Elecciones in¨²tiles
No se puede llevar a los ciudadanos a las urnas a ciegas. Para poder negociar tras conocerse los resultados electorales, es necesario saber qu¨¦ mandato ha recibido cada uno de los candidatos
La democracia, como cualquier sistema pol¨ªtico, solo tiene sentido en la medida en que sirve para mejorar la vida de las personas. Su ¨¦xito indudable en las ¨²ltimas d¨¦cadas, las mejores en la historia de la humanidad, hizo pensar en su inevitable y universal implantaci¨®n ya que ning¨²n otro modelo pod¨ªa competir con la democracia en su capacidad para generar prosperidad y libertad.
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Desafortunadamente, no ha sido as¨ª. Por un lado, han surgido enemigos internos ¡ªcorrupci¨®n, abusos de poder, deterioro del liderazgo, degradaci¨®n de los valores¡ª que han generado frustraci¨®n entre los ciudadanos. Al mismo tiempo, han aparecido o se han fortalecido otros sistemas pol¨ªticos ¡ªChina, Rusia, Turqu¨ªa, Hungr¨ªa¡ª que parecen m¨¢s eficaces en la b¨²squeda de la estabilidad y el orden que cualquier sociedad necesita para progresar.
Todos esos sistemas celebran elecciones peri¨®dicamente. La diferencia es que, mientras que en los modelos autoritarios las elecciones son controladas, manipuladas y, si es preciso, ama?adas, en las democracias las elecciones son libres y de ellas surgen, sin enga?o, los encargados de gobernar el pa¨ªs durante unos a?os. Votar en libertad es una de las mayores grandezas de la democracia, su componente m¨¢s extraordinario. No el ¨²nico necesario para su desarrollo, pero s¨ª el m¨¢s definitorio. Precisamente por eso es tan importante dar sentido a las elecciones. Votamos porque de esa manera decidimos. Porque de esa manera gobiernan los que nosotros queremos y como nosotros queremos. Si este instrumento se deval¨²a, bien porque las elecciones no permiten formar un Gobierno o porque ese Gobierno no refleja la voluntad de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, la democracia incumple con una de sus principales funciones y crece la atracci¨®n por los modelos m¨¢s eficaces, m¨¢s directos, m¨¢s sencillos.
Es importante tener en cuenta todo esto a pocos d¨ªas de unas nuevas elecciones generales en Espa?a. Ser¨¢n las terceras en menos de tres a?os. Incluso hubieran debido celebrarse antes de no ser por el c¨¢lculo oportunista de quien deb¨ªa convocarlas. Ninguna de las dos anteriores sirvi¨® para poner en marcha una adecuada gesti¨®n de gobierno. Para que estas sean, por fin, ¨²tiles, ser¨ªa recomendable que quienes quieren gobernar el pa¨ªs le dijeran previamente hacia d¨®nde quieren conducirlo, c¨®mo y con qui¨¦n piensan hacerlo. La meta del 28 de abril no deber¨ªa de ser ganar, sino gobernar, que es el prop¨®sito de las elecciones en una democracia, y gobernar de la forma que previamente los candidatos han explicado a los ciudadanos. Las elecciones en un sistema democr¨¢tico son un combate de ideas, no de ambiciones personales.
Solo se valora la capacidad de ganar. La gesti¨®n de gobierno ya se ir¨¢ improvisando seg¨²n lo que marquen las encuestas
En EE?UU tambi¨¦n huele ya a elecciones. Las ¨²ltimas las gan¨® un hombre sin m¨¢s ideolog¨ªa que la injustificada pero desbordante fe en s¨ª mismo. Su ca¨®tica gesti¨®n, su falta de escr¨²pulos y de ¨¦tica han arrastrado a la oposici¨®n dem¨®crata a un estado de ansiedad en el que resulta muy dif¨ªcil tomar las decisiones correctas. Toda la discusi¨®n est¨¢ centrada en c¨®mo echar a Trump, de cualquier forma, lo antes posible, pero nadie ha dicho todav¨ªa cu¨¢l es el mejor proyecto para gobernar el pa¨ªs.
La mayor parte de los sectores ilustrados del pa¨ªs comparten esa ansiedad porque, francamente, resulta aterrador pensar en cuatro a?os m¨¢s con este presidente. Pero el problema es que otros sectores no tan ilustrados no tienen ese sentimiento de alarma ni ven necesario, mientras la econom¨ªa resista, relevar a Trump a menos que se les proponga algo mejor.
Sin una oferta convincente, el Partido Dem¨®crata puede perder las pr¨®ximas elecciones y EE?UU puede adentrarse en un periodo inquietante con un futuro incierto. Si una primera victoria de Trump fue la prueba de la crisis del sistema, una segunda confirmar¨ªa que la crisis se agudiza.
