Tranquilidad

Queridos pensionistas, queridos pobres, queridas familias menesterosas o al borde de la exclusi¨®n, queridos desahuciados, queridos falsos aut¨®nomos, queridos trabajadores precarios, queridos becarios, queridos asalariados que no lleg¨¢is a fin de mes, queridas parejas cuya situaci¨®n econ¨®mica no os permite tener hijos, queridos ni?os sin escolarizar, espa?oles todos: paciencia. Vuestros problemas, aun siendo graves, no pueden compararse con los de S¨¢nchez o Iglesias, tampoco con los de Rivera, Casado, Abascal y dem¨¢s l¨ªderes pol¨ªticos que no gozan todav¨ªa de la estabilidad personal deseable. Tienen sus ansiedades, sus conflictos, sus v¨¢stagos, sus hipotecas, sus ambiciones, su vanidad, sus heridas narcisistas. Y lo que decimos de ellos podr¨ªa aplicarse tambi¨¦n a los rufianes, los torras, los puigdemonts, los junqueras, los forns, los cuixarts, etc.

Hay que priorizar. ?De qu¨¦ hablamos primero, a ver, de constitucionalismo o de desigualdad? D¨ªgalo usted que duerme en la calle. ?Resolvemos su problema de orden pr¨¢ctico o debatimos sobre la vertebraci¨®n de la patria? Evidentemente, prima la vertebraci¨®n. D¨ªgalo usted, si no, se?ora de la limpieza que tarda dos horas en llegar al trabajo y en regresar de ¨¦l. ?Es m¨¢s importante que pongan el metro en su barrio o que discutamos sobre la pertinencia del refer¨¦ndum catal¨¢n?

Lo bueno es que pudiera hacerse todo a la vez, pero la de andar y mascar chicle al mismo tiempo es una utop¨ªa que nos ha hecho da?o a lo largo de la historia. Primero la filosof¨ªa, despu¨¦s, las lentejas. Queridos conciudadanos, tranquilizaos, pues. El Gobierno y la oposici¨®n, o las oposiciones, est¨¢n en lo que deben. Una cosa despu¨¦s de otra. Entretanto, a ver la tele, que es gratis. O casi.