Desde Senegal, hablando para el sudoeste
El oeste africano tiene muchos parecidos con el sudoeste franc¨¦s, espa?ol o portugu¨¦s y este columnista no entiende por qu¨¦ se trata a sus habitantes como desechos que se pueden tirar al mar
Queridos amigos del sudoeste, escribo desde Senegal. Est¨¢ al sudoeste de vosotros. ?Siempre estamos al sudoeste de alg¨²n otro! Sabed que para los senegaleses el Pa¨ªs Vasco est¨¢ al nordeste. Para los franceses Espa?a est¨¢ al sudoeste y Senegal, al sudoeste del sudoeste. Este art¨ªculo corre el riesgo de abundar en t¨®picos, perdonadme por creer que comprendo un pa¨ªs cuando paso all¨ª una semana de vacaciones con mi hija mayor.
El oeste africano tiene muchos parecidos con el sudoeste franc¨¦s, espa?ol o portugu¨¦s. Hace frente al mismo oc¨¦ano (el Atl¨¢ntico) con las mismas olas cuya espuma hace burbujear la arena. Es cierto que llueve menos a menudo y que aqu¨ª los cocoteros reemplazan a los pinos, pero aparte de este detalle no veo diferencias mayores que justifiquen que tratemos a sus habitantes como desechos que podemos tirar de nuevo al mar. Respecto a este asunto he constatado que los surfistas africanos son m¨¢s valientes que los franceses, ya que suelen hacer eslalon entre tiburones.
Me gustar¨ªa alertar a aquellos que afirman que no hay tiburones en Biarritz. Con el recalentamiento del mar, parece bastante probable que nos crucemos este verano con algunos escualos migrantes en las costas vascas. Y no me refiero a Donald Trump, que viene el pr¨®ximo 27 de agosto a Biarritz. Mi amigo Christian asegura haber visto un gran blanco en la bah¨ªa de San Sebasti¨¢n. Es verdad que me hizo esta confidencia a una hora tard¨ªa, pero, a¨²n as¨ª, hay que escuchar la sabidur¨ªa de los viejos lobos de mar. Este verano no os ba?¨¦is en las costas hisp¨¢nicas.
Los rapsodas de Senegal recitan poemas, predicen el futuro, ense?an los principios fundamentales: Dios cre¨® el bien y el mal, al hombre y la mujer, el calor y el fr¨ªo
En Senegal se escucha a los griots, sus rapsodas. Me he cruzado con unos cuantos. Recitan poemas, predicen el futuro, ense?an los principios fundamentales: Dios cre¨® el bien y el mal, al hombre y la mujer, el calor y el fr¨ªo. Por un momento cre¨ª entender por fin el sentido de la vida. Al d¨ªa siguiente, era incapaz de recuperar la claridad del pensamiento del viejo sabio de Casamanza. Ya no estaba al sudoeste, sino simplemente al oeste, expresi¨®n que para nosotros los franceses significa estar un poco loco. ?Existe alguna idea as¨ª de rara en vuestro idioma?
Tambi¨¦n he aprendido danzas tradicionales senegalesas. Hay que patear el suelo muy r¨¢pido y despu¨¦s levantar una pierna muy alto. Es tremendamente elegante cuando lo hace una senegalesa o un senegal¨¦s con los pies descalzos rodeados de tobilleras. Cuando lo hago yo, parece una mala imitaci¨®n de Johnny Clegg llevada a cabo por un punki perroflauta en los Sanfermines.
Quisiera dar las gracias a toda la gente que me ha acogido en Senegal, los pescadores en sus piraguas, los guitarristas hipn¨®ticos y a la bonita persona que me ha ense?ado a decir beso en la lengua wolof. Se pronuncia foon. Yo le he ense?ado ha decir beso en euskera: muxu. Ella se ha re¨ªdo mucho, su marido no tanto. Son estos peque?os matices sem¨¢nticos los que crean la belleza de todos los sudoestes del mundo.
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