14 personas nos revelan lo m¨¢s fuerte que han vivido en la playa
Bombas de la II Guerra Mundial enterradas, famosos que te rescatan en altamar, un sobrino que se pierde... Hay an¨¦cdotas de todos los g¨¦neros (comedia, terror, melodrama) que se desarrollan en esos lugares que dan sentido al verano
Si hay un lugar en el mundo en el que toda la gente est¨¢ feliz ese es la playa. Todos vamos a ella y escribimos a nuestros contactos, ufanos: "Aqu¨ª, en la playita". Vamos sobre todo en verano, cuando el calor azota y necesitamos un respiro. Un pu?ado de personas confiesa a ICON los momentos m¨¢s delirantes, terror¨ªficos, emotivos o desternillantes que han vivido en la orilla.
Minas de la II Guerra Mundial en una playa de Francia. Rodrigo, inform¨¢tico de 32 a?os: "En una playa de Saint Palais Sur Mer un ni?o que estaba jugando cerca de la orilla le ense?¨® muy contento a su madre un juguete que se acababa de encontrar en la arena. Pero el juguete que tantas alegr¨ªas estaba dando al ni?o result¨® ser una mina de la II Guerra Mundial. Tuvieron que desalojar la playa entera. Se fue todo el mundo corriendo menos el ni?o, que tuvo que quedarse solo mientras los artificieros desarticulaban la mina que ten¨ªa en la mano".
Sombrilla ardiendo volando en una playa de Tarragona. Tom¨¢s, abogado de 32 a?os: "Recuerdo un a?o que un chico prendi¨® fuego a una sombrilla de playa con un mechero y al tratar de apagarla a golpes contra la arena se quem¨®. En ese momento la sombrilla se fue volando por efecto del viento de Levante cual bola de fuego. Caus¨® un gran revuelo".
"Al volver, sin ver muy bien por no llevar las gafas, y adem¨¢s con la molestia a?adida de que me daba el sol en los ojos, me tumb¨¦ tranquilamente en la toalla. Descubr¨ª poco despu¨¦s a tres chicas, que no eran mis amigas, mir¨¢ndome entre extra?adas y asustadas"
Eduardo, dise?ador, de 35 a?os
Trapicheos en altamar en una playa en Cuba. Mateo, periodista de 35 a?os: "En una playa de Varadero se nos acerc¨® a mi hermano y a m¨ª un aut¨®ctono que ven¨ªa nadando (no pueden pisar la arena de las playas de los complejos hoteleros) justo cuando est¨¢bamos entrando en el agua y nos ofreci¨® marihuana. Mi hermano se fue corriendo a la toalla a por dinero porque quer¨ªa comprarle e hicieron el trueque en el agua. Al llegar al hotel y abrir el paquetito que le hab¨ªan dado se dio cuenta de que le hab¨ªan enga?ado y lo que le hab¨ªan vendido eran plantas secas sin m¨¢s".
A la fuga en una playa de Asturias. Sara, guionista de 42 a?os: "Yo ten¨ªa como cuatro o cinco a?os, estaba en la playa con mi madre. Y me escap¨¦ porque odiaba a mi madre ya que no me daba helados. Mi madre recorri¨® la playa busc¨¢ndome y avis¨® a la caseta de salvamento, que emiti¨® por megafon¨ªa el mensaje ya cl¨¢sico que se oye siempre en la playa: "Se ha perdido una ni?a de cuatro a?os, se llama Sara, lleva ba?ador rojo". Cuando te encuentran, porque alguien te lleva, dicen: "En la caseta de salvamento tenemos recogida a una ni?a de cuatro a?os. Se llama Sara, lleva ba?ador rojo", hasta que aparecen los preocupados padres. Bueno, pues el mensaje son¨® una y otra vez, avisando de mi desaparici¨®n. Mi madre ya estaba a punto de llamar a la polic¨ªa cuando, en una de sus locas carreras entre las toallas, me vio: 'Sara, pero d¨®nde estabas'. El amable matrimonio que ocupaba dos toallas y una sombrilla (bajo la que estaba yo, comi¨¦ndome una empanadilla) dijeron: "No, se llama Jorge, su madre ha ido a por un helado...". Yo me hice la tonta todo lo que pude, sin mirar a mi madre, claro. Pero no hab¨ªa escape. Mi plan de fugarme y emprender una nueva vida en Murcia (lugar de residencia del amable matrimonio) bajo la identidad de Jorge y comiendo helados, se hab¨ªa frustrado".
