A S¨¢nchez no le har¨¢n una huelga general
Los sindicatos tienen la oportunidad de volver a demostrar que son necesarios
Los sindicatos no le har¨¢n una huelga general a S¨¢nchez. Quiz¨¢ no por falta de ganas, pero seguro por falta de fuerzas. Bueno, quiz¨¢ tambi¨¦n por falta de ganas. Es toda una novedad: ser¨ªa el primer presidente, salvo (casi) Calvo Sotelo ¡ªel 23-F gener¨® una pero antes de la investidura¡ª sin su huelga general. A Rajoy lo estrenaron con dos en 2012, ya decadentes. A Aznar le hicieron una en 2002 por la reforma del subsidio de desempleo, y en 2003 otra por los efectos socioecon¨®micos de la guerra de Irak, una coartada para sumarse al ¡®No a la guerra¡¯, sin Comisiones oficialmente. A Felipe Gonz¨¢lez cuatro por las reformas laborales, pensiones y el subsidio. E incluso al zapaterismo terminal en septiembre de 2010, tras las medidas de ajuste. Pero los sindicatos ya no tienen m¨²sculo. Abusar de huelgas pol¨ªticas fue, por cierto, uno de sus errores hist¨®ricos. Los viejos lobos no es que tengan piel de cordero, sino que se les oye balar. Y el problema no es que ya no asusten ¡ªlo cual quiz¨¢ sea un progreso¡ª sino la p¨¦rdida de autoridad¡ moral.
Con el 1 de mayo sucede como con el 15 de agosto, D¨ªa de la Asunci¨®n: uno sabe que es festivo pero ya no recuerda bien por qu¨¦, o no importa demasiado. A primera hora de esta ma?ana, apenas un diario, entre impresos y digitales, se ocupaba abiertamente del tema en la portada. Los sindicatos ¡ªellos, no la sociedad¡ª han ido estrangulando su proyecci¨®n hasta bordear la irrelevancia. Hoy marchan, sin demasiado entusiasmo, con el lema Primero las personas, que lo mismo podr¨ªa ser de Hazte O¨ªr o la Fundaci¨®n Padre Vinjoy. Pero al menos salirse del carril del politiqueo (el ¨²ltimo error may¨²sculo fue que el l¨ªder de UGT se uniera a la milonga inexistente del derecho a decidir, enfatizando el tacticismo pol¨ªtico y el alejamiento de la realidad) es el primer hito para recuperar su sitio, su representatividad. Y el momento resulta parad¨®jico porque probablemente las elecciones del domingo muestran que la agenda sociolaboral es determinante para la ciudadan¨ªa espa?ola. De la desigualdad a la precariedad; de los mierdijobs a la inteligencia artificial que va a reemplazar a muchos trabajadores.
Hubo un tiempo en que UGT y CC OO eran como PSOE y PP; marcas necesarias para el sistema, sus equilibrios y sus polos de poder. Incluso Aznar los incluy¨® en las grandes liturgias. Pero, sobre todo desde 2008, se desinflan y han perdido casi medio mill¨®n de afiliados. Otros sindicatos menores, y tambi¨¦n movimientos sociales, les ganan terreno. El Gobierno, con o sin centrales, habr¨¢ de entrar en la reforma laboral ¡ªdonde sus promesas est¨¢n en cuarentena¡ª y el nuevo Estatuto de los Trabajadores. Y el marco de la concertaci¨®n social. Una vez eliminado el bloqueo de la Mesa del Congreso o la mayor¨ªa absoluta del PP en el Senado, no hay coartadas. No pocos compromisos, desde la anterior legislatura frustrada, est¨¢n pendientes de actualizar, desprovistos de la demagogia propia de la oposici¨®n, y aplicar por fin. S¨¢nchez no deber¨ªa tener la convicci¨®n de que a ¨¦l no le har¨¢n una huelga general¡ si no cumple. Pero los sindicatos deber¨¢n asumir una regla b¨¢sica: uno s¨®lo es necesario cuando es ¨²til. Y tienen una oportunidad. S¨®lo si demuestran ser ¨²tiles, volver¨¢n a ser necesarios.
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