B¨¦bete el d¨ªa
El 'carpe diem' adopta hoy una variante infame con un efecto devastador cuando se somete al esp¨ªritu de la manada
La oda que Horacio dedica a una amiga llamada Leuc¨®noe es un licor de exquisita degustaci¨®n. En ella le avisa de que no se nos permite conocer el fin que nos tienen reservados los dioses y mejor que consultar a cualquier or¨¢culo ser¨¢ aceptar nuestro destino, sean muchos los inviernos de mar tempestuoso que nos conceda J¨²piter o sea este el ¨²ltimo verano en el que las olas se tiendan suaves a nuestros pies. Horacio le recomienda a su amiga que sea prudente, que filtre el vino y que adapte al breve espacio de la vida una larga esperanza. Le advierte de que mientras lea estos versos, el tiempo envidioso se le escapar¨¢ de entre las manos. Hay que agarrarse, Leuc¨®noe, al d¨ªa de hoy y no fiar la vida al incierto ma?ana. Sin duda, el carpe diem es una de las cimas del esp¨ªritu. Suena como un delicado acorde musical en el que confluyen el placer de los sentidos, la armon¨ªa espiritual, el fluir del tiempo y la aceptaci¨®n estoica de lo inevitable. De este manantial de aguas tan claras han bebido todos los sabios, ascetas o epic¨²reos. No obstante, el carpe diemadopta hoy una variante infame con un efecto devastador cuando se somete al esp¨ªritu de la manada. En este caso, lejos de agarrarse al d¨ªa para beberlo a peque?os sorbos como un licor exquisito el individuo cede a las leyes del grupo, que le llevan a devorar todas las sensaciones al alcance de la mano con una pulsi¨®n salvaje ahora mismo, antes de que sea tarde, como si el fin de la historia fuera a producirse siempre la pr¨®xima noche del s¨¢bado. Si el mundo puede reventar en cualquier momento, todo exceso est¨¢ permitido. Tal vez Horacio pensaba que su amiga ten¨ªa la mente preparada para disolver el tiempo fugaz con los peque?os placeres de la vida. Queda por saber qu¨¦ har¨ªa hoy esa dulce Leuc¨®noe, en una ag¨®nica fiesta de despedida de soltera, enrolada en una pandilla de macarras.
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