Las estrellas de los partidos a veces est¨¢n fuera de los focos
La historia demuestra c¨®mo para llegar muy arriba es necesario a veces venir de muy abajo
Publicaban los compa?eros de Icon la historia de nueve estrellas mundiales de la m¨²sica a las que en sus inicios hab¨ªan dado con la puerta en las narices, en ocasiones a?adiendo humillaci¨®n al rechazo. Que si no ten¨ªan futuro (The Beatles), que si no era alguien de ¨¦xito inmediato (Lady Gaga), que si su m¨²sica no era adecuada (U2) o que si eran demasiado vulgares (Coldplay).
Es una historia que se repite en muchos casos con personas que han alcanzado una gran reputaci¨®n profesional en vida ¡ªlo de ensalzar a los muertos no tiene m¨¦rito, se nos da de maravilla¡ª, pero que en sus inicios fueron invitados, poco amablemente, a abandonar, preferiblemente con la coletilla ¡°nunca llegar¨¢s a nada¡±. Al tenista Roger Federer, un entrenador le dijo que nunca llegar¨ªa a nada; veinte t¨ªtulos individuales del Gran Slam. Al actor Andy Garc¨ªa le dijeron en un restaurante que era un pobre hombre y no llegar¨ªa a nada; un Oscar, dos Globos de Oro y 59 pel¨ªculas como actor. A Albert Einstein, un profesor desesperado le solt¨® la misma frase. Resulta innecesario explicar lo logrado por Einstein, pero ¡ªcomo muestra¡ª la foto de un agujero negro, portada en todo el mundo, ha vuelto a confirmar las disparatadas ideas que cruzaban por la cabeza de ese ni?o distra¨ªdo. A J.?K. Rowling la despidieron de su trabajo por perder el tiempo escribiendo historias; solo de Harry Potter se han vendido 500 millones de libros. Stephen Hawking contaba que un compa?ero de clase apost¨® con otro una bolsa de chuches a que el joven Hawking no llegar¨ªa nada. ¡°Todav¨ªa no s¨¦ qui¨¦n gan¨® la apuesta¡±, sol¨ªa apostillar con m¨¢s co?a que humildad el astrof¨ªsico.
Una de las cosas que llaman la atenci¨®n durante estos d¨ªas de campa?a ¡ªen tiempos de incredulidad general en la pol¨ªtica¡ª es la actividad de los militantes de base de cualquier partido que, en la calle y en los alrededores de sus tenderetes, reparten propaganda, explican los programas de sus formaciones y, a veces, aguantan las impertinencias de viandantes que no entienden que la democracia consiste precisamente en la contienda electoral. No son las estrellas de sus partidos, ni figuran en las listas, y seguramente pasan m¨¢s sinsabores que sus l¨ªderes. Habr¨¢ quien piense que no han llegado a nada, pero ellos son los que mueven un engranaje vital en democracia. Y entre esos chicos y chicas que reparten folletos hay un joven Federer peloteando.
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