Mejor un negligente con ideas que un diligente sin reparos
No seamos duros con los negligentes. En primer lugar porque todos los somos, y a continuaci¨®n porque la negligencia tambi¨¦n ha salvado el mundo
En la vida ocurren accidentes normalmente por dos causas: por pura mala suerte o por pura negligencia humana. El problema viene cuando tratamos de hacer pasar la segunda por la primera. O, peor, cuando somos diligentes pero en la direcci¨®n equivocada.
Contaban el lunes en la secci¨®n de Internacional Rafa de Miguel, desde Londres, y Bernardo de Miguel, desde Bruselas ¡ªni son hermanos ni el padre de ninguno de los dos se llama Miguel¡ª, que en la UE hab¨ªan saltado las alarmas ante el riesgo inesperado de un Brexit ¡°por accidente¡±. Para hacerlo simple: que una serie de decisiones equivocadas o atolondradas desencadenaran un mecanismo imposible de frenar pero con consecuencias nefastas.
Eso, por ejemplo, es exactamente lo que ocurri¨® en Europa hace poco m¨¢s de 100 a?os. Todav¨ªa nadie se explica c¨®mo pero todos los mecanismos de seguridad, todas las garant¨ªas, todos los ¡°eso no puede pasar aqu¨ª¡± saltaron por los aires y diez millones de soldados murieron combatiendo en el frente en una guerra que cambi¨® mucho m¨¢s que el mapa pero que en los libros de texto se ventila de un plumazo. Lo cuenta Christopher Clark en Los son¨¢mbulos. Simplemente la maquinaria de la guerra se puso en marcha, los hombres no creyeron que pudieran pararla y fueron completamente diligentes al aplicarla. Lo malo es que no se activ¨® sola como el Skynet de Terminator. La encendieron entre todos y luego, ante la carnicer¨ªa, vino el ¡°vaya, tambi¨¦n es mala suerte¡±.
No seamos duros con los negligentes. En primer lugar porque todos lo somos, y a continuaci¨®n porque la negligencia tambi¨¦n ha salvado el mundo. Titulaba este peri¨®dico el 12 de junio de 1983 La guerra nuclear por error es casi imposible. Bueno, pues el 26 de septiembre del mismo a?o el centro de mando de sat¨¦lites de alerta temprana de la URSS detect¨® un misil bal¨ªstico estadounidense en vuelo hacia Mosc¨². Y luego otro y luego otro y luego otro. El oficial al mando decidi¨® no ser diligente. Se trat¨® de un error del sistema. La negligencia del militar sovi¨¦tico salv¨® al mundo de un guerra nuclear (y, lo m¨¢s importante, le dio la raz¨®n al titular de EL PA?S).
La moraleja es que es mejor un negligente con las ideas claras que un diligente que no asume la culpa de nada. Y, claro, para este todo pasa ¡°por accidente¡±.
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