Una conversaci¨®n con L¨®pez Obrador
El nuevo M¨¦xico que propugna el presidente no es un eslogan pol¨ªtico sino una necesidad sentida y apoyada por amplias capas de la poblaci¨®n incluso entre quienes no le votaron. Merece la pena desearles ¨¦xito
"El respeto al derecho ajeno es la paz¡±Benito Ju¨¢rez, presidente de M¨¦xico
"?Comunista yo? El comunismo es algo muy antiguo. Yo soy un liberal. Desde que la democracia existe las adscripciones pol¨ªticas, los principios y las ideolog¨ªas se resumen en realidad en esos dos grandes bloques: liberales y conservadores. Y yo soy un liberal¡±.
El presidente de M¨¦xico, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (AMLO), tiene unos ojos claros y una sonrisa p¨ªcara que le confieren un cierto aire de ingenuidad, algunos podr¨ªan advertir incluso un deje de dulzura, solo matizado por su singular talento pol¨ªtico y sus aires de visionario. Nos hizo esa declaraci¨®n cuando llev¨¢bamos casi dos horas platicando en la antesala de su despacho, el mismo que ocupara Benito Ju¨¢rez. All¨ª est¨¢bamos un grupo de juristas y analistas pol¨ªticos involucrados en la defensa del Estado de derecho como pilar fundamental de la democracia; entre ellos no faltaban los esc¨¦pticos de que el proyecto que AMLO ha puesto en marcha tras su arrolladora victoria acabe con ¨¦xito. La transparencia de su discurso, su concreci¨®n y la seguridad con que lo pronuncia, termin¨® no obstante por convencer, y a¨²n encandilar, a los m¨¢s reacios. Es, pens¨¦, todo un encantador de serpientes y nosotros somos los reptiles.
Al margen de los asuntos econ¨®micos, delegados en los tecn¨®cratas de su Gobierno, y de la pol¨ªtica exterior, sobre la que confiesa no es ning¨²n especialista, sus esfuerzos se concentran prioritariamente en dos objetivos: la lucha contra la corrupci¨®n y contra la oleada de violencia que desde hace sexenios no ha hecho sino crecer en el pa¨ªs. Dos cuestiones que no han de resolverse de la noche a la ma?ana y que demandan una convicci¨®n y un coraje en la acci¨®n pol¨ªtica de primer orden. L¨®pez Obrador es el presidente que m¨¢s poder ha acumulado a lo largo de la historia de M¨¦xico, con la sola excepci¨®n de Porfirio D¨ªaz. Pero este termin¨® sus d¨ªas en el exilio, mientras que la reforma que persigue el actual ocupante de la Silla del ?guila encarna los deseos y las aspiraciones de una enorme multitud de ciudadanos mexicanos por encima de ideolog¨ªas y aun de clases sociales.
AMLO podr¨ªa escribir mejor que ning¨²n otro presidente de cualquier pa¨ªs el verdadero manual de resistencia
No conviene menospreciar sin embargo las fortalezas del sistema pol¨ªtico mexicano que naci¨® de la revoluci¨®n de octubre y plasm¨® su identidad en la Constituci¨®n de 1917. Hace ya d¨¦cadas, en ocasi¨®n de unas cr¨ªticas que yo mismo hice sobre las carencias democr¨¢ticas del PRI, el profesor Maurice Duverger, respetado intelectual de la ¨¦poca como experto analista de los sistemas constitucionales, me hizo una observaci¨®n que permit¨ªa contemplar el escenario desde otro punto de vista. ¡°En M¨¦xico no hay aut¨¦ntica democracia ¡ªse?al¨® entonces¡ª, como pr¨¢cticamente en ninguna de las rep¨²blicas de Am¨¦rica Latina. Pero es preciso reconocer el valor de la estabilidad de su r¨¦gimen, el ¨²nico de toda la regi¨®n que en m¨¢s de 60 a?os no ha padecido un solo golpe de Estado¡±. El precio de la estabilidad fue la ausencia de libertad en un r¨¦gimen que manten¨ªa formalidades democr¨¢ticas. Tras la aventura del comandante Marcos en Chiapas hubo un paso adelante encabezado por el presidente Zedillo, al que su partido nunca perdon¨® que convocara elecciones aut¨¦nticamente libres al final de su mandato. Permiti¨® as¨ª que el principal partido de la oposici¨®n llegara al poder. Despu¨¦s fracasaron todos los intentos de incorporaci¨®n del sistema a la democracia del siglo XXI. Corrupci¨®n y violencia han mancillado el desempe?o de un pa¨ªs que en muchos aspectos es ya una potencia y cuyas virtudes y ¨¦xitos contrastan con la desigualdad social y la exclusi¨®n que padecen millones de ciudadanos.
