Ante el declive de Catalu?a, ERC pujolea

Esquerra pujolea. Pugna por sustituir al pujolismo. Pero no al l¨ªder que al menos sab¨ªa idiomas, sino al eg¨®latra que se coloc¨®, y a su Famiglia, encima y como coartada de la patria a la que sisaba ma?ana, tarde y noche.

En 1996, Jordi Pujol rechaz¨® el nombramiento del democristiano de Uni¨® Joan Rigol i Roig como presidente del Senado. Todos los partidos estatales ve¨ªan bien su figura curial. Adujo que no quer¨ªa dar imagen de entreguismo al PP del ultra Josemari Aznar, con quien aprend¨ªa a ser u?a y carne. Colosal falacia.

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Todo era m¨¢s miserable. Le molestaba que el presidente de la C¨¢mara alta, como cuarta autoridad del Estado, gozara en sus visitas a Catalu?a de prelaci¨®n protocolaria sobre el de la Generalitat. Sobre s¨ª mismo. La ret¨®rica de la contribuci¨®n nacionalista a la gobernabilidad, de la aportaci¨®n a transformar el Estado, del catalanismo pactista, quebraba ante la envidia.

La segunda negativa nacionalista a llevar al mando del Senado una sensibilidad federal es la de Esquerra, neg¨¢ndose a validar la elecci¨®n del socialista Miquel Iceta -si nada cambia-, no ya para su presidencia, sino como senador que pudiera optar a la misma.

El argumento de que el l¨ªder del PSC apoy¨® la aplicaci¨®n del 155 es tan idiota como el de que Rigol simbolizaba la coyunda con el PP. Inconsistente, pues quiebra el lema del partido republicano seg¨²n el cual el gran reto indepe es hoy ampliar su base social: ?lo intentar¨¢ solo entre la casi media Catalu?a que vot¨® los fallidos referendos?

?Y no entre la m¨¢s de media Catalu?a que apoy¨® el retorno a la legalidad, incluidos, de facto, todos los secesionistas que se presentaron a las elecciones del 21-D de 2017, convocadas bajo el imperativo de aquel art¨ªculo?

?Pasar¨¢n otros 300 a?os (como desde el fiasco de 1714) relamiendo la inoperancia de los dirigentes locales a cuenta de los falsos enemigos exteriores?

El motivo de ERC no es el 155. Es el terror infantil a que los radicales de Waterloo (a quienes empuj¨®) le ganen la mano acus¨¢ndola de traidora. As¨ª que la credibilidad de su apuesta pragm¨¢tica capota.

Esta Esquerra se apunta al declive del talento en la dirigencia catalana. Iceta era una pasarela para alg¨²n reencuentro, que as¨ª se desprecia. Peligroso por su pol¨¦mico talento: ?fuera! Fuera las sedes sociales de las empresas, cerebro de la naci¨®n. Fuera la primogenitura de Catalu?a como locomotora econ¨®mica espa?ola, ya declinante frente a Madrid. Fuera el liderazgo de la publi, del cine, de los congresos, del europe¨ªsmo. Bienvenido el torpe carlismo del antiguo partido de la masoner¨ªa.