Fara¨®n hasta 2030
La reforma parlamentaria de Egipto permitir¨¢ alargar los per¨ªodos presidenciales a seis a?os
Abdelfat¨¢ al Sisi, exmariscal de campo y dictador de Egipto desde 2013, no quer¨ªa abandonar el poder en 2022. As¨ª lo determinaba la maltrecha Constituci¨®n de su pa¨ªs con el l¨ªmite de dos mandatos de cuatro a?os que hab¨ªa sobrevivido a la monta?a de ilegalidades y corrupciones impuesta por el golpe de Estado del 3 de julio de 2013. El Parlamento, representativo solo de la arbitrariedad del poder, ha dispuesto ya la reforma que permitir¨¢ alargar los per¨ªodos presidenciales a seis a?os y, en el caso del actual presidente, prorrogarle el segundo de cuatro a?os en dos m¨¢s y a?adir todav¨ªa los seis de un tercero hasta 2030.
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Es toda una iron¨ªa que Egipto consolide la vieja y fea costumbre de unas presidencias militares que empiezan como limitadas y se instalan como vitalicias justo en el momento en que dos pa¨ªses como Argelia y Sud¨¢n protagonizan pac¨ªficos levantamientos populares en favor de la devoluci¨®n del poder de los militares a los civiles. M¨¢s a¨²n cuando el ¨²nico presidente civil y leg¨ªtimo de la historia del Egipto independiente, el islamista Mohamed Morsi, yace maltratado en la prisi¨®n, cumpliendo largas y arbitrarias condenas por dudosos delitos cometidos desde el Gobierno.
Egipto ha cerrado en apenas ocho a?os el ciclo entero que le ha llevado de nuevo a la casilla de salida. En febrero de 2011, la movilizaci¨®n popular ech¨® del poder a un militar como Hosni Mubarak, con 20 a?os como presidente, y ocho a?os m¨¢s tarde otro militar se dispone a permanecer tambi¨¦n hasta dos d¨¦cadas en el poder, despu¨¦s del ca¨®tico interregno democr¨¢tico presidido por Morsi. Muy alto ha sido el precio pagado por este desgraciado ciclo, en el que los anta?o hegem¨®nicos Hermanos Musulmanes han pasado a la clandestinidad y sus dirigentes y militantes han sido encarcelados e incluso diezmados en la represi¨®n contra las protestas suscitadas por el golpe de Estado.
Al Sisi aventaja a Mubarak en todo. Especialmente en la crueldad de la dictadura, que ahora ha alcanzado tambi¨¦n a los progresistas que sostuvieron el golpe contra los islamistas. Tambi¨¦n en su megaloman¨ªa, tal como evidencian los dos hiperproyectos del nuevo canal de Suez y de la nueva capital que se est¨¢ construyendo en el desierto. Pero la diferencia m¨¢s clara es el renovado sost¨¦n que ahora tiene Al Sisi de la Casa Blanca y le falt¨® a Mubarak, para asegurar la estabilidad en la regi¨®n y la fortaleza del frente sun¨ª contra Ir¨¢n, la nueva guerra fr¨ªa regional en la que Trump ha invertido tantas energ¨ªas.
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