Se?oritismo subido
Los medios privados suelen tener accionistas y due?os, como es natural: por eso son privados. Cada uno es due?o de contratar a los colaboradores que desee
HE CONOCIDO A GENTE AS?. Siempre ha habido gente as¨ª. Lo que es m¨¢s nuevo es que haya tanta gente as¨ª. Que el mundo est¨¦ plagado de individuos insatisfechos a los que nunca nada les parece bien, y, sobre todo, nunca les parece bastante. Como nada les parece bastante, tampoco tienen nunca nada que agradecer. Lo que se les da, regala o concede, los favores que se les hacen y el buen trato que reciben, todo lo consideran minucias porque, seg¨²n ellos, todo les es debido. Hace poco hemos visto una acabada encarnaci¨®n de estos sujetos que hoy proliferan en uno de nuestros dirigentes, Pablo Iglesias. Durante la reciente campa?a le dio por denunciar y atacar a los medios de comunicaci¨®n, a los que acus¨® de estar sometidos a accionistas, empresarios, pol¨ªticos y banqueros. Los medios privados suelen tener accionistas y due?os, como es natural: por eso son privados y no estatales. Cada uno es libre de contratar a los colaboradores que desee, por su calidad, por su afinidad ideol¨®gica o intelectual, tambi¨¦n por su rentabilidad: si alguien es muy visto o le¨ªdo y crea controversia, seguramente compensa contar con su presencia o su firma, independientemente de la afinidad. Durante todos los a?os de existencia de Podemos, esta formaci¨®n ha tenido a su servicio, como caja de resonancia, como altavoz, a una cadena televisiva, la Sexta. Todav¨ªa es as¨ª. Da la impresi¨®n de que los responsables de sus informativos dispongan de tel¨¦fono rojo o l¨ªnea permanente con Iglesias, su pareja y dem¨¢s ac¨®litos. Uno cae en esa cadena y es raro el momento en que no est¨¦n en pantalla uno o varios de ellos, con preferencia por el caudillo. Cada acto o declaraci¨®n suyos son cubiertos generosamente. Se suceden largu¨ªsimas entrevistas con ¨¦l o ella o los subalternos. Nunca TVE ha favorecido de manera tan descarada a ning¨²n Presidente del Gobierno, ni del PSOE ni del PP. Que yo sepa, s¨®lo se le aproxima TV3 con sus loas y monogr¨¢ficos sobre la Generalitat y su proc¨¦s, sobre los presos y los ¡°exiliados¡±, m¨¢s bien emigrantes privilegiados, mantenidos por las asociaciones independentistas y quiz¨¢ la propia Generalitat. ?De qu¨¦, si no, viven en Suiza ¡ªpa¨ªs caro donde los haya¡ª Marta Rovira y Anna Gabriel? ?Qui¨¦n paga mensualmente el palacete de Waterloo, m¨¢s comidas, viajes, personal, luz, calefacci¨®n, tel¨¦fono, agua, wifi y dem¨¢s?
Iglesias no se limit¨® a arremeter contra los medios, sino que se?al¨®, entre otros, a Atresmedia, a la que pertenece precisamente la Sexta. Algunos profesionales de esta cadena se le revolvieron, con raz¨®n, y, con palabras m¨¢s suaves, lo tildaron de ingrato. A lo que Iglesias respondi¨® muy desaho?gado y crecido que ¨¦l no ten¨ªa nada que agradecerles, que alg¨²n provecho habr¨ªan sacado ellos de su presencia ¡ªescandalosamente continua¡ª en sus pantallas. S¨ª, he conocido a gente as¨ª. Si alguien se porta bien conmigo o me ayuda, es porque eso le beneficia, porque yo hago subir las audiencias. Hay estudios que demuestran que, al menos hoy, es al contrario: cuando aparece Iglesias en la Sexta, muchos espectadores se van a otro canal. Pero a la gente as¨ª no se la convence con la realidad. Una vez trat¨¦ a un editor ¡ªquiz¨¢ el personaje m¨¢s egoc¨¦ntrico y envanecido del mundo literario, y miren que los autores no solemos distinguirnos por nuestra humildad¡ª que cre¨ªa que, si un escritor triunfaba y gozaba de ¨¦xito cr¨ªtico y comercial ¡ªy de paso le reportaba prestigio y dinero¡ª, no era por su talento sino gracias a ¨¦l: por haber recibido el honor de ser publicado en su sello m¨¢gico. Que esos mismos escritores siguieran cosechando ¨¦xitos en otras editoriales ¡ªo los aumentaran¡ª nunca lo disuadi¨® de su engreimiento y su folie des grandeurs.
Pocos d¨ªas m¨¢s tarde, Iglesias reiter¨® su falta de agradecimiento, esta vez al Gobierno, el cual hab¨ªa satisfecho con presteza su petici¨®n de que le pusieran vigilancia a las puertas de su famoso chalet, porque grupos de detractores merodeaban y armaban bulla. ¡°Si el Gobierno cree que debo agradecerle que cumpla con su obligaci¨®n y con la ley, no tiene ni idea de su funci¨®n¡±, vino a decir. Ignoro lo que estipula la ley al respecto, pero en todo caso la solicitud de protecci¨®n parti¨® de ¨¦l. Qu¨¦ m¨¢s da: ¨¦l es tan importante que ni las gracias ha de dar, a¨²n menos a los sufridos guardias que velan por la seguridad de su familia. Hoy es frecuente esta actitud, la comparte un porcentaje alto de la sociedad, aquejado de un se?oritismo subido. Recientemente un colega y amigo se disculp¨® en p¨²blico por haber declinado educadamente la petici¨®n de hacerse una foto en un momento en que le ven¨ªa mal. Los peticionarios se lo hab¨ªan reprochado por carta como si ¨¦l debiera estar a su permanente disposici¨®n. Hace nada rechac¨¦ una invitaci¨®n a dar charlas en dos ciudades francesas, explicando por qu¨¦ no me era posible. Me respondieron con quejas y ri?as veladas (¡°ten¨ªa la corazonada de que era usted un tipo de persona que¡¡±), sin pararse a pensar que no tengo por qu¨¦ aceptar nada, a¨²n menos si embarcarme en compromisos y viajes me impide escribir lo que trato de escribir. Demasiada gente se cree ¨²nica o que lo suyo merece prioridad. Y que jam¨¢s hay que dar las gracias por nada, claro est¨¢.?
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