?ltimas noticias de la belleza
La otra teor¨ªa de Darwin, la selecci¨®n sexual, tiene mucho que decir sobre sexo y evoluci¨®n
S¨ª, ¨²ltimas noticias de la belleza, y no, no vamos a enredarnos en una mesa redonda para discutir el significado de esa palabra. ¡°No s¨¦ definirla, pero la reconozco en cuanto la veo¡±, como dijo el juez Potter Stewart en referencia a la pornograf¨ªa. Lee en Materia un bello e interesante art¨ªculo sobre el atractivo sexual, inspirado en el libro El gusto por la belleza del zo¨®logo Michael Ryan. La cuesti¨®n nos remite a la m¨¢s profunda pregunta de la est¨¦tica y la teor¨ªa del arte: ?es algo bello porque nos gusta o es que nos gusta por ser bello? Pero tambi¨¦n nos informa sobre el tema m¨¢s rutinario y pedestre que se pueda imaginar: ?por qu¨¦ encontramos sexualmente atractivas a unas personas y no a otras? Recuerda que la elecci¨®n de pareja suele ser el criterio que decide qu¨¦ genes pasan a la siguiente generaci¨®n. Una cara bonita puede generar una bomba evolutiva, ?no es cierto?
Ser atractivo es a menudo una estrategia mejor que ser eficaz. Uno m¨¢s de nuestros lastres evolutivos
Darwin es recordado sobre todo por la teor¨ªa de la selecci¨®n natural, basada en la supervivencia y reproducci¨®n diferencial de los organismos mejor adaptados a su entorno, como la leona que corre m¨¢s que la gacela. Pero fue el propio Darwin quien descubri¨® otra teor¨ªa igual de importante, la selecci¨®n sexual, cuyo ep¨ªtome es la desconcertante cola del pavo real macho. Ser¨¢ bonita, qu¨¦ duda cabe, pero tambi¨¦n parece una invitaci¨®n a los predadores a¨¦reos o terr¨¢queos que disfrutan del muslo y la pechuga de pavo (macho). Eso se ve desde un kil¨®metro y medio, y adem¨¢s te impide escapar por su peso y alta capacidad de estorbo. Si el lector est¨¢ confuso por ello, no se flagele: tambi¨¦n lo estuvo Darwin en su tiempo. Y eso le llev¨® a la soluci¨®n correcta.
La cola del pavo real no evolucion¨® porque sirviera de algo en el mundo real, donde unos bichos se comen a otros y el predador gana siempre a bocados, sino porque resultaba ¨²til para atraer a las pavas. En la evoluci¨®n no gana el m¨¢s fuerte, sino el que consigue reproducirse m¨¢s. Y no, esas dos cosas no siempre van juntas. Los colores espectaculares de lagartos e insectos, de las flores y de las abejas que las polinizan, los adornos como las colas absurdamente largas de ciertos p¨¢jaros, el tama?o excesivo de algunas especies y muchas otras exageraciones de la gen¨¦tica se deben casi en exclusiva a la selecci¨®n sexual. S¨ª, a la otra gran teor¨ªa de Darwin, publicada en su obra El origen del hombre, de 1871. Doce a?os despu¨¦s de El origen de las especies.
Ser atractivo es a menudo una estrategia mejor que ser eficaz. Uno m¨¢s de nuestros lastres evolutivos.
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