Chomsky como humanista
El lenguaje, para el ling¨¹ista estadounidense, es un m¨®dulo de la mente que crece y se desarrolla a partir de datos externos; un atributo que nos convierte en seres dotados para el pensamiento libre y creativo
Para muchos, Noam Chomsky es un conocido experto en pol¨ªtica internacional que pone especial ¨¦nfasis en el papel que ejerce en ella Estados Unidos (EE?UU). Otros piensan en Chomsky como el inspirador de un tipo de ling¨¹¨ªstica caracterizado por la abundancia de f¨®rmulas, reglas, complejos diagramas arb¨®reos y disquisiciones t¨¦cnicas que requieren un elevado grado de abstracci¨®n. Seguramente muchos de estos ¨²ltimos se habr¨¢n preguntado alguna vez: ?es esto el lenguaje humano?; ?es posible encontrar al individuo, al hablante, en tan descomunal despliegue de recursos formales?; ?qu¨¦ lugar hay entre ellos para el humanismo?
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No es f¨¢cil responder a estas preguntas en unas pocas l¨ªneas, pero voy a intentar hacerlo. Cualquier momento ser¨ªa oportuno para ello, pero este lo es especialmente, ya que se acaba de conceder a Chomsky el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundaci¨®n BBVA, precisamente en la especialidad de Humanidades.
El lenguaje se ha considerado siempre un fen¨®meno estrictamente social. Incluso se lo suele caracterizar como ¡°un medio de comunicaci¨®n¡±, como si pudiera ponerse en el mismo grupo que el tel¨¦grafo, el tel¨¦fono o Internet. Existen pocas dudas de que el significado de las palabras est¨¢ condicionado por la historia y por la sociedad, pero esta visi¨®n externa o externalizadora del lenguaje nos oculta que es ¡ªa la vez, e incluso antes¡ª el m¨¢s importante atributo cognitivo de los seres humanos. Raramente caemos en la cuenta de que el lenguaje es el sistema interiorizado m¨¢s rico y complejo de cuantos poseemos. Ciertamente, no lo usamos tan solo para comunicarnos. Lo empleamos ante todo para pensar lo que comunicamos, para construir razonamientos articulados, verbalizar sentimientos y expresar libremente cuanto somos capaces de concebir.
La facultad para hablar una lengua es una capacidad de los seres humanos, de modo que es natural preguntarse en qu¨¦ consiste exactamente. Si el lenguaje es, como explica Chomsky, un m¨®dulo de la mente, una especie de ¨®rgano mental que crece y se desarrolla a partir de datos externos, podemos intentar averiguar sus propiedades, especialmente si pensamos en ¨¦l como un complejo sistema combinatorio de unidades discretas que da lugar a un n¨²mero ilimitado de resultados. Podemos intentar averiguar, en definitiva, qu¨¦ hace que las lenguas humanas sean como son.
Actuamos como si la lengua constituyera uno m¨¢s de los muchos sistemas que alguna instituci¨®n nos impone
Estas preguntas son infrecuentes. De hecho, predomina abrumadoramente entre los hablantes la visi¨®n externalizadora del lenguaje, de la que se deduce que la lengua es uno m¨¢s de los recursos que necesitamos para sobrevivir. Asumimos que hemos de aprender a respetar las leyes y a escribir correctamente una carta. Entendemos que existen infracciones al c¨®digo circulatorio y al ortogr¨¢fico; que hay comportamientos correctos e incorrectos en las relaciones sociales y en el uso del l¨¦xico. Cuando hemos de manejarnos [/FIRMA][/FIRMA]en otros idiomas, asimilamos este hecho al de familiarizarnos con otras costumbres o con otras legislaciones. Actuamos, en suma, como si la lengua constituyera uno m¨¢s de los muchos sistemas ajenos que alguna instituci¨®n nos impone y que hemos de dominar, nos gusten o no.
Para el hablante medio la lengua est¨¢ en la sociedad, no en la cabeza. Hasta tal punto es as¨ª, que a muy pocos llamar¨ªan la atenci¨®n las preguntas que constituyen el punto de arranque de la teor¨ªa del lenguaje desarrollada por Chomsky: ?c¨®mo es posible que una ni?a peque?a distinga el lenguaje articulado entre los millares de sonidos de otro tipo que percibe a su alrededor?; ?c¨®mo es posible que aprenda en tan poco tiempo a decir cosas que nunca ha dicho y a entender cosas que nunca ha o¨ªdo?
Hoy sabemos bien que algunas de las respuestas que se han dado tradicionalmente a esas preguntas est¨¢n equivocadas. Lo est¨¢, sin duda, la idea de que el ni?o aprende a hablar por imitaci¨®n, o por simple asociaci¨®n de unas expresiones con otras, o por asimilaci¨®n del sistema ling¨¹¨ªstico a otros sistemas cognoscitivos (aprender a contar, a deducir, a generalizar, etc¨¦tera). Si el ni?o aprendiera a hablar imitando a los dem¨¢s, las m¨¢quinas de las que hoy disponemos deducir¨ªan las pautas correctas ante unos pocos miles de datos a partir de ciertos mecanismos inductivos. Pero nadie ha implementado nunca tales mecanismos, por la sencilla raz¨®n de que no existen.
Como hicieron Descartes o Kant, el fil¨®sofo de Filadelfia ha puesto al hombre en el centro de su inter¨¦s
Seg¨²n Chomsky, los ni?os aprenden a hablar cualquier lengua porque esta crece en ellos de forma natural. La facultad del lenguaje es una especie de horma o de plantilla en la que puede encajar cualquier idioma. Las construcciones sint¨¢cticas que aprendimos en la escuela no son unidades primitivas, sino m¨¢s bien resultados de combinar, de forma sistem¨¢tica y restrictiva, elementos mucho m¨¢s elementales y m¨¢s abstractos.
Chomsky ha sido criticado a veces por no situar la sociedad en el centro de su teor¨ªa del lenguaje, lo que viene a ser algo parecido a criticar a un arquitecto por no hacerse urbanista. Tambi¨¦n ha sido criticado por establecer un corte radical entre el lenguaje humano y el lenguaje animal. Aunque algunos animales pueden asociar sonidos con significados, sabemos que no poseen m¨¢s que una especie de ¡°gram¨¢tica de interjecciones¡±. Tampoco est¨¢ dispuesto todo el mundo a aceptar que existe creatividad en el uso com¨²n de la lengua que no persigue fines est¨¦ticos, o que es posible abordar el lenguaje como un objeto natural, no solo como una entidad social. Al desvelar esa especie de cara oculta de la naturaleza del lenguaje, Chomsky nos lo presenta como nuestra m¨¢s valiosa posesi¨®n, un atributo que nos convierte en seres dotados para el pensamiento libre y creativo, en lugar de moldeable o ajustado a esquemas preestablecidos.
Como hicieron Descartes o Kant, Chomsky ha puesto al hombre en el centro de su inter¨¦s. Tiene, pues, pleno sentido que se otorgue un premio internacional en Humanidades a una de las personalidades que mejor nos ha ayudado a entender lo que nos hace humanos.
Ignacio Bosque es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense de Madrid (jubilado) y miembro de la Real Academia Espa?ola.
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