Nuncio cesante

El Gobierno espa?ol decidi¨® ayer lunes presentar una queja ante el Vaticano por las declaraciones del nuncio apost¨®lico en Espa?a, Renzo Fratini, en el sentido de que el traslado de los restos de Franco habr¨ªa reabierto un problema del pasado. Monse?or Fratini, cuya misi¨®n en Madrid concluye hoy, ha realizado consideraciones pol¨ªticas acerca de una decisi¨®n del Estado ante el que est¨¢ acreditado, vulnerando la primera y m¨¢s elemental de las obligaciones diplom¨¢ticas. Con sus palabras fuera de lugar, el representante vaticano no s¨®lo ha llevado a cabo un gesto inamistoso hacia Espa?a, sino que ha dejado en evidencia la posici¨®n de la Santa Sede. A esta le corresponde ahora aclarar si las opiniones de monse?or Fratini fueron a t¨ªtulo estrictamente personal o, por el contrario, trasladaban una posici¨®n oficial.

En el primer caso, no bastar¨ªa con que Roma quisiera dar por zanjado el asunto con la salida del diplom¨¢tico, puesto que su cese estaba decidido antes de que realizara las declaraciones. La injerencia de monse?or Fratini ha sido tan inexcusable que exige una reparaci¨®n espec¨ªfica por parte del Vaticano, a fin de restablecer la confianza entre las partes y restaurar la credibilidad de la posici¨®n de neutralidad que Roma ha venido manifestando hasta ahora. La contenci¨®n demostrada por la diplomacia espa?ola, evitando recordar que esa neutralidad resulta extra?a cuando se refiere a un dictador que se sirvi¨® de la Iglesia para dar cobertura a una Guerra Civil y una interminable represi¨®n, no puede recibir en contrapartida las consideraciones de un jefe de legaci¨®n que, primero, no le corresponden, pero que adem¨¢s, parecen orientadas a crear el problema del que fingen alertar.

Como qued¨® de manifiesto en el Congreso de los Diputados al anunciarse la iniciativa, las diferencias entre los grupos parlamentarios no se refer¨ªan al hecho de que los restos de Franco fueran trasladados a otro lugar, sino al procedimiento legal por el que el Gobierno se dispon¨ªa a hacerlo. Monse?or Fratini obvi¨® esta circunstancia en sus declaraciones, invocando una supuesta controversia entre ciudadanos favorables y contrarios al dictador que se habr¨ªa profundizado en los ¨²ltimos meses. El intento de justificar que los restos de Franco permanezcan en el Valle de los Ca¨ªdos invocando una concordia, que en ning¨²n caso ha estado en cuesti¨®n, seg¨²n hizo monse?or Fratini, es resultado de confundir la neutralidad con la equidistancia, una operaci¨®n que, cuando menos, necesita validar previamente la falacia de colocar en pie de igualdad la ¨ªnfima minor¨ªa de espa?oles nost¨¢lgicos de la dictadura, y la abrumadora mayor¨ªa de los que la censuran.

Por ¨²ltimo, no son monse?or Fratini ni la Iglesia cat¨®lica quienes est¨¢n defendiendo los derechos de la familia de Franco, pidiendo que las decisiones del Gobierno los tomen en consideraci¨®n. Son, por el contrario, los tribunales establecidos por la Constituci¨®n democr¨¢tica que puso fin a la dictadura de su antepasado quienes est¨¢n velando por esos derechos, decidiendo con independencia acerca de su contenido y extensi¨®n. Tambi¨¦n pas¨® por alto esta circunstancia el nuncio apost¨®lico cesante, como si, en v¨ªsperas de su regreso a Roma, hubiera querido legar una ¨²ltima tarea a las muchas que tendr¨¢ su sucesor: hacer que el respeto impere de nuevo en las relaciones entre Espa?a y la Santa Sede.