As¨ª de simple, as¨ª de triste
Es l¨®gico admitir que Ciudadanos ya no es un partido que se sienta concernido por la estabilidad gubernamental
Hay quien todav¨ªa ve en Ciudadanos un partido pol¨ªtico relevante llamado a jugar un papel importante en la gobernabilidad de Espa?a. Muchos otros tambi¨¦n creen que Rivera re¨²ne condiciones para gestionar con responsabilidad desaf¨ªos pol¨ªticos de cierta magnitud, aunque pasa el tiempo y no hay pruebas de que sea realmente as¨ª. Cuando reflexionamos en t¨¦rminos de preferencias o gustos personales todo resulta v¨¢lido, aceptable y no necesita de demasiada justificaci¨®n. Sin embargo, si se trata de hacer an¨¢lisis pol¨ªtico es imprescindible acompa?ar los postulados de algunas evidencias para considerar solo aquellos escenarios que resulten cre¨ªbles. Lo contrario no deja de ser un ejercicio especulativo o meramente voluntarista.
Algo de esto ¨²ltimo ocurre, a mi juicio, cuando se aborda la pretendida permeabilidad de Ciudadanos a las cr¨ªticas que ha suscitado su estrategia de pactos, o cuando se le invita a abstenerse en la investidura de Pedro S¨¢nchez. No hay elementos objetivos que permitan concluir que tales cosas entren dentro de lo probable. De hecho, el l¨ªder de Cs, al margen de algunos disimulos, no ha mostrado mucha incomodidad por desplazar ideol¨®gicamente al partido hasta el bloque de las derechas. Tampoco parece que vaya a influir en las decisiones org¨¢nicas de la formaci¨®n los reproches que lanza el entorno de Macron por unos acuerdos con la extrema derecha que encuentra discutibles, como miembro del grupo europeo de los liberales. La realidad es que, hasta ahora, nada ha frenado a Ciudadanos en su estrategia desacomplejada de contar con Vox para hacer que gobierne preferentemente el PP.
El partido tampoco ofrece ninguna se?al favorable a su abstenci¨®n en la sesi¨®n de investidura de S¨¢nchez como presidente del Gobierno. Todo apunta, m¨¢s bien, en sentido contrario. As¨ª, aunque en el partido existieran voces que estimaran inteligente sacar rendimiento a una abstenci¨®n por el inter¨¦s de Espa?a, no se puede ignorar la resistencia interna que mostrar¨ªa Rivera para enmendar un planteamiento pol¨ªtico propio formulado en t¨¦rminos de veto ad personam. En consecuencia, no es imaginable un giro de tal envergadura, al menos, mientras ¨¦l siga dirigiendo Ciudadanos.
Por todo lo expuesto, es l¨®gico admitir que Cs ya no es un partido que se sienta concernido por la estabilidad gubernamental, ni su actual l¨ªder est¨¢ siquiera en condiciones de asumir la responsabilidad (y generosidad) pol¨ªtica que implicar¨ªa garantizar el arranque de una legislatura con un Gobierno socialista. Bajo el liderazgo de Rivera, la formaci¨®n parece aspirar exclusivamente a ejercer una oposici¨®n de corte obstruccionista desde el rinc¨®n m¨¢s rocoso de la confrontaci¨®n entre bloques. En suma, un partido cada vez m¨¢s estridente y contradictorio, abocado a ocupar espacio informativo, pero improductivo para la gobernabilidad de una Espa?a que se declara plural, tolerante y necesitada de pol¨ªticos audaces en el empe?o de crear espacios de entendimiento. As¨ª de simple. As¨ª de triste.
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