Desaf¨ªo hongkon¨¦s
China debe mantener el compromiso de 1997 de respetar el estatus democr¨¢tico de Hong Kong
El asalto al Parlamento de Hong Kong por parte de manifestantes antigubernamentales el pasado lunes es un acto de extrema gravedad, que coloca al Gobierno de Xi Jingping ante la crisis social m¨¢s importante de su mandato iniciado en 2013.
En la misma fecha en la que se conmemoraba la devoluci¨®n del territorio por parte de Reino Unido a China, decenas de manifestantes rompieron las puertas de la C¨¢mara, irrumpieron en el hemiciclo y enarbolaron una bandera de la ¨¦poca colonial. Un acto de desaf¨ªo al r¨¦gimen de Pek¨ªn al que acusan de querer acabar con las libertades civiles que, para lograr la restituci¨®n de la colonia en 1997, se comprometi¨® con Londres a mantener en el territorio.
Lo cierto es que China ha respetado el concepto de lo que entonces fue anunciado como ¡°un pa¨ªs dos sistemas¡±, pero de un modo sui generis. Los ciudadanos de Hong Kong gozan de libertades civiles y pol¨ªticas ¡ªincluyendo el derecho de manifestaci¨®n¡ª impensables para el resto de sus compatriotas chinos, pero que al mismo tiempo, son mucho menores de las que disfrutaban bajo el mandato brit¨¢nico. Lenta pero sistem¨¢ticamente, el r¨¦gimen chino ha ido estableciendo mecanismos legales que en la pr¨¢ctica han supuesto una merma real en la autonom¨ªa del territorio.
De hecho, el desencadenante de esta crisis es otra ley ¡ªque esta vez afectaba a la extradici¨®n de detenidos de Hong Kong al territorio chino bajo sistema comunista¡ª que ha sido interpretada por la ciudadan¨ªa como el en¨¦simo paso para terminar con el estatus especial del lugar. Las manifestaciones masivas celebradas desde comienzos de junio ¡ªcuando un mill¨®n de ciudadanos de un total de siete sali¨® a la calle¡ª han conseguido que el Gobierno aut¨®nomo, y controlado por Pek¨ªn, anuncie la suspensi¨®n del debate sobre la nueva normativa en el Parlamento local. Es un mero tr¨¢mite, dado que la mayor¨ªa de la C¨¢mara viene impuesta desde Pek¨ªn. Pero los manifestantes no se han dado por satisfechos y exigieron primero, la retirada completa de la ley y, despu¨¦s, la dimisi¨®n de la primera ministra Carrie Lam, a quien los manifestantes no ven como alguien con margen de maniobra, sino como una alta funcionaria del presidente Xi.
Asaltar un parlamento en nombre de la democracia no deja de ser una contradicci¨®n insostenible. Los manifestantes har¨ªan bien en tener en cuenta otras v¨ªas para hacer valer su causa. Al mismo tiempo, China debe mantener sin trampas ni atajos el compromiso alcanzado no solo con Reino Unido, sino tambi¨¦n con los habitantes de Hong Kong de respetar el estatus democr¨¢tico del territorio. Los hechos dir¨¢n si Xi mantiene el compromiso de ¡°un pa¨ªs dos sistemas¡± u opta por tratar de terminar con una novedosa soluci¨®n un contencioso hist¨®rico.
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