La nueva hegemon¨ªa progresista
Pedro S¨¢nchez puede tranquilamente tomar la iniciativa y tiene la legitimidad para exigir que le dejen gobernar
En el breve mandato de Pedro S¨¢nchez tras la moci¨®n de censura, el PSOE consigui¨® algo impensable apenas unos a?os atr¨¢s: recuperar la hegemon¨ªa cultural progresista. El partido contra el que se manifest¨® el 15-M, contra el que en buena medida surgi¨® Podemos, volvi¨® a ser ¡°la izquierda¡±. Se impuso una l¨®gica casi bipartidista: en un lado estaba ¡°la izquierda¡±, reunida alrededor del PSOE, y en el otro las ¡°derechas¡±.
Unidas Podemos, que se neg¨® en 2016 a dar la Presidencia a S¨¢nchez, se convirti¨® en una especie de ap¨¦ndice del PSOE, en su aliado inevitable y en el hermano menor que no rechista. Aunque Iglesias intent¨® radicalizar el discurso criticando las cloacas del Estado y las oligarqu¨ªas financieras, sab¨ªa que frente a la vuelta de un zapaterismo sentimental no ten¨ªa nada que hacer. El PSOE, en poco tiempo, recuper¨® su identidad como gran casa de la izquierda, pero tambi¨¦n en cierto modo su prestigio cultural. Dej¨® de verse como un partido viejo y gris, de bur¨®cratas, apparatchiks y pol¨ªticos de carrera (aunque escuchando a ?balos es dif¨ªcil desprenderse de esa idea) y gan¨® de nuevo un aura de modernidad gracias al feminismo y a una ¨¦pica del ¡°no pasar¨¢n¡± frente a la ultraderecha.
El PSOE era d¨¦bil en el Congreso y pronto se dedic¨® a venderse como la ¨²nica alternativa civilizada. La derechizaci¨®n de Ciudadanos y PP y, sobre todo, el surgimiento de Vox le ayudaron. Pero tambi¨¦n el Gobierno hizo su parte extendiendo el miedo con exageraciones e incluso mentiras: las derechas no solo pondr¨ªan en peligro el Estado de bienestar sino la vida de las mujeres y las minor¨ªas. El pobre resultado de Vox en las elecciones generales demuestra que hab¨ªa un intento claro de inflar al partido para movilizar un voto a la contra.
Vivimos en una ¨¦poca de pol¨ªtica adversativa. Los partidos construyen su identidad en oposici¨®n a un otro. El PSOE ha recuperado su prestigio y poder gracias a esa l¨®gica. Es una estrategia que no aguanta en el medio plazo y que cansa al votante de izquierdas (especialmente el que se vio seducido por Podemos al principio): las apelaciones al voto ¨²til para parar a la derecha. Aunque vende moderaci¨®n y su proyecto es sensato, S¨¢nchez est¨¢ instalado, en cierto modo, en una l¨®gica de excepcionalidad similar a la de sus adversarios populistas. Los b¨¢rbaros tienen que estar a las puertas para movilizar a los nuestros.
Con su victoria en las elecciones del 28 de abril, el PSOE ha a?adido a su hegemon¨ªa cultural una mayor¨ªa parlamentaria. Tiene un margen de maniobra considerable. El segundo partido, el PP, est¨¢ a 57 esca?os del PSOE, y ha sufrido un descalabro demencial. S¨¢nchez puede tranquilamente tomar la iniciativa y tiene la legitimidad para exigir que le dejen gobernar. Intentar¨¢ hacerlo solo y posiblemente lo consiga. Esta vez tiene poder suficiente como para ir m¨¢s all¨¢ de la guerra cultural, pero posiblemente no le interese.
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