Simple voluntad
El deshielo entre partidos marginar¨ªa al independentismo y la ultraderecha
La dificultad de articular mayor¨ªas de gobierno a partir de los resultados electorales del pasado domingo parece haber forzado una reconsideraci¨®n de las estrategias seguidas por los diferentes partidos. Las barreras levantadas durante la anterior legislatura y las sucesivas campa?as electorales siguen en pie, pero las declaraciones en las que los portavoces de las principales fuerzas pol¨ªticas han tratado de fijar el punto de partida en caso de que se abran negociaciones apuntar¨ªan hacia un t¨ªmido deshielo. El partido socialista ha aprovechado la debilidad de Unidas Podemos tras su severa p¨¦rdida de apoyo en las urnas para dirigirse a Ciudadanos y solicitarle que reconsidere la negativa a cualquier acuerdo entre ambos grupos. Ciudadanos, por su parte, ha respondido mediante un discurso de calculada ambig¨¹edad: colocar el acento en las condiciones para una eventual negociaci¨®n con los socialistas puede significar que no tiene ninguna intenci¨®n de emprenderlas, pero tambi¨¦n que no las rechaza de entrada.
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La cautela en las aproximaciones preliminares es obligada por el hecho de que la confrontaci¨®n lleg¨® demasiado lejos. Pero tambi¨¦n porque los partidos que han obtenido representaci¨®n institucional en las tres recientes convocatorias electorales admiten su disposici¨®n a considerar simult¨¢neamente todos los tableros, arriesgando a perder en coherencia lo que pueden ganar en flexibilidad. A este respecto, el n¨²cleo alrededor del cual puede orbitar buena parte de los acuerdos es Barcelona. La raz¨®n fundamental es que es ah¨ª, en el Ayuntamiento de la capital catalana, donde Ciudadanos se enfrenta al dilema crucial de consentir un triunfo independentista o levantar el veto a la izquierda. Con la presi¨®n a?adida de que su candidato a la alcald¨ªa, Manuel Valls, amenaza con romper con el partido si este suscribe alg¨²n g¨¦nero de pacto directo o indirecto con la ultraderecha. Tambi¨¦n la alcaldesa saliente, Ada Colau, ha matizado la rotundidad con que inicialmente rechaz¨® cualquier entendimiento con Valls, por m¨¢s que remita la decisi¨®n ¨²ltima a unas bases muy divididas al respecto.
Nada garantiza que abandonar la asfixiante madeja de vetos, cordones sanitarios y l¨ªneas rojas en los que se encuentra atrapada la pol¨ªtica espa?ola permita cerrar pactos para gobernar Ayuntamientos, autonom¨ªas o constituir un Ejecutivo central; lo que s¨ª resulta incontestable, por el contrario, es que mantenerla prefigura un horizonte de divisi¨®n y oscurantismo, donde las fuerzas pol¨ªticas que aspiran a desbordar el marco de convivencia habr¨ªan recibido a cambio de nada el regalo de un poder arbitral determinante. La ultraderecha obtuvo el pasado domingo menos sufragios que ERC, y ambas fuerzas se encuentran entre las minoritarias en el conjunto del pa¨ªs. Resultar¨ªa de todo punto inexplicable que los partidos que han recibido el apoyo electoral mayoritario concedieran a los que se sit¨²an en los extremos la influencia que las urnas no les han reconocido, solo porque son incapaces de entenderse entre ellos. Y no en virtud de que sus programas sean incompatibles, sino de un rechazo de principio a negociar.
La incorporaci¨®n de la ultraderecha o de los independentistas a una u otra instancia de la gobernabilidad del Estado no es en ning¨²n caso resultado de una inevitable necesidad aritm¨¦tica, sino de una simple voluntad pol¨ªtica que, eso s¨ª, resulta indistinguible de la obcecaci¨®n.
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