢s de tanta fanfarria. A saber, una detenida discusi¨®n de los grandes problemas sociales de naturaleza moral, pero tambi¨¦n de los m¨¢s econ¨®micos y sociol¨®gicos. Sobre todo de aquellos respecto de los cuales no cabe un mero s¨ª o no, o un claro a favor o en contra.
Lo caracter¨ªstico de nuestro tiempo es que los viejos tics ideol¨®gicos sirven de poco cara a la naturaleza dilem¨¢tica de las principales decisiones que hemos de adoptar ?ya mismo! Desde la reflexi¨®n sobre el cambio clim¨¢tico y las transformaciones tecnol¨®gicas sobre la econom¨ªa y el empleo, pasando por la demograf¨ªa y la inmigraci¨®n o la preservaci¨®n de nuestros valores ilustrados y la propia democracia, hasta la dificultad de abordar con el adecuado tino los graves problemas morales asociados a nuestro control del genoma o las posibilidades y consecuencias de prolongar artificialmente la vida humana. ?Qu¨¦ parte de la soluci¨®n pasa por Europa y cu¨¢l deber¨ªa competernos como Estado? ?C¨®mo puede hacerse la adecuada pedagog¨ªa para que sean resueltos mediante una deliberaci¨®n p¨²blica racional en vez de por la fuerza de los votos? Etc¨¦tera.
Es tan amplio el cat¨¢logo de cuestiones y tan apremiante la urgencia, que se hace dif¨ªcil adoptar una actitud estoica ante las llamadas a las divisiones identitarias, la hipersimplificaci¨®n de los mensajes, el ondear de banderas, los insultos cruzados. Porque habr¨¢ quien as¨ª consiga la victoria, lo que no sabremos es para qu¨¦.
Lo que est¨¢ en juego es la conformaci¨®n consciente y consensuada de un futuro que se presenta con rostro amenazador y para cuyos desaf¨ªos a¨²n no tenemos las respuestas. Me temo, adem¨¢s, que cuanto m¨¢s nos demoremos en actuar menos capacidad tendremos despu¨¦s para ofrecer las medidas correctas. Esta deber¨ªa ser la tarea de la pol¨ªtica, de una que merezca tal nombre, no de la que se ha perdido ya en la celebraci¨®n del enfrentamiento ritual y las luchas de poder.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.