Obviamente, la situaci¨®n es muy diferente en Espa?a, pero el debate honesto de ideas es igualmente necesario si no se quiere que el 28 de abril genere a¨²n m¨¢s angustia, divisi¨®n y fracaso. La campa?a, hasta ahora, ha carecido de ese debate. Solo la Junta Electoral ha evitado que el ¨²nico que se ver¨¢ en televisi¨®n agrande el protagonismo de Vox. como quer¨ªa el presidente del Gobierno. A lo largo de la campa?a, los expertos han recomendado a los candidatos mantener silencio: las encuestas, al parecer, castigan al que habla.
?Qu¨¦ Espa?a vislumbran los candidatos para la pr¨®xima d¨¦cada? ?C¨®mo van a construirla? ?Con qui¨¦n? Se menciona como un dato significativo que el primer favorito a la victoria, el PSOE, podr¨ªa pactar igual con Podemos que con Ciudadanos. ?C¨®mo es posible eso? ?Se puede poner en marcha el mismo proyecto pol¨ªtico con Podemos que con Ciudadanos? Si el PSOE sabe lo que quiere hacer, deber¨ªa saber ya si puede hacerlo con Podemos ¡ªuna formaci¨®n de extrema izquierda que pide un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en Catalu?a y otro sobre la Monarqu¨ªa¡ª o con Ciudadanos ¡ªuna fuerza de centro que propone redise?ar el Estado de las autonom¨ªas¡ª.
Teniendo en cuenta que la pol¨ªtica de alianzas ser¨¢ determinante tras el d¨ªa 28, todos los partidos deber¨ªan dejar clara su posici¨®n al respecto. ?Cabe alg¨²n tipo de pacto con los independentistas catalanes y con Bildu? ?Se puede pactar con la extrema derecha? ?Y con la extrema izquierda? ?Cu¨¢l es el proyecto pol¨ªtico de los conservadores y en qu¨¦ puede ayudar una fuerza ultranacionalista y racista para la consumaci¨®n de ese proyecto?
Es importante la implicaci¨®n de los ciudadanos, exigiendo respuestas y penalizando a los farsantes
Desde los medios hemos contribuido mucho a que los pol¨ªticos puedan evadir esas preguntas. Se ha desvalorizado la verdad, se da por hecho que en las campa?as se miente y que est¨¢ bien hacerlo. No ya que se prometan m¨¢s puestos de trabajo que los que se acaban consiguiendo, sino que se falsea por completo el proyecto pol¨ªtico o simplemente se carece de ¨¦l. Se ha considerado una virtud el enga?o, el regate en corto, la maniobra dilatoria, el ocultamiento de la realidad. Se elogia la presunta audacia y modernidad de quienes manipulan las redes sociales con mentiras o verdades a medias. Se valora ¨²nicamente la capacidad de ganar, entendiendo que ganar es la mejor forma de volver a ganar despu¨¦s. La gesti¨®n de gobierno entre victoria y victoria es lo de menos, ya se ir¨¢ improvisando conforme vayan marcando las encuestas.
Esto no significa que los pol¨ªticos no deban tener margen para la negociaci¨®n despu¨¦s de las elecciones. Desde luego que s¨ª. Pero no se puede llevar a los ciudadanos a las urnas a ciegas. Para poder negociar tras conocerse los resultados, es necesario saber qu¨¦ mandato ha recibido cada uno de los candidatos en las urnas.
Este no es un problema nuevo. El deterioro de la pr¨¢ctica pol¨ªtica, la renuncia de los ciudadanos a su responsabilidad en la defensa de la democracia vienen ocurriendo desde hace tiempo. Y en muchos pa¨ªses. En ¨¦pocas de bonanza esos problemas se atenuaban o ignoraban. El bipartidismo ven¨ªa actuando como un instrumento de equilibrio que permit¨ªa oxigenar el sistema cada cierto tiempo. Los dos grandes partidos compart¨ªan el inter¨¦s de no embarrar demasiado el campo en el que un d¨ªa u otro volver¨ªan a jugar. Los electores pod¨ªan, m¨¢s o menos, desentenderse entre elecci¨®n y elecci¨®n.
Pero esa no es hoy la situaci¨®n. La democracia ha generado fuerzas que buscan su destrucci¨®n. Los partidos que antes atacaban al sistema desde afuera, han comprobado (en Espa?a, en Italia, en Brasil, antes en Venezuela) que es m¨¢s rentable atacarlo desde dentro, respetando aparentemente sus reglas.
Por eso es tan importante hoy la implicaci¨®n de los ciudadanos, sobre todo en el momento de las elecciones, exigiendo respuestas, desenmascarando a los impostores, penalizando a los farsantes. Y por eso es importante que las elecciones, ese instrumento exclusivo y poderoso de las democracias, no terminen por ser in¨²tiles y haciendo in¨²til el sistema.
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