La baraka de S¨¢nchez
"Dadme generales con suerte¡±, dec¨ªa Napole¨®n, que no ignoraba su valor incluso para el mejor estratega
Despu¨¦s de las elecciones generales, toda una pasi¨®n nacional en torno a unos colores ¡ªrojos, azules, naranjas, morados y verdes¡ª como los gremios de Siena ante el Palio, la narrativa electoral se ha deslavazado ante el 26-M. Las elecciones europeas se desdibujan a pesar de los sesudos ensayos sobre su enorme trascendencia; y en las elecciones locales no hay manera de armar un relato ¨²nico. Cada ciudad tiene su propia realidad, su propia l¨®gica. All¨ª los nichos electorales manejan claves distintas, y hay candidatos con transversalidades variables. D¨ªas atr¨¢s, Manuela Carmena confes¨® que podr¨ªa votar al alcalde M¨¢laga, Francisco de la Torre, un veteran¨ªsimo democristiano con 20 a?os en el cargo que lo mismo gusta a Vox que se declara de sensibilidad centroizquierdista. En las ciudades hay otras batallas.
S¨®lo un acontecimiento, m¨¢s all¨¢ de la detenci¨®n de Josu Ternera, ha alterado esa inercia: el veto a Miquel Iceta. O dos: la muerte de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y el veto a Iceta. El primero, por una triste fatalidad; el segundo, por una absurda miop¨ªa. Los dos, presumiblemente, pueden tener efectos positivos para el PSOE. Reaparece as¨ª el factor baraka, esa palabra ¨¢rabe que los franceses adoptaron en su colonia argelina desposey¨¦ndola de matices religiosos para usarla como suerte providencial. S¨¢nchez tiene baraka, y eso no es poco. ¡°Dadme generales con suerte¡±, dec¨ªa Napole¨®n, que no ignoraba su valor incluso para el mejor estratega.
La despedida de Rubalcaba se ha hecho, merecidamente, con honores. Aunque se haya abusado de la hagiograf¨ªa ¡ª¨¦l mismo hubiera ironizado de los excesos¡ª al cabo se ha reconocido a un pol¨ªtico de formidable talento e inequ¨ªvoco sentido de Estado. Se ha visto al Partido Socialista, al que desde la oposici¨®n situaban fuera del bloque constitucional, con sus mejores valores. Tanto es as¨ª que ya han comenzado las contranecrol¨®gicas m¨¢s o menos mezquinas. Pero algunos de los mejores elogios le han venido de quienes m¨¢s lo fustigaron; Mariano Rajoy ha estado soberbio. La sombra de Rubalcaba, autor del Frankenstein, ha reforzado al PSOE en un momento determinante.
Y el veto cerril a Iceta ha dado al PSOE distancia con el independentismo, en un momento muy conveniente. Eso altera el relato. Tanto es as¨ª que Rivera ha visto el agujero y ha sacado la tesis de que ¡°fingen pelear porque estamos en campa?a electoral¡± y porque ¡°el PSOE tiene que tapar sus concesiones al nacionalismo¡±. La teor¨ªa, compartida con Vox, resulta rid¨ªcula. El gesto de hostilidad indepe, aunque vaya en clave electoral interna, es ox¨ªgeno. Y ahora S¨¢nchez va a colocar en las Cortes a dos catalanes contra ese veto.
Es poco probable un gran impacto de todo esto en las elecciones municipales; en cambio, quiz¨¢ s¨ª despu¨¦s, con la gesti¨®n de los pactos. La investidura del presidente, de muchas comunidades, decenas de diputaciones, cientos de ayuntamientos, cuatro mil cargos¡ requerir¨¢ geometr¨ªas variables y ecuaciones imprevistas. Para nada tan simple como lo ve Iglesias y su Juego de Tronos. Ya no se trata solo de colores. Y el PSOE, no sin baraka, ha ganado posiciones.
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