Pinos y penas
Conviene conocer ciertas historias para valorar la p¨¦rdida que supone un incendio
Carlos Tarazona Grasa, agente forestal del Alto G¨¢llego en el Pirineo de Huesca, e investigador y divulgador de todo lo que se refiere a su profesi¨®n y a su provincia natal, acaba de publicar un libro, Pinos y penas, que es el resultado de muchos a?os de estudio del proceso de repoblaci¨®n forestal en Huesca, que incluye el documental del mismo t¨ªtulo que rod¨® en el 2007 sobre el mismo asunto. Por mi vinculaci¨®n literaria con la comarca del Alto G¨¢llego, he tenido el honor de presentarlo en Huesca junto con el presidente de la Diputaci¨®n Provincial, Manuel Gracia, y el propio autor, editor obligado a la vez de un libro cuyas 900 p¨¢ginas y abundante documentaci¨®n fotogr¨¢fica y de todo tipo pueden dar una idea de su alto coste.
El libro de Carlos Tarazona, aparte de otras virtudes, tiene la de arrojar luz y conocimientos (los suyos, pero tambi¨¦n los de todos los que como ¨¦l trabajan d¨ªa a d¨ªa en preservar el tesoro forestal espa?ol) sobre la historia y el presente de un proceso discutido y conflictivo, el de la repoblaci¨®n, que no solo afect¨® a la provincia de Huesca, sino que lo hizo a todo un pa¨ªs tan necesitado de ¨¢rboles como de reservas h¨ªdricas. Fueron estas precisamente las que, entre otras razones, originaron la repoblaci¨®n forestal de lugares como el Pirineo, donde la erosi¨®n provocada por la deforestaci¨®n de siglos por parte de ganaderos y agricultores hac¨ªa que los embalses que por entonces se constru¨ªan se colmataran pronto. El libro aborda muchos m¨¢s temas, todos relacionados entre s¨ª y muchos de ellos desconocidos para los legos en la materia como el que escribe, pero el que personalmente m¨¢s me ha interesado es el de los repobladores, aquellos hombres que araron a puro brazo los montes de toda Huesca sin m¨¢s ayuda que la animal (bueyes y mulas) antes de que llegaran las primeras m¨¢quinas bulldozer. Aparte de los vecinos de la regi¨®n, a las monta?as del Pirineo arribaron trabajadores de media Espa?a, principalmente andaluces y extreme?os, cuya epopeya narra en su libro Carlos Tarazona. Con su llegada, el r¨¦gimen franquista solucion¨® dos problemas que le preocupaban: uno, la falta de mano de obra en las aldeas del Pirineo, ocupada en su mayor¨ªa en las labores tradicionales del pastoreo y la agricultura que les serv¨ªan de subsistencia, y el otro rebajar la tensi¨®n del polvor¨ªn social que en determinadas provincias del sur de Espa?a, con cifras de desempleo que alcanzaban hasta el 60% de la poblaci¨®n, pod¨ªa explotar en cualquier momento. Las fotograf¨ªas y los testimonios de aquellos hombres vestidos inadecuadamente para las temperaturas invernales de la zona, que dorm¨ªan en barracones y casas abandonadas y trabajaban de sol a sol por sueldos casi de miseria, componen un nuevo cuadro de la necesidad y el atraso de aquella Espa?a que acometi¨® la realizaci¨®n de un sue?o repoblador que hab¨ªan dise?ado tiempo atr¨¢s visionarios como Joaqu¨ªn Costa, hombres que comprendieron que el gran problema de Espa?a era su geograf¨ªa y su sequedad: ¡°A menos ¨¢rboles m¨¢s torrentes, a m¨¢s torrentes menos manantiales: esta es la cadena¡±, escribi¨® Joaqu¨ªn Costa en El Arbolado y la Patria en 1912.
Conviene conocer esas historias, las de los sue?os regeneracionistas de los precursores de la reforestaci¨®n del pa¨ªs, pero tambi¨¦n las penas que conllevaron para muchas personas an¨®nimas, tanto las que protagonizaron aquella como las que se vieron obligadas a abandonar sus aldeas por causa de ello, para valorar la p¨¦rdida que supone cada uno de esos incendios que arrasan los bosques de un pa¨ªs cada vez m¨¢s amenazado por el desierto.
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