Un mundo, dos visiones
Cada teor¨ªa es 'cierta' en su ¨¢mbito, pero incompatible con la otra. No diferente, sino incompatible en un sentido fundamental
Si el mundo es uno, ?c¨®mo pueden coexistir dos visiones incompatibles sobre ¨¦l? No digo distintas, sino incompatibles, irreconciliables, mutuamente impermeables. Si el mundo es uno, pensar¨¢ el racionalista, solo deber¨ªa admitir una explicaci¨®n correcta, una que lo abarque todo en su interminable variedad individual, pero tan s¨®lida y brillante como para carecer de contradicciones internas. La pol¨ªtica, sin embargo, nos recuerda a diario, y de forma machacona, que esa teor¨ªa abarcadora no tiene por qu¨¦ existir. No es que las derechas y las izquierdas muestren desacuerdos metodol¨®gicos. Es que tienen dos modelos del mundo genuinamente incompatibles. No discrepan sobre c¨®mo hacer feliz a la gente, sino sobre a qu¨¦ gente hacer feliz. Un mundo, dos visiones. Mal arreglo.
Entre la gente racional se encuentran los cient¨ªficos, naturalmente. Y tiene gracia que no lo est¨¦n haciendo mucho mejor. Tomemos la f¨ªsica, la madre de todas las ciencias. La clave de su progreso ha sido siempre la unificaci¨®n, es decir, el descubrimiento de teor¨ªas abarcadoras que expliquen de una atacada las dos visiones que hasta entonces parec¨ªan incompatibles. El mismo origen de la ciencia moderna, la gravedad de Newton, es su primera gran unificaci¨®n: una fuerza que explica de un plumazo brillante las ¨®rbitas de los planetas alrededor del Sol, la rotaci¨®n de la Luna sobre la Tierra y la ca¨ªda de las manzanas al suelo.
La electricidad y el magnetismo eran conocidos por los griegos cl¨¢sicos, y qui¨¦n sabe desde cu¨¢nto antes. Pero pasaron milenios sin servir de gran cosa hasta que los f¨ªsicos decimon¨®nicos, en particular Faraday y Maxwell, percibieron que esas dos fuerzas hasta entonces incompatibles no eran m¨¢s que dos manifestaciones de una fuerza fundamental ¨²nica, el electromagnetismo. Fue esa teor¨ªa abarcadora de Faraday y Maxwell ¡ªy no los posteriores excesos de Tesla¡ª la que cambi¨® el mundo con la revoluci¨®n de la energ¨ªa el¨¦ctrica y de las comunicaciones. Un solo mundo exige una explicaci¨®n ¨²nica y abarcadora, y las recompensas tecnol¨®gicas siempre son enormes para la ciencia b¨¢sica que entienda los engranajes m¨¢s ¨ªntimos de la realidad. El motor del progreso no es la ambici¨®n de unos pocos, sino el entendimiento de todav¨ªa menos.
Los fundamentos de la f¨ªsica de nuestro mundo son dos teor¨ªas inmensamente abarcadoras, intelectualmente formidables y capaces de predecir la realidad con un mont¨®n de decimales. Se trata de la relatividad de Einstein, que rige el mundo de lo grande y lo muy grande, y la mec¨¢nica cu¨¢ntica, que impera en los dominios parad¨®jicos de lo peque?o y muy peque?o. Cada teor¨ªa es cierta en su ¨¢mbito, pero incompatible con la otra. No diferente, sino incompatible en un sentido fundamental.
Los f¨ªsicos te¨®ricos consideran esa paradoja un est¨ªmulo poderoso para buscar una nueva idea que acoja la relatividad y la mec¨¢nica cu¨¢ntica, en un marco m¨¢s abarcador que resuelva las contradicciones entre las dos. Pero hay una excepci¨®n a esta regla, que resultar¨ªa irrelevante de no tratarse de Freeman Dyson, uno de los m¨¢s brillantes f¨ªsicos te¨®ricos de nuestro tiempo, y de otros tiempos. Dyson ha dise?ado un experimento mental que revela una posibilidad alternativa a esa hipot¨¦tica unificaci¨®n que persiguen todos sus colegas. Tal vez no exista esa teor¨ªa abarcadora, nos previene Dyson, sino que el mundo einsteniano y el cu¨¢ntico sean a la vez incompatibles y verdaderos. ¡°Ambas im¨¢genes del universo podr¨ªan ser ciertas¡±, dice Dyson, ¡°y la esperanza de una teor¨ªa unificada ser¨ªa una ilusi¨®n¡±. Ya te lo dije: mal arreglo.
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