?No pasar¨¢n?
Me espanta observar c¨®mo el estilo agresivo, falt¨®n, arrogante, despreciativo es el que hoy se celebra
Cuando se enfrentaron Trump y Clinton en la campa?a de 2106 hubo un c¨¦lebre debate en el que se traspas¨® la peligrosa barrera de la groser¨ªa. Trump zascandileaba a espaldas de Hillary cuando ¨¦sta tomaba la palabra; en uno de estos paseos payasescos, m¨¢s propios de su reality show que de un debate pol¨ªtico, Trump exclam¨®, ¡°?qu¨¦ se?ora tan desagradable!¡±. Disgusting, el adjetivo que emple¨®, tiene un recorrido amplio, entre aborrecible y repulsiva. Una vez que los resultados de las elecciones mostraron que no s¨®lo no se castig¨® su zafiedad sino que result¨® premiado, deber¨ªamos estar avisados de que de un ambiente descalificatorio y bronco no se sale f¨¢cilmente. Dejarse caer por la rampa de la vulgaridad puede resultar tentador, incluso estimulante, pero tiene consecuencias negras para la convivencia de los ciudadanos que luego esperas gobernar. Dice la Uni¨®n Europea que teme por la futura estabilidad de Espa?a tras unos resultados demasiado ajustados entre los bloques. ?Somos los espa?oles ingobernables? No lo creo, dadas las barbaridades que sueltan por su boca los pol¨ªticos en campa?a, yo dir¨ªa que la mayor¨ªa contemplamos la jugada con una deportividad pasmosa, y que los que est¨¢n absolutamente desmadrados y con ansias de destrozarse son ellos.
Aunque aliviados los votantes por la providencial Semana Santa, que entrega a unos a la fe procesionaria y a otros al sagrado solaz, el m¨®vil nos sigue soltando balas, m¨¢s que perlas, de lo que por esos m¨ªtines de Dios se va gritando. La pregunta que nos asalta a algunos observando el nivel es si, de vuelta a casa, vamos a reunir suficiente ¨¢nimo como para enfrentar los debates u optaremos por seguir viviendo en este casi limbo informativo vacacional.
Se viene acusando a la izquierda de hacer uso del pasado a beneficio del presente, con ese poquito de burla que a veces se dedica al dolor de los que no pudieron enterrar a sus muertos. Por eso sorprende que habiendo sostenido con firmeza que Franco y su dictadura deber¨ªan desaparecer del debate pol¨ªtico, se haga uso con inusitada frecuencia de un lenguaje guerracivilesco. Casado, por ejemplo, que cuando considera que se ha topado con un hallazgo verbal lo repite como sorprendido de su propio ingenio, suele nombrar al ¡°Frente Popular¡± para referirse al posible Gobierno de coalici¨®n liderado por S¨¢nchez. Sin decirlo a las claras, responsabiliza al hist¨®rico Frente Popular de liarla parda y advierte del parecido entre una situaci¨®n y otra. Es desasosegante. De igual manera, al presidente de su partido en Catalu?a, Alejandro Fern¨¢ndez, no le tembl¨® la voz cuando aludi¨® al m¨ªtico ¡°No pasar¨¢n¡± que animaba al pueblo de Madrid en su defensa de la ciudad sitiada por las tropas de Franco. Mitineaba Fern¨¢ndez recordando aquellos tiempos: ¡°Empezaron a cantar ¡®No pasar¨¢n¡¯. Y vaya si pasamos. Y volveremos a pasar: esa es la libertad¡±. Yo me pregunto, ?fue consciente de lo que dec¨ªa o se trat¨® de un acto fallido? Porque resulta il¨®gico andar quej¨¢ndose del abuso de las palabras fascista o franquista, ciertamente abaratadas en el combate pol¨ªtico, y luego recurrir sin pudor a una victoria franquista, glosada por Celia G¨¢mez tras la guerra, para describir un posible futuro triunfo en unas elecciones democr¨¢ticas: ¡°Ya hemos pasao, decimos los facciosos/ ya hemos pasao, gritamos los rebeldes¡±. No estar¨ªa de m¨¢s recurrir a ejemplos m¨¢s democr¨¢ticos.
Me espanta observar c¨®mo el estilo agresivo, antip¨¢tico, falt¨®n, arrogante, despreciativo es el que hoy se celebra. ?Cu¨¢nto tiempo hace falta para que esas maneras burlescas y revanchistas se nos contagien? ?O estamos ya en ello?
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