Abono fertilizante
Las campa?as, y m¨¢s si el resultado es incierto, provocan un efecto laxante en las democracias. Porque el todos contra todos agita las tripas de la bestia y suelta su hez
La entrega de Julian Assange para enfrentarlo a su proceso de extradici¨®n confirm¨® una teor¨ªa fatalista sobre la resistencia. Enfrentarse a un poder estatal provoca siempre dos consecuencias. La primera es que te conviertan en aliado otros poderes estatales cuyo ¨²nico inter¨¦s es minar al rival. As¨ª pasas a ser antisistema al servicio de otro sistema igual de perverso. Esto le ha ocurrido a Assange, cuya utilidad puntual para Trump, Putin o Correa ya ha sido amortizada. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos, pero solo por un rato, parece decir este refr¨¢n de uso cotidiano en despachos de mando. La segunda consecuencia es que de un enfrentamiento a las bravas casi siempre se sale magullado en el estado mental. A juzgar por su aspecto al ser desahuciado del cuarto de invitados de la Embajada de Ecuador en Londres podemos estar ante otro episodio de derrota por agotamiento nervioso. Los tiempos heroicos del conde de Montecristo ya quedaron atr¨¢s. Hoy, la ¨¦pica compite contra la desmitificaci¨®n grosera de la red social. Nada desgasta m¨¢s que la visibilidad.
Las pel¨ªculas sobre Assange fueron precipitadas. Es el problema b¨¢sico del biopic contempor¨¢neo. No responde a la fragua lenta de un proceso de inmortalidad, sino a la explotaci¨®n comercial de todo rasgo chocante. Hasta los santos se elevan hoy a los altares sin escrutinio serio, y si el Vaticano tiene problemas para competir con Lady Gaga, imag¨ªnense los que carecen de organizaci¨®n potente detr¨¢s. Assange quiso restregar por las paredes de ciertos Estados los excrementos de su cloaca de intereses y apa?os criminales. En Estados Unidos se negaron a perseguir esos cr¨ªmenes de guerra, sino que optaron por cazar al mensajero. Y Assange acab¨® restregando sus propias heces por las paredes del cuarto de su reclusi¨®n, si damos cr¨¦dito a las interesadas versiones de su encierro que comienzan a circular. El azar ha querido que su detenci¨®n coincidiera con el comienzo oficial de la campa?a electoral espa?ola. A mucha gente la campa?a electoral le perturba, porque se siente algo violentado por los discursos de exclusi¨®n, miedo y f¨¢bula. Pero, en realidad, las campa?as, y m¨¢s si el resultado es incierto, provocan un efecto laxante en las democracias. Porque el todos contra todos agita las tripas de la bestia y suelta su hez.
Resulta esclarecedor conocer detalles sobre el funcionamiento de esa rama policial destinada a fabricar falsas noticias de uso urgente. Desde despachos gubernamentales hasta las redacciones de medios instrumentalizados para la destrucci¨®n del rival pol¨ªtico se pon¨ªa a funcionar un sistema digestivo cuya ¨²nica finalidad era restregar excrementos por las reputaciones ajenas. Ninguna mancha se quita del todo, as¨ª que los culpables de inventar cuentas ficticias en para¨ªsos fiscales y difundir chascarrillos zafios proferidos en comunicaciones privadas saben que han cumplido su misi¨®n. La nuestra consistir¨ªa en someterlos a los tribunales y desplumar hasta el ¨²ltimo responsable en esta quiebra de derechos b¨¢sicos. El error ser¨ªa cargar contra todo, como quieren los oportunistas del desastre, o dejar que te vuelvan loco. La verdadera resistencia es fin¨ªsima, casi ¨ªntima, est¨¢ re?ida con la megaloman¨ªa. El apocalipsis no llega jam¨¢s, pero se traga por el camino a los apocal¨ªpticos, que estaban deseando tener raz¨®n. Sucede a menudo con los que consideran idiotas a todos los dem¨¢s, ofrecen as¨ª el primer rasgo evidente de su idiotez. No todo el mundo es corrupto, vayamos por ellos.
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