Zapatero desencadenado
El expresidente del Gobierno trastorna la separaci¨®n de poderes reclamando indulgencia e indultos
Es preferible un jarr¨®n chino a un bid¨®n de nitroglicerina. O sea, que m¨¢s vale un expresidente del Gobierno decorativo y contemplativo ¡ªMariano Rajoy en Ibiza¡ª de cuanto cuestan las intervenciones extempor¨¢neas de Rodr¨ªguez Zapatero en la extra?a pedagog¨ªa del di¨¢logo y el amor.
Extra?a quiere decir que los himnos de ZP a la concordia requieren, al parecer, el sacrificio de la separaci¨®n de poderes. De otro modo, no se explica que el ex jefe de Gobierno socialista tanto recomendara a los jueces del Supremo administrar una sentencia indulgente a los art¨ªfices del proc¨¦s como aludiera a la f¨®rmula redentora de un indulto. Habr¨ªa que ¡°estudiarlo¡±, sosten¨ªa Zapatero en la entrevista incendiaria que concedi¨® a la emisora Rac1, no ya abusando de la propia injerencia, o profanando la tumba de Montesquieu, sino subestimando que los espacios de di¨¢logo ¡ªel Parlament, las instituciones, la Generalitat, TV3¡ª permanecen secuestrados por el soberanismo.
La sobreexposici¨®n de Zapatero a las relaciones con Maduro parece haberle desenfocado el escr¨²pulo que define un Estado de Derecho aseado. Reclamaba el expresidente una sentencia propicia, sensible a la convivencia, m¨¢s o menos como si los jueces del Supremo tuvieran que abstraerse de la materia penal o delictiva en aras de un dictamen conciliador.
Se los obliga a prevaricar con elegancia. Y se adhiere Zapatero a la percepci¨®n de un juicio pol¨ªtico cuyo desenlace exige, por lo visto, un veredicto igualmente pol¨ªtico. Pero a¨²n, la hipot¨¦tica sentencia condenatoria en proporci¨®n de los delitos expuestos ¡ªsedici¨®n, rebeli¨®n, desobediencia, malversaci¨®n...¡ª convertir¨ªa a Pedro S¨¢nchez en juez supremo. Estar¨ªa en sus manos el recurso sanador de una medida de gracia a beneficio de la armon¨ªa.
La serenidad con que Zapatero explica sus argumentos no debe confundirse con la obscenidad que los envenena. Parece evidente que una condena ortodoxa, acad¨¦mica, va a instrumentalizarse desde la Catalu?a victimista como una provocaci¨®n del Estado espa?ol y como un tormento a los m¨¢rtires del independentismo, pero no son los jueces quienes alteran la convivencia aplicando las leyes. Lo hacen quienes las vulneran en sus expresiones m¨¢s dram¨¢ticas.
La ruptura de la sociedad, del di¨¢logo, proviene de la extorsi¨®n que ejerce el soberanismo. Los delitos que se han sustanciado en el Supremo forman parte de los m¨¢s graves que pueden cometerse en el contexto de la convivencia. Zapatero reclama un periodo de amnesia. Propone una amnist¨ªa preventiva. Espera de los magistrados m¨¢s sensibilidad a la reacci¨®n pol¨ªtica, medi¨¢tica y social de la sentencia que lealtad al C¨®digo Penal. El planteamiento es impropio de un estadista, pero ilustrativo de la intoxicaci¨®n que la pol¨ªtica ejerce sobre la justicia. El buenismo de Zapatero implica un ejercicio de deslealtad a S¨¢nchez, una intromisi¨®n temeraria que la oposici¨®n del PSOE ha percibido como la prueba del pacto secreto con el independentismo.
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