Intercambio de cromos
Llama la atenci¨®n que ahora se entre en operaciones inimaginables hace apenas una semana
Despu¨¦s del largo proceso electoral pasamos ahora a la fase de los pactos. Ha dejado de ser ya el momento del protagonismo de los ciudadanos para que los pol¨ªticos retornen al centro del escenario. Empieza la subasta de plazas o, si se prefiere, la negociaci¨®n. Madrid, en sus dos unidades de poder pol¨ªtico, Navarra y Barcelona parecen los lugares decisivos. El resto merece menor atenci¨®n, pero para los implicados, para los que se juegan aquello que los condujo a la pol¨ªtica, la cuesti¨®n es de vida o muerte.
Comienza as¨ª una especie de guerra de posiciones entre los partidos, donde las rigideces de los discursos elevados durante la precampa?a se torna en un mayor pragmatismo. Los principios tan asentados antes de las elecciones parecen debilitarse ante la expectativa de los cargos. Lo sorprendente no es que se negocie, as¨ª lo han querido los ciudadanos al fragmentar el voto; lo que de verdad llama la atenci¨®n es que ahora se entre en operaciones inimaginables hace apenas una semana. ?Alguien pensaba, por ejemplo, que cupiera alguna alternativa a gobiernos de la derecha en Madrid una vez conocidos los resultados? Y, sin embargo, ahora empieza a ser viable.
El partido m¨¢s r¨ªgido durante la campa?a, Ciudadanos, parece ahora el m¨¢s d¨²ctil y el m¨¢s abierto a escuchar ofertas que vengan del PSOE. Para algunos ser¨¢ visto como una traici¨®n; otros lo celebran como una vuelta a la sensatez. Pero lo es solo a medias. Su direcci¨®n parece haber decidido la presencia de dos l¨®gicas distintas seg¨²n la escala de gobierno. Flexibilidad pact¨ªstica en los ¨¢mbitos local y regional, rigidez extrema en el nacional. O sea, tocar todo el poder posible en el primero, aspirar al liderazgo del centro derecha en el segundo. Un medio distinto para cada fin.
El caso del l¨ªder de Podemos es diferente. Iglesias parece haber entrado en fase hiperactiva y de continuo postureo. El objetivo aqu¨ª es el contrario al de Cs, la ¨ªntima conexi¨®n entre los apoyos en el Congreso, que se hacen dependientes de su posible incorporaci¨®n al Gobierno, y los de las escalas inferiores. Se trata de vender su derrota en las urnas como una victoria en el posterior reparto del poder. Su punto d¨¦bil es que su potencial contribuci¨®n para una de las batallas decisivas, el ayuntamiento de Barcelona, es irrelevante.
Si son ciertas estas nuevas veleidades de Ciudadanos, el PP y Vox aparecen como los convidados de piedra en toda esta fiesta del intercambio de cromos. Lo ocurrido en Andaluc¨ªa habr¨ªa sido as¨ª el verdadero MacGuffin hitchcockiano de estos ¨²ltimos procesos electorales. Lo condicion¨® todo, pero al final result¨® ser una pista falsa.
Queda por saber lo que en realidad importa, c¨®mo acabar¨¢ la gobernabilidad general del pa¨ªs, el ¨²ltimo moj¨®n de esta agotadora galopada pol¨ªtica. Llegaremos extenuados y ya aburridos. Aunque puede que tenga raz¨®n La Rochefoucault: ¡°el aburrimiento en exceso sirve para desaburrirnos¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.