La levedad de Boris
El nuevo l¨ªder conservador brit¨¢nico afronta una severa crisis interior y exterior
Antes incluso de tomar posesi¨®n como primer ministro, se ha puesto en evidencia la insoportable levedad del nuevo l¨ªder conservador brit¨¢nico, el populista Boris Johnson, elegido ayer con holgura por la formaci¨®n tory. Una debilidad de fondo que parece contrastar con el car¨¢cter impetuoso del exalcalde de Londres. El ¨²nico l¨ªder mundial en dispensarle una enf¨¢tica bienvenida ha sido su viejo protector, Donald Trump. Pero justo coincidiendo con su votaci¨®n, el Reino Unido afronta una severa crisis geoestrat¨¦gica, la retenci¨®n por Ir¨¢n de un barco petrolero en el estrecho de Ormuz ante la que Washington ha dispensado a Reino Unido un apoyo de tr¨¢mite.
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Es m¨¢s, consciente de que la Royal Navy es incapaz de defender por s¨ª sola el tr¨¢fico mar¨ªtimo brit¨¢nico, el Gobierno saliente de Theresa May ha buscado ampararse en una ¡°misi¨®n europea¡±. Claro que los europeos ayudar¨¢n en lo posible a los brit¨¢nicos: son sus socios y deber¨ªan serlo en el futuro, aunque sea en formato distinto.
Pero la petici¨®n de auxilio revela hasta qu¨¦ punto la charlataner¨ªa soberanista, la nostalgia imperial y el autarquismo econ¨®mico constituyen falsas salidas a los problemas de hoy. Johnson tendr¨¢ que aprender sin tardanza esa lecci¨®n. La insignificancia del nacionalismo agresivo individualista que ¨¦l propone se apellida hoy Ormuz.
Tambi¨¦n en el frente interior el nuevo l¨ªder afronta un purgatorio. De entrada, su mayor¨ªa parlamentaria es extremadamente exigua (tres esca?os). Y algunos partidarios de Theresa May, a la que ¨¦l tantas veces deslealmente traicion¨®, le guardan memoria y afilan los cuchillos. Distintos ministros de peso han anunciado su dimisi¨®n antes de que les pueda destituir. El Parlamento se ha rebelado por anticipado a su pretensi¨®n de mantenerlo cerrado durante las semanas previas a la fecha-guillotina del Brexit (31 de octubre), un prop¨®sito desnortado, siendo la instituci¨®n que representa lo que quede de la soberan¨ªa nacional brit¨¢nica. Y el reciente cambio de posici¨®n de los laboristas, en favor de un segundo refer¨¦ndum en el que votar¨ªan permanecer en la Uni¨®n, forja en la pr¨¢ctica un frente amplio con los liberal-dem¨®cratas ¡ªlos m¨¢s europe¨ªstas¡ª y con los conservadores desafectos que propugnan soluciones pactadas que eviten a todo precio una retirada sin acuerdo previo con los 27.
De modo que o Johnson sabe sacarse de la manga un improbable esquema de retorno a un cierto consenso nacional sobre esta cuesti¨®n, quiz¨¢ ampliando el plazo para el acuerdo alcanzado por su antecesora con Bruselas (que tanta inquina y aversi¨®n le produce), o se abocar¨¢ pronto a unas elecciones anticipadas. Nada de todo esto constituyen buenas noticias para la UE, necesitada del m¨¢ximo de estabilidad y calma con que lanzar su nueva legislatura y anclar su papel en el mundo.
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