Infiltrados
No se puede luchar contra el maligno sin conocer antes sus entra?as, su n¨²cleo l¨®gico
![Datos privados de 50 millones de usuarios de Facebook se fugaron hace poco m¨¢s de un a?o a empresas como Cambridge Analytica.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CKDZ3MCEV4WVPLTWL7YV6RDZEQ.jpg?auth=9b564fcdf63925d0655707df44dfa2aa64622fd122feb40c722055f86504435c&width=414)
Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en luchar contra el maligno, pero poca gente sabe c¨®mo hacerlo. Unos mandar¨ªan a los tanques, otros a los diplom¨¢ticos y el resto apelar¨¢n a la educaci¨®n sin aclarar c¨®mo ni cu¨¢ndo. Como sabemos los aficionados al g¨¦nero de esp¨ªas, no hay micr¨®fono oculto, algoritmo de big data ni red de sat¨¦lites que pueda compararse a una persona infiltrada en el sistema enemigo. No se puede luchar contra el maligno sin conocer antes sus entra?as, su n¨²cleo l¨®gico, la mara?a de rencores e intereses que motiva su comportamiento y genera su estilo exclusivo, y nada de eso es posible sin colocar un infiltrado en sus engranajes. De esto va El hombre que fue jueves, de Chesterton, ?no es cierto?
Las agencias de ciberseguridad se pasan el d¨ªa reclutando hackers, y hacen bien, porque no hay mejor manera de controlar un gusano inform¨¢tico que contratar a quien lo cre¨®, o a su compa?ero de pupitre. Los virus de verdad ¡ªlos que cre¨® la madre naturaleza¡ª descubrieron esa estrategia en la noche de los tiempos. El sistema inmune que nos protege de los virus es obra de otro virus. Por eso sus genes pueden saltar, flipar y variar para producir una variedad ilimitada de anticuerpos contra cualquier agente infeccioso existente o imaginable. Un buen infiltrado, como un buen par¨¢sito, rara vez mata a su hu¨¦sped. Lo que m¨¢s le interesa es mantenerlo vivo para exprimir su informaci¨®n hasta llegar al hueso. Quiz¨¢ el mejor infiltrado es el que sabe que nunca volver¨¢ a casa.
?Te acuerdas del esc¨¢ndalo de Facebook? Aunque parezca mentira, ocurri¨® hace poco m¨¢s de un a?o. Los datos privados de 50 millones de usuarios de esa red social se fugaron de alg¨²n modo a empresas como Cambridge Analytica, que los utiliz¨® para la campa?a presidencial de Donald Trump y tambi¨¦n a favor del Brexit. El jefe y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, se tuvo que humillar ante el Capitolio y el Parlamento de Estrasburgo para pedir perd¨®n por el fiasco y prometer que todo iba a mejorar pronto. A un a?o del esc¨¢ndalo, ?ha reducido Zuckerberg el acceso a los datos de los usuarios?
La respuesta es no. De hecho, est¨¢ dando m¨¢s acceso que nunca a terceras partes. Pero espera, esto no es tan malo como parece. Esas terceras partes ya no son Cambridge Analytica ni ninguna otra firma dedicada a vender ¡°el petr¨®leo del futuro¡± ¡ªtus datos¡ª a partidos pol¨ªticos, publicistas o tramas delictivas. Las terceras partes son ahora los cient¨ªficos interesados en la forma en que se propagan las fake news, su fuente ¨²ltima y a quienes colaboran a su difusi¨®n. No son polic¨ªas, sino investigadores que aspiran a entender desde dentro la l¨®gica de ese tumor que amenaza los derechos constitucionales de la gente. De ti y de m¨ª, desocupado lector.
El Social Science Research Council de Nueva York, una asociaci¨®n no lucrativa, y la fundaci¨®n p¨²blico-privada Social Science One, asociada a la Universidad de Harvard, han seleccionado los primeros proyectos cient¨ªficos. Implican a 60 investigadores, se centrar¨¢n en Alemania, Chile, Italia y Estados Unidos y ser¨¢n financiados por organizaciones no gubernamentales. Los cient¨ªficos tendr¨¢n acceso a una cantidad de datos sin el menor precedente en la investigaci¨®n acad¨¦mica. Esos datos pueden ser los tuyos y los m¨ªos, pero ?t¨² te opondr¨ªas a que se usaran para este fin? Yo no. Por fin tenemos infiltrados en las tripas de la mayor red social de este planeta.
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