Miope perdido y haciendo el rid¨ªculo en la playa de La Concha en San Sebasti¨¢n. Eduardo, dise?ador de 35 a?os: "Ahora estoy miope, pero hubo una ¨¦poca de adolescente en que lo estaba mucho m¨¢s. Una vez, cuando ten¨ªa unos 15 a?os, fui con unas amigas a la playa de La Concha, en San Sebasti¨¢n. Me quit¨¦ las gafas para irme al agua. Las dej¨¦ en mi toalla y estuve un rato nadando en el mar. Al volver, sin ver muy bien por no llevar las gafas y adem¨¢s con la molestia a?adida de que me daba el sol en los ojos, me tumb¨¦ tranquilamente en la toalla. Descubr¨ª poco despu¨¦s a tres chicas, que no eran mis amigas, mir¨¢ndome entre extra?adas y asustadas. Me hab¨ªa tumbado en una toalla extra?a junto a unas extra?as. Me levant¨¦ intentando mantener la dignidad y solo dije: 'Ay, perd¨®n, que no era aqu¨ª".
Accidentado primer d¨ªa en la playa de un hotel de Yucat¨¢n (M¨¦xico). Guillermo, escritor de 36 a?os: "Primer d¨ªa de vacaciones en Yucat¨¢n. Est¨¢bamos en uno de esos hoteles todo incluido reci¨¦n construido y lleno de facilidades, placeres y entretenimiento. Uno de esos lugares, privilegiados y bonitos, que te hacen sentir mal porque en realidad no est¨¢s disfrutando de la cultura mexicana sino pasando una semana metido en un spa que podr¨ªa estar en M¨¦xico o en Mallorca. El asunto es que ese primer d¨ªa nos vamos a la playa, atra¨ªdos por lo que hemos le¨ªdo en la gu¨ªa del hotel de que est¨¢ situada frente a un gran arrecife de coral. Yo entro como un elefante en una cacharrer¨ªa, pensando que voy a ver el arrecife, o sea, preciosas plantas de mil colores que se pueden observar desde la superficie del agua. Pues bien, no, un arrecife es una roca. Una pu?etera roca, eso lo descubr¨ª al estampar mi pie derecho contra ella. ?Resultado? No vi plantas de colores y me pas¨¦ los dos primeros d¨ªas con el pie vendado, despu¨¦s de que viniesen unos enfermeros a mi habitaci¨®n aquella noche cuando mi dedo gordo se hab¨ªa vuelto del color de la salsa chipotle. Dejando ese peque?o detalle a un lado, las vacaciones fueron estupendas".
Oh, cielos, estoy en una playa nudista y esa de all¨ª es una compa?era de trabajo. Arantxa, dise?adora industrial, de 37 a?os: "Seguro que le ha pasado a m¨¢s gente y se sintieron tan violentados como yo: me encontr¨¦ a una compa?era de trabajo en una playa nudista. En mi caso las dos fuimos muy cautelosas, nos vimos a lo lejos y nos hicimos las tontas. No fue hasta unos meses m¨¢s tarde cuando, hablando en la oficina, me coment¨®: 'No sab¨ªa que ibas a playas nudistas".
Guerra a las medusas en una playa de Levante. Juan, de 44 a?os: "Cuando ten¨ªa 14 a?os sal¨ª un d¨ªa temprano en una barca con mi primo. Dec¨ªan en el pueblo que hab¨ªa una invasi¨®n de medusas, as¨ª que para hacernos los h¨¦roes y pensando que ayud¨¢bamos a la gente, nos dedicamos a partir medusas con los remos pensando que as¨ª salvar¨ªamos a los ba?istas de posibles sustos. Despu¨¦s supimos que ese d¨ªa 300 personas hab¨ªan sido atendidas por picaduras: los restos de las pobres medusas flotaban y hab¨ªan llegado hasta la orilla. Nunca he vuelto a intentar salvar a nadie ni a matar a un animal".
"?Ese de all¨ª no es Javier Bardem?". En una playa perdida de C¨¢diz. Nerea, de 40 a?os: "Estaba con mi novio pasando unas vacaciones en Conil. Todas las ma?ana cog¨ªamos el coche para buscar una playa tranquila. Un d¨ªa llegamos a una bastante grande que estaba casi vac¨ªa. Nos instalamos con nuestra sombrilla y nuestra nevera y, de repente: '?No es ese que hay all¨ª con una chica Javier Bardem?'. Pues s¨ª, era ¨¦l. No nos atrevimos a acercarnos porque nos dio corte. Todav¨ªa no estaba con Pen¨¦lope Cruz. Y la chica claramente no era ella. Ese d¨ªa mi novio y yo nos hicimos unos expertos en el espionaje ocular con disimulo".? Fin de juerga con urticaria en la playa de La Concha de San Sebasti¨¢n. El¨ªas, empleado de banca, 41 a?os: "San Sebasti¨¢n, d¨ªa de extremo calor. Mis amigos y yo nos fuimos de juerga y a las tres de la ma?ana, un poco perjudicados, decidimos ba?arnos desnudos en la playa de La Concha. Al d¨ªa siguiente est¨¢bamos todos con urticaria por todo el cuerpo. En el peri¨®dico le¨ªmos la noticia de que la tarde anterior hab¨ªa habido una plaga de medusas y hab¨ªan advertido a los ba?istas de que no se metieran en el agua. L¨®gicamente, esa noticia no lleg¨® hasta el bar en el que est¨¢bamos".
