Sin esperanza, con convencimiento
Debe ser aquella confianza un poco naif, producto de vivir en una Espa?a en la que todo parec¨ªa posible, la que me impida tener una visi¨®n apocal¨ªptica del presente y el futuro
Pertenezco a la acolchada generaci¨®n que se hizo joven y luego adulta creyendo que todo, inevitablemente, ir¨ªa a mejor. Mi hermana mayor y mis profesores de BUP me inocularon las ganas de saber, el amor a los libros y una especie de confianza no expl¨ªcita en el progreso, la raz¨®n y la alegr¨ªa de vivir. Entonces lo viv¨ª con naturalidad, pero despu¨¦s de contrastar mi bachiller con el de otros contempor¨¢neos, ahora me doy cuenta de que tuve la suerte de hacerlo en el instituto Reino Aftas¨ª de Badajoz, un centro nuevo en un barrio popular que, en los primeros a?os ochenta, se llen¨® de profesores j¨®venes, cultos, comprometidos y divertidos, de manera que hoy tengo la sensaci¨®n de haber vivido siempre de las rentas de lo que all¨ª aprend¨ª a aprender de los libros y de la vida.
Es verdad que esta generaci¨®n nos hemos quedado en tierra de nadie, sin la ¨¦pica de los que hicieron la Transici¨®n ni la ¨¦pica de los mileniales que ven¨ªan ya de serie con habilidades y reglas nuevas.
Pero debe ser aquella confianza un poco naif, producto de no tener experiencia propia de la dictadura y s¨ª de una Espa?a en la que todo parec¨ªa posible, la que me impida, en el fondo, tener una visi¨®n apocal¨ªptica del presente y el futuro. La desigualdad que crece, el bloqueo pol¨ªtico permanente, la inconsistencia de algunos l¨ªderes, las posibilidades de que el mundo camine a un accidente geopol¨ªtico que provoque una cat¨¢strofe, la crisis clim¨¢tica, la reacci¨®n evidente (y la sutil) al feminismo, el envalentonamiento de los ultras, comprobar que se ha quitado el tap¨®n de la brutalidad en las relaciones pol¨ªticas y sociales... s¨ª, no ignoro las se?ales que me toca contar cada d¨ªa.
Pero tambi¨¦n est¨¢ el conocimiento acumulado para detectar el peligro y la falacia. Las redes sociales que envenenan los espacios comunes, permiten al mismo tiempo desenmascarar en segundos a los impostores y a los mentirosos. Pero es imprescindible que seamos capaces de pinchar las burbujas de confort ideol¨®gico en las que nos quieren recluir. Hay partido, entre la raz¨®n y la sinraz¨®n hay partido. Aunque este mes de julio volvamos a comprobar, con asombro, las dificultades para echar a andar un Gobierno en Espa?a.
Quiz¨¢s es solo que me voy de vacaciones. Feliz verano.
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