Boko Haram: cinco a?os sin las chicas de Chibok
Persiste el dolor y la duda sobre el paradero de 112 de las 200 adolescentes secuestradas el 14 de abril de 2014 en un internado del noreste de Nigeria por los yihadistas de Boko Haram. Las familias exigen acciones al Gobierno
Cinco a?os despu¨¦s del secuestro de m¨¢s de 200 adolescentes en un internado en Chibok, en el noreste de Nigeria, a manos de los yihadistas de Boko Haram; todav¨ªa hoy persiste la duda sobre el bienestar y paradero de 112 de las chicas, as¨ª como el dolor de sus familias.
"No ha sido f¨¢cil. No hablamos de cinco meses, de cinco semanas o de cinco d¨ªas. Hablamos de cinco a?os", recuerda Miriam (nombre ficticio), una de las madres de "las ni?as de Chibok"; las 276 menores nigerianas secuestradas el 14 de abril de 2014 en Chibok, un suceso cuya repulsa dio la vuelta al mundo.
En un principio, pocos se creyeron la noticia, pensando que era una estratagema electoral de cara a las elecciones presidenciales de 2015, pero todo cambi¨® cuando el grupo yihadista Boko Haram, hasta entonces desconocido fuera de Nigeria, public¨® un v¨ªdeo en el que aparec¨ªan las adolescentes.
A partir de ah¨ª, figuras internacionales como la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y celebridades de Hollywood arroparon en las redes sociales una campa?a que se volvi¨® viral bajo el lema BringBackOurGirls ("Devolvednos a nuestras chicas"). El suceso hab¨ªa puesto, a ojos de Occidente, a Boko Haram en el mapa.
Del total de 276 ni?as, despu¨¦s de que 56 lograran escapar y m¨¢s de 100 fueran liberadas en intercambios de prisioneros, se cree que al menos 112 siguen en manos de los insurgentes, en un ambiente que cinco a?os despu¨¦s se balancea entre el ahogo recriminatorio de sus familiares y el silencio sepulcral del Gobierno nigeriano.
M¨¢s de dos millones de desplazados?
"Boko Haram ha sido t¨¦cnicamente derrotado", se adelant¨® a anunciar el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, en diciembre de 2015, cuando los terroristas perdieron parte del territorio que ocupaban en el nororiental estado de Borno, del tama?o de B¨¦lgica, y se vieron obligados a retomar la t¨¢ctica de guerra de guerrillas; con incursiones espor¨¢dicas y ataques bomba en mercados y mezquitas.
Ataques que a¨²n hoy ponen en jaque a las Fuerzas de Seguridad y a los Servicios de Inteligencia del pa¨ªs, incapaces de sofocar una amenaza yihadista muy palpable cuya estela en una d¨¦cada se traduce en m¨¢s de 20.000 muertos, 7 millones de personas dependientes de ayuda humanitaria y al menos 2,4 millones de desplazados internos, seg¨²n cifras de diversas oeneg¨¦s.
"La gente no regresa a sus casas porque no son zonas seguras. Padecemos ataques cada semana, por lo que es muy dif¨ªcil convencer a las personas de que la guerra se ha ganado", explica a EFE Nifemi Onifade, portavoz de la organizaci¨®n Bring Back Our Girls (BBOG).
"?Qu¨¦ significa exactamente (que Boko Haram ha sido) 't¨¦cnicamente derrotado'? Son demasiadas supuestas derrotas, ?cu¨¢ndo va a llegar la definitiva?", recrimina Onifade a las autoridades. "El final de esta guerra todav¨ªa est¨¢ lejos, es lo ¨²nico seguro", augura.
En muchos municipios del noreste, circular por carretera significa ir escoltado por el Ej¨¦rcito; muchas escuelas permanecen cerradas tras haber sido atacadas por los insurgentes; los agricultores no pueden cultivar sus tierras y pocos se atreven a congregarse en los mercados, foco habitual de atentados suicidas.
"Obviamente, el noreste (de Nigeria) es una herida gigante y sangrante de una cat¨¢strofe humanitaria que rivaliza con las de Yemen o Siria. No creo que la mayor¨ªa de la gente de Occidente sea consciente de su magnitud", explica la especialista en g¨¦nero y conflicto armado del International Crisis Group, Azadeh Moaveni.
Para la mayor¨ªa de nigerianos, Chibok es tan solo el reflejo de muchas otras localidades del noreste de Nigeria atormentadas por Boko Haram y sus mutaciones, despu¨¦s de que en 2015 su l¨ªder, Abubakar Shekau, jurase lealtad al Estado Isl¨¢mico (EI) y renombrara el grupo Estado Isl¨¢mico en la Provincia de ?frica Occidental (ISWAP, por sus siglas en ingl¨¦s).
Solo para que un a?o m¨¢s tarde, el propio EI eligiera a Abu Musab al Barnawi como l¨ªder de esta nueva facci¨®n, quedando una vez m¨¢s Shekau relegado al frente de Boko Haram (que significa "la educaci¨®n occidental es pecado" en lengua hausa).
El 19 de febrero de 2018, Boko Haram volvi¨® a ocupar titulares tras secuestrar a 110 adolescentes de una escuela femenina en Dapchi (noreste) de las que cinco murieron; y entre septiembre y octubre, ISWAP ejecut¨® a sangre fr¨ªa a dos matronas del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR).
M¨¢s all¨¢ de una lucha militar
Para muchos analistas, el fin de esta guerra, con m¨¢s de un centenar de ataques anuales, incluidos atentados con bomba cometidos por ni?os y mujeres, solo se producir¨¢ cuando Nigeria implemente, adem¨¢s de una respuesta militar, medidas pol¨ªticas y econ¨®micas capaces de paliar la situaci¨®n desesperada del norte.
"Diez a?os de guerra son demasiados solo para derrotar a Boko Haram. Buhari no est¨¢ combatiendo a Boko Haram, si no a estas alturas ya estar¨ªa derrotado y las chicas estar¨ªan de vuelta", lamenta Miriam, quien reclama que el Gobierno tampoco les mantiene informados de los progresos o retrocesos en esta lucha.
El elevado desempleo juvenil, la corrupci¨®n y, especialmente entre las mujeres el matrimonio precoz y el analfabetismo, incitan a muchos a sumarse a estos grupos subversivos, donde al menos tendr¨¢n siempre algo que llevarse a la boca, gracias al pillaje, y sus hijos recibir¨¢n una educaci¨®n isl¨¢mica.
"El hecho de que algunas mujeres que abandonaron Boko Haram realmente quieran regresar al grupo, pues encontraron entre ellos m¨¢s independencia e incluso seguridad, proporciona una peque?a idea de cu¨¢n desfavorecida, dura e inaceptable es la vida de las personas del noreste", comenta Moaveni.
Sea cual sea la f¨®rmula necesaria, para los padres que llevan ya cinco a?os sin ver, abrazar ni saber nada de sus hijas, la llegada de un nuevo d¨ªa lejos de ellas solo significa que sus vidas siguen en peligro; conscientes de que muchas son obligadas a casarse con los terroristas, tener hijos e incluso, perpetrar atentados.
"Mi hija me cuidaba y cuidaba del resto de la familia", recuerda Miriam, quien a?ade dubitativa que el pr¨®ximo mes de junio cumplir¨ªa 21 a?os. "Echo de menos todo de ella", sintetiza, sin renunciar por un segundo a la esperanza de volver a verla con vida.
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