Una visita inesperada
Los personajes suelen llegar a la vida de los escritores para quedarse. En este caso, tres j¨®venes asesinados por ETA siguen en la mente del autor
QUERIDOS HUMBERTO, Fernando y Jorge: Os escribo para daros las gracias, aunque s¨¦ que es extra?o dar las gracias a quienes no se ha conocido nunca y encima llev¨¢is muertos 46 a?os. Y sin embargo, desde que supe que os mat¨® ETA en 1973, cuando os confundieron con polic¨ªas cerca de Biarritz, algo se ilumin¨® en m¨ª y de pronto aparecisteis en mi vida como una visita inesperada. Os debo mucho, me hab¨¦is cambiado. Lo que m¨¢s os debo es que me dejarais ser una especie de m¨¦dium entre vosotros, tres fantasmas, y la literatura. Quiero decir que, cuando decid¨ª convertiros en personajes de mi novela, vosotros irrumpisteis en mi mente para dictarme vuestra vida y vuestra muerte. Para indicarme tambi¨¦n qui¨¦n hab¨ªa causado esa muerte. Pero a los asesinos no les escribir¨¦ una carta como esta, no la merecen. S¨¦ que queda raro y nadie lo puede entender, salvo yo, pero os ve¨ªa a mi alrededor cuando escrib¨ªa mi novela. Te ve¨ªa a ti, Humberto, con gesto de l¨ªder, sentado en el sill¨®n junto a mi mesa; y a ti, Fernando, minucioso y divertido, mirando en la pantalla del ordenador por encima de mi hombro; y a ti, Jorge, el m¨¢s impaciente y joven de los tres, toquiteando los objetos de mis estanter¨ªas. S¨¦ que a otros escritores les pasa algo parecido con sus personajes, sobre todo si, como vosotros, han sido personajes reales. Los personajes muertos no acab¨¢is de estar muertos cuando se escribe sobre vosotros, est¨¢is en un terreno incierto e intermedio. Fantasmal, obviamente.
Es uno de los poderes de la literatura, que hace posible estar en el mundo real mezclado con los muertos. La novela de George Saunders Lincoln en el Bardo lo simboliza de maravilla. Creo que a los escritores nos anima la voluntad de prestar vida a quien ha muerto de modo injusto y cruel. Al imaginar en palabras, los escritores restituimos la vida de quien la perdi¨®, como vosotros, personajes m¨ªos. Vosotros tres, por ejemplo, sois muertos que ten¨ªais una historia que contar, y la vuestra era muy especial; os fue arrebatada de mala manera y podr¨ªa haber durado mucho, mucho m¨¢s tiempo a¨²n. Hoy creo que me la dictasteis. Plat¨®n dice que existe en el mundo un ¡°entrambos¡±, una zona de intercambio entre los vivos y los muertos, lo cual solo puede aprehenderse por alguien que intermedie en ese ¡°entrambos¡±. Es en esa zona lim¨ªtrofe donde est¨¢ la relaci¨®n del escritor con sus personajes reales muertos. La novela es el ¡°entrambos¡±. Plat¨®n, en realidad, lo aplica a todo en el mundo: siempre vagamos entre oleadas extremas, realidad e irrealidad, original y copia, lo uno y su contrario, el bien y el mal. Queridos fantasmas, ahora os doy las gracias por haberme guiado, por haberme prestado vuestra historia para refundarla en otra historia, la de tres amigos que se quer¨ªan mucho y murieron asesinados tan injustamente. Pero s¨¦ que no os hab¨¦is ido, que segu¨ªs movi¨¦ndoos por mi casa, y yo os veo y os saludo.?
Adolfo Garc¨ªa Ortega es autor de Una tumba en el aire (Galaxia Gutenberg).
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