Una salchicha acu¨¢tica, un conductor de lancha pirado y un salvador famoso. Una historia en una playa de Ibiza. Berta, funcionaria, de 35 a?os: "Durante unas vacaciones en Ibiza unas amigas y yo nos subimos a una salchicha, una atracci¨®n acu¨¢tica en la que se suben unas seis personas y desde la que te puedes tirar al agua. Yo ten¨ªa la sensaci¨®n de que el conductor de la lancha que tiraba de nuestra salchicha se hab¨ªa fumado algo, porque hubo un momento en que decidi¨® pararse media hora y dejarme all¨ª en medio del mar (mis amigas se hab¨ªan tirado cerca de la orilla y se hab¨ªan vuelto nadando). Apareci¨® un tipo en una moto acu¨¢tica que me pregunt¨®, con acento latino, si quer¨ªa devolverme a la orilla. Result¨® ser el DJ Erick Morillo. Durante el resto de esas vacaciones, mis amigas y yo entramos todos los d¨ªas gratis en Pach¨¢".
Pierdo a mi sobrino en una playa de Galicia. Carmen,?agricultora de 68 a?os: "Recuerdo un d¨ªa, hace m¨¢s de 30 a?os, que me qued¨¦ al cuidado de mi sobrina y la perd¨ª en la playa durante horas. Estaba jugando con su primo en la orilla y, en un descuido, cuando corr¨ªan hacia las toallas, la ni?a desapareci¨®. No ten¨ªa ni tres a?os y era m¨¢s bajita de lo normal. No pod¨ªa estar muy lejos. Despu¨¦s de buscar en vano entre las sombrillas y toallas de alrededor, desesperados pedimos ayuda en la caseta de Protecci¨®n Civil. Con mucho tacto trataron de explicarme que no era muy buena ¨¦poca para perderla, que hab¨ªa alg¨²n caso de ni?o desaparecido en la playa. Un par de horas despu¨¦s, cuando la playa empezaba a quedarse vac¨ªa, la encontramos jugando tranquilamente con una pareja de ancianos. Ella ahora tiene 34 y muy buena orientaci¨®n. Yo sigo desvel¨¢ndome por las noches si lo recuerdo. No me atrev¨ª a cont¨¢rselo a sus padres".
'Striptease' involuntario en una playa de Galicia. Sabela, veterinaria, de 30 a?os: "Se supone que la playa es un buen sitio para practicar deporte. Y all¨ª estaba yo, con una amiga, echando una carrera por la orilla. Estaba tan concentrada en llegar a la meta que ni me percat¨¦ de que el bikini se me estaba desatando. Solo not¨¦ algo sobre mi pie, que sacud¨ª r¨¢pidamente creyendo que era un alga. En cuesti¨®n de minutos, perd¨ª el ba?ador, la competici¨®n y mi dignidad en una playa abarrotada de gente".
Mi padre ahog¨¢ndose y yo tan tranquilo. En la playa de Gand¨ªa. Pedro, enfermero, de 50 a?os. "Era un d¨ªa de fuertes olas y corrientes. Yo tendr¨ªa unos 15 a?os. Alguien dio la alarma de que una ni?a de 10 a?os estaba en un remolino y se estaba ahogando. Los socorristas pidieron voluntarios para hacer una fila y, en plan cuerda, poder tirar de la ni?a hacia la orilla. Yo estaba consolando a un primo de la ni?a que estaba en apuros. Al final, la salvan. Sacan a la ni?a y la llevan a una enfermer¨ªa. Todo el mundo aliviado. Pero, de repente, veo a mi padre llegar a la orilla respirando fuertemente, hasta que no puede andar y se arrodilla. Resulta que era el ¨²ltimo de la cadena, el que le dio la mano a la ni?a y, despu¨¦s de sacarla, se vio arrastrado al remolino. Nadie se dio cuenta. Sali¨® de all¨ª como pudo y regres¨® extenuado a la orilla. Primero todos los de la familia nos quedamos en shock. Luego, yo, personalmente, consider¨¦ a mi padre un h¨¦roe".?
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