¡®Sorpassismo¡¯
Un objetivo leg¨ªtimo puede convertirse en una obsesi¨®n y hacer que la b¨²squeda del fin desatienda los datos de la realidad, el mayor pecado de la pol¨ªtica
D¨ªcese de la inmoderada obsesi¨®n de los nuevos partidos espa?oles nacidos de la crisis pol¨ªtico-econ¨®mica por superar en votos o esca?os a aquellos que integraban nuestro tradicional bipartidismo imperfecto. La aspiraci¨®n por conseguir desplazar a estos partidos de su hasta entonces privilegiado lugar, perfectamente l¨®gica y coherente en un sistema de competencia interpartidista, recibi¨® el nombre italiano de sorpasso, adelantamiento, superaci¨®n, acto de sobrepasar. El uso de este t¨¦rmino en Italia alud¨ªa al constante intento del PC italiano por tratar de imponerse a la Democracia Cristiana, con el cambio pol¨ªtico cualitativo que eso significaba. Su sem¨¢ntica se extend¨ªa, pues, a algo m¨¢s que la victoria de un partido sobre otro, ser¨ªa la diferencia llamada a introducirnos en una nueva democracia.
No es de extra?ar, por tanto, que el primer partido en importarlo fuera Podemos en su tentativa por arrumbar al PSOE y convertirse en el referente espa?ol de los partidos de izquierdas. Pero no de una izquierda cualquiera, sino de un movimiento con la capacidad de romper con el anterior modelo de la Transici¨®n. Y tanto en las elecciones de 2015 como en las de 2016 estuvieron a punto de conseguirlo, al menos en votos. Lo que es importante observar es c¨®mo la b¨²squeda del sorpasso, objetivo perfectamente leg¨ªtimo, decimos, puede devenir en algo distinto cuando se convierte en una obsesi¨®n, cuando se carga de hybris y hace que la b¨²squeda del fin desatienda los datos de la realidad, el mayor pecado de la pol¨ªtica. Es el momento en el que hace presencia el sorpassismo.
En Podemos pudimos percibirlo cuando en 2016 abort¨® la posibilidad de otorgar la investidura a una posible coalici¨®n de PSOE y Ciudadanos, propiciando as¨ª que el PP acabara haci¨¦ndose con el Gobierno. Desde entonces tanto ¨¦l como sus confluencias vagan err¨¢ticos por el sistema de partidos espa?ol, aunque ¨²ltimamente han intercambiado la ¨¦pica originaria por el m¨¢s rentable papel de partido-muleta de los socialistas que busca permutar apoyos por cargos.
Despu¨¦s apareci¨® un curioso caso de sorpassismo agudo en el otro nuevo partido, Ciudadanos. Aqu¨ª el viaje fue a la inversa del de Podemos. Naci¨® como partido bisagra, pragm¨¢tico y templado, centrista, con capacidad para pactar a ambos lados del espectro pol¨ªtico. En un sorprendente giro pol¨ªtico abandon¨® toda su prudencia realista para intentar convertirse en el primer partido del centro derecha. Lo sorpresivo es que carece de la ¨¦pica asociada a la misma idea de sorpasso ¡ªen realidad no hay una propuesta diferencial relevante respecto del PP, por ejemplo¡ª, y, sobre todo, porque su intento de conseguir el adelantamiento ya hab¨ªa sido refutado por los ¨²ltimos datos electorales.
Esta curiosa actitud impuesta por su l¨ªder alter¨® en parte el sentido del t¨¦rmino sorpassismo, que pas¨® a equivaler, pura y simplemente, a ofuscaci¨®n por alcanzar el poder supremo dentro de uno de los dos grandes ejes ideol¨®gicos sin considerar otras opciones que se presentan objetivamente como m¨¢s rentables pol¨ªticamente. (Para m¨¢s informaci¨®n, cons¨²ltese ¡°el misterio Rivera¡±, ¡°psicopatolog¨ªas pol¨ªticas¡±, ¡°hiperliderazgos fantasmas¡±).
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