En el trato con los populistas de derechas, Suiza lleva ventaja
?Integrar o excluir? ?Qu¨¦ funciona mejor con los Le Pen, Farage y Blocher? Europa puede aprender de nosotros la parte positiva y la negativa
En Francia, Marine Le Pen empuja; en Inglaterra triunfa Nigel Farage; en Italia gana Matteo Salvini; y en Hungr¨ªa domina Viktor Orb¨¢n. Por el contrario, en Austria ha fracasado el intento de incluir a la formaci¨®n nacionalista de derechas Partido de la Libertad de Austria en el Gobierno conservador (al igual que todos los intentos anteriores), y en Alemania los partidos siguen esforz¨¢ndose por mantener a Alternativa para Alemania lo m¨¢s lejos posible.
?Integrar o excluir? ?Qu¨¦ funciona mejor a la larga? O, invirtiendo los t¨¦rminos: ?negar el poder a un partido puede favorecerlo, al permitirle presentarse como v¨ªctima? ?Obtendr¨¢ as¨ª una recompensa mayor por parte de su electorado? A este interrogante se enfrenta Alemania. Austria ya ha respondido: quien pacta con la extrema derecha y la lleva al Gobierno tendr¨¢ que v¨¦rselas con un partido que no puede gobernar pero que, al distinguirse por la difamaci¨®n y el esc¨¢ndalo, ensucia a todo el Ejecutivo.
El SVP ha barbarizado la atm¨®sfera pol¨ªtica del pa¨ªs. Los partidos se ven obligados a justificar constantemente su posici¨®n
Suiza tambi¨¦n es un caso aparte en lo que a estos dilemas se refiere. El caso excepcional por el que se tiene a s¨ª misma. La Confederaci¨®n fue el primer pa¨ªs de Europa en el que un partido de derechas, nacionalista y neoliberal a imagen y semejanza de los republicanos estadounidenses cobr¨® fuerza, consigui¨® un gran n¨²mero de votos y determin¨® la agenda pol¨ªtica durante d¨¦cadas. Estamos hablando del SVP, el Partido Popular Suizo.
El sistema pol¨ªtico se complic¨® la vida durante mucho tiempo con esta formaci¨®n de la derecha radical, pero desde que el Parlamento elige con regularidad a miembros que no representan su cara amable, sino su verdadera orientaci¨®n, la agitaci¨®n se ha calmado. El SVP ya no puede decir que lo apartan del poder. Al mismo tiempo, la gente ve c¨®mo funcionan sus Consejos Federales y asiste a su p¨¦rdida de fascinaci¨®n.
Que las suizas y los suizos no conf¨ªan demasiado en la capacidad de liderazgo de los pol¨ªticos del SVP queda de manifiesto en los cantones, cada uno de los estados miembros que forman la Federaci¨®n suiza. En ellos, el partido logra tener muchos menos puestos en el Gobierno de lo que le corresponder¨ªa por porcentaje de votos, y en los cantones de habla francesa ha perdido todos los que ten¨ªa.
Suiza funciona con una gran coalici¨®n permanente cuyas decisiones pueden ser corregidas mediante refer¨¦ndum. La inclusi¨®n de fuerzas pol¨ªticas siempre ha dado buenos resultados, primero con el partido de la minor¨ªa cat¨®lica, luego con los socialdem¨®cratas, y ahora ¡ªal menos eso parece¡ª con el SVP. Pero este sistema no es exportable, y menos a¨²n a Austria y Alemania, ya que ambos pa¨ªses tienen un pasado fascista cuyas secuelas alcanzan al presente.
No obstante, ?qu¨¦ puede aprender Europa de nosotros en cuanto a la parte positiva y la parte negativa? Primero la negativa: el SVP ha barbarizado la atm¨®sfera pol¨ªtica del pa¨ªs. Los partidos se ven obligados a justificar constantemente su posici¨®n, y los medios de comunicaci¨®n est¨¢n abonados de manera autom¨¢tica a los temas del SVP. Cuando este vocifera, vociferan ellos tambi¨¦n. Y ahora la parte positiva: la formaci¨®n ha perdido estrepitosamente las tres ¨²ltimas elecciones regionales. La raz¨®n es que hay un tema que domina la actualidad contra el que no pueden arremeter: el clima.
Jean-Martin B¨¹ttner es redactor y analista del Tages-Anzeiger de Z¨²rich.
Traducci¨®n de News Clips.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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