Contante y sonante
Nuestra ingenuidad digital es peligrosa. Frente a la evoluci¨®n ponemos una sonrisa bobalicona
La quinta plaga b¨ªblica extermin¨® todo el ganado egipcio. Hay quienes comparan la llegada del 5G con aquella calamidad. Para prevenirse, el fara¨®n norteamericano ha declarado la emergencia nacional y expulsado a la gran marca china de telefon¨ªa del reparto de red local. En alianza con Google, el mayor monopolio de la historia, buscan expulsar a Huawei del tablero tecnol¨®gico por su gran valor estrat¨¦gico. Para los espa?oles, la organizaci¨®n del espacio radioel¨¦ctrico es una causa ajena. Persuadidos por los agentes interesados de que todos los desarrollos se hacen por el bien com¨²n, permanecemos en la ignorancia. Ahora esperamos la llegada del 5G tumbados en la hamaca, confiados a la magia. El 5G ser¨¢ la pr¨®xima gran revoluci¨®n en las telecomunicaciones. De este nuevo desarrollo depender¨¢ eso que llamamos el Internet de las Cosas o el coche aut¨®nomo. Todo lo que apunta hacia una vida m¨¢s c¨®moda se?ala tambi¨¦n el horizonte de una vida menos privada. As¨ª funciona este segmento de negocio, un nuevo totalitarismo que se impone no a trav¨¦s de la coerci¨®n y el miedo, sino de un modo m¨¢s sutil, a trav¨¦s de la facilidad en el consumo y el confort dom¨¦stico. La velocidad prometida de 10 Gbps de bajada anuncian el 5G como la llave definitiva a la hiperconectividad.
La subasta de frecuencias radioel¨¦ctricas celebrada hace d¨ªas en Alemania ha rebasado en las pujas los 5.000 millones de euros. Seg¨²n la Agencia Federal de Redes, hasta el momento se han realizado 171 rondas de pujas, todas ellas repartidas entre los cuatro operadores invitados al proceso: Telef¨®nica, Deutsche Telekom, Vodafone y Drillisch. El Gobierno alem¨¢n recaudar¨¢ esos 5.000 millones de euros por la concesi¨®n de las bandas y destinar¨¢ los ingresos, seg¨²n ha prometido, a mejorar la cobertura nacional y la infraestructura digital en todo el pa¨ªs, con especial atenci¨®n al desarrollo del conocimiento en escuelas e institutos. En el Reino Unido las autoridades sacaron a subasta las primeras redes de 5G y recaudaron cerca de 1.000 millones de euros. All¨ª se esperaba una contenci¨®n de precios para favorecer la competencia, pero la autoridad reguladora tuvo que intervenir para evitar situaciones de monopolio en el mercado y, pese a ello, los precios se fueron por las nubes.
Y ahora llega la pregunta inc¨®moda. ?Cu¨¢nto de todo esto sucede en Espa?a con la misma claridad y contundencia econ¨®mica? La subasta de julio del a?o pasado alcanz¨® los cien millones de euros en Espa?a y no hay previsiones fiables. Los ciudadanos no est¨¢n enterados de algo b¨¢sico, que en el desarrollo tecnol¨®gico se expropian terrenos colectivos para ced¨¦rselos a intereses econ¨®micos muy concretos. El negocio, que es la base del desarrollo, est¨¢ obligado a compensar a los Estados. Y esa compensaci¨®n forma parte de nuestra riqueza. La permuta de terrenos f¨ªsicos de lo p¨²blico a lo privado nos pill¨® desinformados y desemboc¨® en la gran corrupci¨®n urban¨ªstica que a¨²n nos asombra. Sin escarmentar, seguimos pensando que unos santos y esforzados gigantes de las teleco nos ofrecen servicios gratis por cari?o. Nuestra ingenuidad digital es peligrosa. Frente a la evoluci¨®n ponemos una sonrisa bobalicona. La negociaci¨®n de los caladeros en aguas ajenas y la cuota de mercado para nuestra flota pesquera nos resulta familiar, pero la tierra y el mar que est¨¢n ahora en subasta son invisibles. Pero del precio contante y sonante depende nuestro futuro.
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