Rom¨¢ntica
La publicidad no es enga?osa ni subliminal: tan solo se permite licencias po¨¦ticas, y la poes¨ªa es peligros¨ªsima
Ahora que ense?amos, sobre todo a las ni?as, que su vida no puede girar obsesivamente en torno a un ¨²nico ser que la vigile cele y use, como s¨ªntomas del enamoramiento; ahora que procuramos encontrar un punto de equilibrio entre amor y cuidados, el cuarto propio y la generosidad; ahora que a nadie se le paran los purzos si te deja de querer y que se puede amar a dos personas a la vez y no estar loco ni loca; ahora que nos despojamos de vampirismos afectivos, puritanismo, cicater¨ªa, promiscuidad forzada y publicitaria; despu¨¦s de desatarnos de la pata de la cama y reconstruirnos la pierna, para salir corriendo o at¨¢rnosla otra vez si nos apetece con la conciencia de consentir nudos y c¨ªngulos que no han de impon¨¦rsele a nadie y solo son tolerables si ese sadomasoquismo es sarna con gusto de esas que no pican; ahora, en este momento de reflexi¨®n sobre nuestras relaciones er¨®ticas y sentimentales, llega una empresa petrolera y nos canta, con dulce voz femenina: ¡°Porque todo lo hago por ti?/?todo lo hago por ti,?/ porque todo lo que hago, / lo hago por ti¡±.
El tema es una composici¨®n de Toni M. Mir y, a la vez, Bryan Adams tiene una canci¨®n que se titula Todo lo hago por ti, y, a la vez, los finalistas de La Voz la han cantado juntos. Esto lo he mirado en Internet, as¨ª que no s¨¦ si ser¨¢ verdad. Lo cierto es que, cuando en el amor procuramos que las v¨ªsceras no nos desangren, las empresas se vuelven rom¨¢nticas y nos hablan como a amantes de un poema de B¨¦cquer: individuos un poco desde?osos y objetualizados, a los que, como las petroleras aspiran a querernos, nadie los querr¨¢. Somos clientes del amor porque comprar es un acto de amor, y amor es lo que nos proporciona la compa?¨ªa que calienta nuestros hogares y pone gasolina sin plomo en nuestros motores por 1,41 euros el litro. Con la fidelidad a una marca ¡ªque nos quiere como nadie¡ª nos definimos y expresamos devociones y erotoman¨ªas. Una compa?¨ªa energ¨¦tica lo hace todo por m¨ª, y yo olvido que en esta sociedad de consumo mi libertad consiste en elegir de qui¨¦n me hago clienta y en pirarme r¨¢pido si no me dan gusto; sin embargo, hoy me comprometo con una fidelidad antigua. Mi compa?¨ªa se pone triste ¡ªme reprocha¡ª si la dejo en la ¨¦poca del amor de Tinder y los v¨ªnculos d¨¦biles. Mi compa?¨ªa es lo ¨²nico s¨®lido en estos tiempos vol¨¢tiles. Fidelizaci¨®n y compromiso se legitiman cuando nos ponemos la m¨¢scara clientelar y las empresas laten con un gran coraz¨®n que vela por la ciudadan¨ªa como esa madre con 0% de quejas que anuncia un gran almac¨¦n. Las empresas de combustible son amadas s¨²cubas ¡ªtienen voz de mujer¡ª y los consumidores mandan y experimentan una sensaci¨®n orgi¨¢stica cuando meten la manguera del surtidor en sus dep¨®sitos. La publicidad no es enga?osa ni subliminal: tan solo se permite licencias po¨¦ticas, y la poes¨ªa es peligros¨ªsima. Mientras tanto, en Espa?a, m¨¢s de cinco millones de personas no pueden mantener sus hogares a una temperatura adecuada en invierno y 7.000 fallecimientos prematuros se asocian a la pobreza energ¨¦tica, seg¨²n el informe de 2018 de la Asociaci¨®n de Ciencias Medioambientales. Huyamos como la peste de los amantes posesivos y de las empresas filantr¨®picas: unos y otras terminan chup¨¢ndonos la sangre. ?No les da verg¨¹enza cantarnos estas romanzas?
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