Inter¨¦s espurio
El independentismo solo busca poner Barcelona al servicio de su causa
![La alcaldesa de Barcelona Ada Colau, durante el ¨²ltimo pleno municipal hasta la constituci¨®n del nuevo Ayuntamiento.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LYTJDBO57YP7HUIZIWTUK5LFUA.jpg?auth=fbab9c48024687a3a08b8630b69935cc8830082c3a7af88d4e16964f5bf80ebc&width=414)
La alcaldesa en funciones y candidata al Ayuntamiento de Barcelona, Ada Colau, intentar¨¢ revalidar el pr¨®ximo s¨¢bado su mandato con el apoyo de los electos socialistas. Durante los ¨²ltimos d¨ªas han aparecido pintadas insultantes e intimidatorias en las sedes del partido de Colau, realizadas por grupos independentistas que le reprochan no apoyar la alternativa de Ernest Maragall, de ERC. Maragall, por su parte, no solo no ha desautorizado estas acciones, sino que ha redoblado las descalificaciones contra Colau. Tampoco la Generalitat ha tenido palabras de reproche para quienes asaltan sedes de partidos rivales, sino que ha preferido sumar a la condescendencia una nueva teor¨ªa de la conspiraci¨®n, asegurando que Colau es parte de una operaci¨®n del Estado contra el independentismo.
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En realidad, es este ¨²ltimo el que ha actuado contra s¨ª mismo al dejar claro en la disputa por el Ayuntamiento de Barcelona qu¨¦ entiende por democracia, como ya hizo en el Parlament en septiembre de 2017 y no cesa de reiterar cada d¨ªa que permanece aferrado a un Govern en minor¨ªa y paralizado. En el razonamiento del independentismo, los votos que recibe deben prevalecer sobre los de las otras fuerzas pol¨ªticas, de modo que una exigua mayor¨ªa en el Parlament es suficiente para declarar la secesi¨®n de Catalu?a o la simple minor¨ªa con m¨¢s votos en el Ayuntamiento de Barcelona para poner la ciudad al servicio de su programa de ruptura en nombre de no se sabe qu¨¦ derechos ni qu¨¦ libertades.
La operaci¨®n de Estado que la Generalitat se obsesiona con ver detr¨¢s de la candidatura de Colau es solo una manifestaci¨®n de los l¨ªmites de un independentismo enrocado en su quimera, que no es mayoritario en la sociedad catalana y al que las actitudes ventajistas han condenado a pactar consigo mismo o no pactar con nadie. Antes que reconocer esta evidencia, Maragall ha preferido llevar la negaci¨®n freudiana hasta declarar que su partido no veta a los socialistas, cuando hace apenas unas semanas impidi¨® que Miquel Iceta llegara al Senado. La desenvoltura con la que Maragall se arriesga a realizar afirmaciones como esta solo corrobora su voluntad de convertir Barcelona en altavoz del independentismo, no su compromiso municipal con la ciudad.
Colau ha demostrado habilidad al jugar contando con este inter¨¦s espurio de Maragall por alcanzar la alcald¨ªa, y tambi¨¦n anticipando que los socialistas, adem¨¢s de Manuel Valls, tratar¨ªan de evitar cualquier uso propagand¨ªstico de la ciudad a favor del independentismo. Ahora bien, tensar la cuerda en exceso era una tentaci¨®n que podr¨ªa haber frustado sus posibilidades de repetir mandato. La posibilidad de llegar a la constituci¨®n del Ayuntamiento sin un acuerdo con los socialistas era un camino seguro para despertar la sospecha de que Colau pudiera erigirse en administradora de un tripartito de facto que los incluyera junto a ERC, negociando con unos o con otros seg¨²n conviniera. Barcelona, sin embargo, merece ser gobernada como la ciudad que es, no como municipio instrumental para las ambiciones de nadie.
Maragall se ha confesado incapaz de hacerlo porque su ¨²nico objetivo es ponerla al servicio de la secesi¨®n. Colau tiene en su mano lograrlo con un programa municipal que puede empezar a negociar ya con los socialistas y que puede profundizar m¨¢s adelante.
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