L¨®pez Obrador es una consecuencia de dicha realidad que tantos se han empe?ado en despreciar durante tanto tiempo. Abandera las promesas de construir una democracia social avanzada. Su pr¨¢ctica pol¨ªtica est¨¢ te?ida de populismo y la verbosidad de que hace gala linda en ocasiones con la demagogia. Pero no es un advenedizo al poder ni un revolucionario al uso. Fue un buen alcalde de la Ciudad de M¨¦xico, en donde ya ensay¨® algunas f¨®rmulas pol¨ªticas que utiliza en la actualidad, como las ruedas de prensa ma?aneras. Tambi¨¦n un correoso candidato a la presidencia en repetidas ocasiones, con lo que podr¨ªa escribir mejor que ning¨²n otro presidente de cualquier pa¨ªs el verdadero manual de resistencia. Por lo dem¨¢s hasta sus m¨¢s fieros enemigos reconocen que es honesto a carta cabal, lo que de por s¨ª es una cualidad no tan frecuente en la azarosa clase pol¨ªtica mexicana. La regeneraci¨®n que persigue es m¨¢s que un eslogan y se centra en proyectos legislativos concretos que merecen apoyo, aunque cuentan con la ventaja de que las c¨¢maras est¨¢n controladas mayoritariamente por el movimiento que le ha llevado a presidir el Ejecutivo. Su prop¨®sito es que la lucha sin cuartel contra la corrupci¨®n no se convierta en una vendetta contra sus predecesores en el cargo sino en un punto final que permita mirar adelante. Pero para que algo as¨ª surta un efecto regenerador es preciso antes conocer la verdad de lo sucedido. La memoria hist¨®rica en el M¨¦xico de hoy concierne sobre todo a la aclaraci¨®n de homicidios que en el pasado reciente fueron permitidos o incluso promovidos por determinados poderes p¨²blicos; tambi¨¦n saldr¨¢n a la luz coimas y sobornos que algunas empresas realizaron a cambio de concesiones del poder. Eso justifica el miedo de quienes pretenden argumentar con ideolog¨ªas la simple y llana vulneraci¨®n de la ley.
En este mundo descabezado de ilusiones puede reemplazar el liderazgo de una esperanza que en su d¨ªa ejerci¨® Lula
En mi reciente viaje al pa¨ªs azteca he podido comprobar la preocupaci¨®n de sectores del empresariado ante la posibilidad de que las reformas constitucionales que se anuncian y la campa?a contra la pobreza que el presidente lidera puedan derivar en un proceso de inspiraci¨®n bolivariana. Me parece una aprensi¨®n absolutamente infundada, basada en la ignorancia o en la ambici¨®n seg¨²n los casos. Con sus errores y aciertos, AMLO se presenta ante quien le quiera o¨ªr como un patriota que quiere ser presidente de todos los mexicanos y no solo de quienes le votaron. Y aspira a que su ley de punto final, se llame como se llame, suponga la reconciliaci¨®n del pa¨ªs consigo mismo y con su historia. En su visi¨®n, las cartas al rey Felipe y al papa Francisco sobre Hern¨¢n Cort¨¦s se inscriben en esa senda: pretenden abrir primero un debate sobre los excesos de la colonia y de las rep¨²blicas independientes contra los pueblos originarios, para llegar despu¨¦s a una reconciliaci¨®n que afecta desde luego a la historia de M¨¦xico, pero tambi¨¦n a la de Espa?a. Por lo dem¨¢s, en este mundo descabezado de ilusiones, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador puede reemplazar el liderazgo de una esperanza para Am¨¦rica Latina que en su d¨ªa ejerci¨® Lula. Para eso es preciso que las fuerzas tradicionales del sistema comprendan la necesidad del cambio y se muestren dispuestas a colaborar.
Algunos aspiran a que el proceso desemboque en un periodo constituyente y en la elaboraci¨®n de nuevas leyes que limiten los excesos del poder, en colusi¨®n frecuente y a veces delictiva con los que se ufanan de ser los due?os del pa¨ªs. Resulta esencial por lo mismo garantizar la independencia de los tribunales y la seguridad en el ejercicio de su funci¨®n. La tarea no ser¨¢ f¨¢cil pero la oportunidad est¨¢ ah¨ª. Un sector no desde?able del empresariado local e inversores extranjeros, espa?oles incluidos, conspir¨® activamente antes de las elecciones contra la candidatura del actual mandatario. Este ha incurrido en errores de bulto que ¨¦l justifica con su voluntad decidida de hacer honor a sus promesas electorales. Muchos de los conjurados en su contra parecen darse cuenta ahora de que el poder actual lo va a seguir siendo durante los pr¨®ximos seis a?os y piensan que m¨¢s vale ayudar a que le vaya bien al pa¨ªs aunque quien lo gobierne no sea de su agrado. Si la visi¨®n del presidente termina por germinar en la creaci¨®n de un nuevo modelo para M¨¦xico, quiz¨¢ no sea un sexenio, sino el tiempo de una generaci¨®n el m¨ªnimo necesario para consolidarse. Ese nuevo M¨¦xico no es ya en cualquier caso un eslogan pol¨ªtico sino una necesidad sentida y apoyada por amplias capas de la poblaci¨®n incluso entre quienes no le votaron. Merece la pena desearles ¨¦xito.
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