S¨ªntoma navarro
No se trata de distinguir entre fuerzas radicales sino de defender el sistema

Los pactos para formar Gobierno en la Comunidad Foral de Navarra son hasta el momento uno de los m¨¢s claros ejemplos de las dificultades que encontrar¨¢n las fuerzas pol¨ªticas para encajar los resultados de las elecciones municipales, auton¨®micas y generales. En el caso de esta comunidad, la ecuaci¨®n se resume en que los 20 esca?os de la coalici¨®n Navarra Suma, que, adem¨¢s de UPN, incluye al Partido Popular y Ciudadanos, no permiten investir un Ejecutivo, al tiempo que la mayor¨ªa alternativa liderada por los socialistas, con 23 esca?os, necesitar¨ªa de la abstenci¨®n de los siete diputados de EH Bildu.
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El rompecabezas se vuelve a¨²n m¨¢s complejo si se toman en consideraci¨®n los efectos directos que la opci¨®n que se adopte en la comunidad foral puede tener sobre el Ayuntamiento de Pamplona, que recaer¨ªa en EH Bildu si obtuviera el apoyo de los concejales socialistas, y sobre la formaci¨®n del Gobierno central, en la medida en que Pedro S¨¢nchez necesita de votos adicionales eventualmente procedentes de UPN, como se ha adelantado a ofrecer esta fuerza. Adem¨¢s, la soluci¨®n que se alcance en la comunidad foral tendr¨ªa efectos indirectos sobre las negociaciones en curso en otros Ayuntamientos y comunidades si unos partidos deciden servirse de las combinaciones en las que participe EH Bildu como excusa para sus tratos con Vox, y al contrario.
La diversidad de las mayor¨ªas posibles en municipios y comunidades impedir¨¢ seguramente el cumplimiento de las directrices que cada formaci¨®n ha cursado a sus organizaciones territoriales, m¨¢s preocupadas por la necesidad de justificar los pactos m¨¢s relevantes que por mantener una imperturbable coherencia en la totalidad de las numerosas negociaciones en curso. La probable inviabilidad de esas directrices no equivale, sin embargo, a la ausencia de reglas en el sistema ni tampoco a la autom¨¢tica derogaci¨®n de las consideraciones pol¨ªticas sobre la participaci¨®n en los posibles pactos, de manera que cualquier salida donde no existan mayor¨ªas claras deba considerarse aceptable.
En 2007, los socialistas de Navarra renunciaron a formar Gobierno ante la imposibilidad de hacerlo sin el apoyo de una fuerza abertzale. En estos momentos se encuentran ante una tesitura semejante, con la diferencia de que bastar¨ªa la abstenci¨®n y de que las fuerzas que reprochan esta combinaci¨®n pretenden justificarla en otros lugares solo porque sustituyen el papel de EH Bildu por el de Vox. La pregunta a la que parece obligar este doble rasero es en qu¨¦ se diferencian unas fuerzas radicales de otras, cuando lo que realmente importa es c¨®mo se defiende el sistema constitucional frente a sus amenazas.
Es a esta pregunta sobre el c¨®mo, y no a la primera sobre el qu¨¦, a la que deber¨¢n contestar sin duda los socialistas en Navarra, alejando cualquier equ¨ªvoco acerca de un compromiso cruzado con EH Bildu entre el Ayuntamiento de Pamplona y la comunidad. Pero es tambi¨¦n la pregunta a la que est¨¢n obligados a responder el Partido Popular y Ciudadanos, cuando en lugares no menos trascendentales que Navarra se disponen a formar mayor¨ªas en las que Vox tiene un papel decisivo, que incluye en ocasiones el voto favorable. De la respuesta que proporcionen unos y otros depende no solo el Gobierno de una autonom¨ªa y el Ayuntamiento de una capital, sino la naturaleza del s¨ªntoma manifestado en Navarra.
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