Desde la silla de ruedas
Los testimonios de algunos agentes explican que se llenaron los colegios electorales de ni?os y ancianos para evitar que la polic¨ªa impidiera el refer¨¦ndum
Los viejos irrumpieron ayer, con estr¨¦pito, en la sala de vistas principal del Tribunal Supremo.
¡°Me impact¨® la gente mayor, una persona mayor en silla de ruedas, en primera fila, al lado de la valla¡±, encabezando el cord¨®n humano que obstru¨ªa el acceso a la sala de votaciones de la Escola Oficial d'Idiomes leridana.
Es el testimonio sobre el 1-O que brind¨® ayer el agente de la Polic¨ªa Nacional 94670.
Un sudor fr¨ªo recorri¨® la espalda de quienes saben qu¨¦ significa una silla de ruedas. No s¨®lo es un certificado con ruedas de vulnerabilidad. Y un trasto de vida simple, pero genial.
Es tambi¨¦n una Weltanschauung, una visi¨®n del mundo. Desde ah¨ª se distinguen las sociedades solidarias y las ego¨ªstas. Las ciudades de raigambre socialdem¨®crata que facilitan el acceso f¨ªsico universal al tren o al bus de las neoliberales, hoscas, inalcanzables. La pe?a sol¨ªcita, de la gente g¨¦lida.
Una silla de ruedas es un fr¨¢gil catalejo. Llevarla, o acceder a llevarla ¡ªocupada¡ª a una situaci¨®n de posible ruptura, a un cruce sin se?alizar o a una manifestaci¨®n de alto riesgo no tiene nombre.
Ojal¨¢ en las pruebas gr¨¢ficas alguien desmienta al agente, no sea que desesperemos m¨¢s del g¨¦nero humano, incluido el subg¨¦nero catal¨¢n, que es el de quien esto escribe.
Y de paso, que desmientan a la docena de testimonios que coincidieron en eso, y en la presencia sist¨¦mica de ni?os. La pauta era habitual, relat¨® el agente 102764: ¡°Pon¨ªan a ni?os y gente de avanzada edad en primera l¨ªnea, luego, en las siguientes iban adolescentes con bragas [en la cabeza, semicapuchas] que eran quienes aprovechaban [la protecci¨®n infantil] para darnos¡± patadas y dem¨¢s.
¡°No me pareci¨® l¨®gico ver a un hombre con el ni?o a hombros¡±, dijo 76766. ¡°Aqu¨ª hay personas mayores, ayudadnos, pedimos a los Mossos¡± a?adi¨® 710004. ¡°Hab¨ªa ancianos, a muchos los acompa?amos como si fueran nuestros familiares¡±, sentenci¨® 95106.
Los padres de esas criaturas, y los responsables de los discapacitados, solo tendr¨ªan una (estrecha) escapatoria moral: si cre¨ªan a pies juntillas que no habr¨ªa jaleo.
Entonces la culpa pol¨ªtica recaer¨ªa en solitario en el president y sus adl¨¢teres advertidos del riesgo. ?Y la responsabilidad jur¨ªdica?
?Acaso no rige aqu¨ª la Convenci¨®n de Derechos del Ni?o, de NN UU (20/11/1989), que obliga a las autoridades a ¡°asegurar al ni?o la protecci¨®n y el cuidado¡± necesarios y tomar para ello ¡°todas las medidas administrativas adecuadas¡± (art¨ªculo 3)? Pues claro que rige.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.