Carn¨¦ de identidad
El desaf¨ªo y el orden ya solo hablan de naci¨®n, de ra¨ªz, de tierra
Los destinos de Pablo Casado y Albert Rivera han quedado unidos por esos caprichos de la asociaci¨®n mental. Para muchos electores resultaba dif¨ªcil distinguirlos, pero con el tiempo en lugar de alimentar las diferencias se han ido desarrollando las similitudes. La primera vez que result¨® arm¨®nica la sinton¨ªa entre ambos fue con el movimiento de la oposici¨®n venezolana al r¨¦gimen de Maduro y el ascenso de Juan Guaid¨® a la figura de presidente paralelo. Desde el primer instante se percibi¨® la dificultad del asunto, pero la estridencia en el modo de recibirlo dej¨® ver lo unitarias que eran las agendas personales de Casado y Rivera. Despreciada urbi et orbi la tercera v¨ªa que propon¨ªa el expresidente Zapatero como mediador sin causa, pasadas las semanas se impone la certeza de que salvo por las armas, toda transici¨®n de salida de un autoritarismo necesita m¨¢s prudencia en el exterior que en el interior de un pa¨ªs. Visto con distancia, Espa?a tuvo suerte de que en aquel instante, la presidencia y la canciller¨ªa externa no estuvieran en manos de Casado y Rivera. Semanas despu¨¦s, la carta del presidente mexicano expresando los deseos de acoger un acto de disculpa espa?ola por los excesos en tiempos de conquista ven¨ªa a evidenciar que, lejos de nuestro radar, se sigue percibiendo una particular actitud de espa?olidad como un recuerdo colonialista que no deber¨ªamos acrecentar con nuestras formas de comportarnos.
La prudencia es la m¨¢s secreta virtud de los buenos conductores. Pero en el caso de Casado y Rivera las urgencias electorales obligan a una conducci¨®n agresiva. Su ret¨®rica funcion¨® con ¨¦xito para alcanzar el Gobierno andaluz y muy posiblemente habr¨¢n de liderar la naci¨®n tras las pr¨®ximas elecciones. M¨¢s all¨¢ de los vaticinios, la causa catalana los hace brincar en las encuestas. Tampoco en ese asunto se percibe la m¨ªnima diferencia entre ambos. As¨ª tambi¨¦n el antiautonomismo de Ciudadanos qued¨® en sarampi¨®n juvenil en cuanto toc¨® hacer n¨²meros con los votos en Navarra. El concierto vasco no va a desafinar cuando ellos dirijan la orquesta. Quedar¨ªa la inmensa laguna de la lucha contra la corrupci¨®n pol¨ªtica, pero, hoy por hoy, en un ejercicio de ilusionismo que merece premio, han logrado que ese asunto no tenga ninguna importancia en la toma de decisi¨®n electoral. El elefante en el sal¨®n lleva sobre el lomo la estelada. Los domadores son aplaudidos a rabiar desde las gradas circulares de este circo nuestro. A ellos les sienta bien el frac, nacieron para jefes de pista.
En la ¨²ltima y preciosa novela de Patricio Pron, el personaje masculino concluye que para ¨¦l la identidad no es un punto de llegada, sino tan solo un punto de partida. Los que pensamos as¨ª somos minor¨ªa absoluta. En estas temporadas se lleva la identidad al frente. Es el fin de todas las cosas. La patria en los balcones. El desaf¨ªo y el orden ya solo hablan de naci¨®n, de ra¨ªz, de tierra. Amazon, Facebook y Google no eran la nueva frontera, tan solo son negocios monopol¨ªsticos y la gente necesita un hogar, un nido. Es imposible resistirse, no es solo un desorden nuestro, viene galopando desde Italia, Centroeuropa, Estados Unidos, India, Rusia. Para Casado y Rivera la identidad lo explica todo. Quiz¨¢ por eso se han convertido en id¨¦nticos entre ellos. El pegamento no duele al posarse sobre la piel, cuando duele es cuando lo tratas de despegar.
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