R¨¦quiem por un autom¨®vil
Cambiar de coche cuando conduces uno que funciona, aunque tenga m¨¢s de 15 a?os y sea di¨¦sel, puede convertirse en un problema
QUERIDO JOS? Vicente: te dir¨¢s por qu¨¦ me escribe esta mujer una carta. Qu¨¦ rara es. S¨ª, soy rara. El m¨®vil me desespera. Tardo siglos en escribir un pu?etero whats?app. Y adem¨¢s, lo que necesito decirte es largo. Tengo que cambiar de coche. As¨ª, como lo oyes.
Sin anestesia. El m¨ªo tiene ya m¨¢s de 15 a?os y adem¨¢s es di¨¦sel. Eso en t¨¦rminos contempor¨¢neos es como ir a lomos de uno de los cuatro caballos del Apocalipsis. No, no s¨¦ exactamente cu¨¢ntos caballos tiene, pero no creo que importe porque no me van a dar ni un duro por ¨¦l. Mi coche en ese momento es un proscrito, un desecho de la humanidad. Pero yo le tengo afecto, comprendes. Mucho. Es un coche peque?o, pero me ha hecho much¨ªsimo servicio sin fallarme jam¨¢s. Eso no se puede decir de la mayor¨ªa de las personas. He viajado al norte, al sur, al este y, no, al oeste no porque no me muevo mucho por esa franja. En la familia le pusimos nombre y todo, Diablillo Rojo, porque, pese a su reducido tama?o, culebreaba por la ciudad y por esas carreteras de Dios con mucho br¨ªo. Pero, como a todos, le ha llegado su hora. A ver, enti¨¦ndeme, circula perfectamente. Incluso en Semana Santa nos llev¨® y nos trajo de la playa como si tal cosa. Y gasta poqu¨ªsimo, porque, tal y como me asegurabas cuando me lo recomendaste, all¨¢ por 2003, su motor es un prodigio tecnol¨®gico. Y sus emisiones muy bajas, que lo pone en el papel de la ITV. Pero como eso solo lo sabemos t¨², como mec¨¢nico, y yo, como ama, me siento una desaprensiva si me aventuro por la ciudad al volante, eso s¨ª, siempre alerta para no sobrepasar la l¨ªnea roja que separa los barrios del centro, tab¨² para mi Diablillo y para m¨ª. La cuesti¨®n es que no s¨¦ qu¨¦ autom¨®vil comprarme. O sea, una idea tengo: peque?o y econ¨®mico. He visto que se estilan los el¨¦ctricos, pero tambi¨¦n compruebo que escasean las electrolineras. ?Y c¨®mo voy a llegar al norte, al sur, al este y (tal vez) al oeste si no puedo recargarlo? Mis amigas me hablan de los h¨ªbridos, pero ?no ser¨¢ eso una moda que en poco tiempo se demuestre poco funcional? Ten en cuenta lo que estiro yo los coches, me duran m¨¢s que los maridos. Por la confianza que nos tenemos tras tanto cambio de aceite, te confieso que estoy tentada de echar otras cuentas. ?Cu¨¢ntos taxis me podr¨ªa coger y durante cu¨¢ntos a?os por el precio de un coche? Quiz¨¢ muy pronto tener auto sea tan anticuado como escribir cartas. Quiz¨¢ haya otras soluciones: alquilar puntualmente, compartir¡ Quiz¨¢ los coches sean como el cine en la gran pantalla: un invento que nos parec¨ªa tan moderno como imperecedero, pero que al final ha durado poco m¨¢s de 100 a?os.
Tambi¨¦n me produce sufrimiento pensar que mi cochecito ir¨¢, como los viejos proyectores de esos cines palaciegos hoy supermercados, al desguace. He sufrido demasiadas p¨¦rdidas ¨²ltimamente. No sabr¨ªa afrontarlo.?
?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde acaba de publicar Despu¨¦s de Kim (Duomo).
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