Colombia teje su arte popular en bolsos de lujo
La dise?adora Yasmin Sabet, de Mola Sasa, trabaja con comunidades de mujeres ind¨ªgenas que utilizan t¨¦cnicas ancestrales
Todo empez¨® hace cinco a?os paseando por un mercado popular de Bogot¨¢. Yasmin Sabet estaba con una amiga espa?ola en busca de ideas para remodelar su casa. ¡°Encontr¨¦ una monta?a de telas usadas. Las ¨ªbamos a usar para decoraci¨®n y de pronto hablando se nos ocurri¨® la idea de hacer unos bolsos. Me acuerdo de que hicimos una venta especial en la casa de mi madre en diciembre¡±, cuenta esta arquitecta y polit¨®loga desde su estudio en un apartamento del norte de la capital de Colombia. ¡°Gustaron mucho¡±. Dio la casualidad, adem¨¢s, de que sus primas acababan de lanzar una agencia de comunicaci¨®n y llevaron esos bolsos a Nueva York.
As¨ª naci¨® Mola Sasa, una firma de complementos que Sabet, nacida en Florida, distribuye en Estados Unidos, Espa?a, Italia o Jap¨®n. El proyecto de esta empresaria, que estaba especializada en dise?o de muebles, encarna un viaje que comienza en las profundidades de la selva de Colombia y termina en un modelo de negocio sostenible. Con la ayuda de Artesan¨ªas de Colombia, la corporaci¨®n p¨²blica que promueve la fabricaci¨®n de productos artesanales, Sabet se puso en contacto con algunas comunidades ind¨ªgenas. Primero fue el pueblo Kuna, asentado en los alrededores de la frontera con Panam¨¢.
Hoy viaja habitualmente a una localidad cercana, el puerto de Turbo, para reunirse con las mujeres de esa etnia. ¡°Nos encontramos y organizamos los talleres. Ellas vienen de mitad de la selva, de una zona donde hay muchos paramilitares, entonces es complicado llegar hasta all¨¢. Se quedan unos d¨ªas en un hotel, all¨ª nos sentamos y desarrollamos las ideas¡±. Los resultados son bolsos, carteras, brazaletes o cinturones trabajados con fibras naturales siguiendo el patr¨®n de t¨¦cnicas ancestrales como la ca?a flecha o chimichagua, que toma su nombre de la poblaci¨®n hom¨®nima. ¡°Todos los materiales naturales que trabajamos est¨¢n te?idos con tinturas a base de semillas, de flores...¡±, explica.
Sabet trabaja tambi¨¦n con comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, con los ind¨ªgenas Zen¨² del departamento de C¨®rdoba y con el pueblo Iraca de la costa del Pac¨ªfico, en una de las zonas m¨¢s golpeadas en las pasadas d¨¦cadas por el conflicto armado entre el Estado y la hoy extinta guerrilla de las FARC.
El proceso de producci¨®n y el contacto con las comunidades llev¨® al equipo de Mola Sasa ¡ªun nombre que no significa nada pero es sonoro, evocador y puede pronunciarse sin dificultades en cualquier idioma¡ª a enfrentarse a la reflexi¨®n sobre apropiaci¨®n cultural. En opini¨®n de su directora creativa, en el fondo se trata de una cuesti¨®n de honestidad. ¡°Yo les llevo las ideas y el material gr¨¢fico y la materia prima. Al principio compraba directamente los dise?os que ellas ya ten¨ªan, pero la marca ha ido evolucionando y ahora, a partir de lo que ellas tienen, nos inspiramos para que no sea un trabajo de apropiaci¨®n. Hay que hacer un trabajo respetuoso y siempre citar de d¨®nde sacas algo y qu¨¦ influencias tienes¡±, razona.
Ahora se re¨²nen durante d¨ªas y trabajan sin apenas barreras. Pero al principio la brecha era evidente. ¡°Es una cultura muy diferente. Tienes que ganar credibilidad¡±, contin¨²a. ¡°Trabajar para Mola Sala ha mejorado nuestras vidas, sobre todo para las mujeres cabezas de familia que podemos sustentar a nuestros propios hogares¡±. Este es el testimonio de Rosemary, l¨ªder de las mujeres de la comunidad Kuna de Caim¨¢n Alto y la primera mujer con la que Sabet entr¨® en contacto. A Mar¨ªa Concepci¨®n, procedente de una cooperativa de Chimichagua, tambi¨¦n le cambi¨® la vida tener unos ingresos m¨¢s estables, recuerda la dise?adora, de origen colombo-egipcio. ¡°En mi caso, aunque soy una mujer mayor, sigo trabajando porque con mis ganancias puedo ayudar a mis nietos aunque solo signifique comprar un l¨¢piz para la escuela. Cualquier cosa hace la diferencia aqu¨ª¡±.
Los complementos de Mola Sasa se venden principalmente online a trav¨¦s de la p¨¢gina web de la firma, con precios que rondan desde los 150 euros de una pulsera a los casi 400 de un bolso de mano. Eso no ha impedido que algunas figuras ic¨®nicas del dise?o, de la estadounidense Iris Apfel a la Margherita Missoni, heredera de la casa de moda italiana, hayan lucido sus productos. El pr¨®ximo paso de la firma consiste ahora en lanzar una plataforma de colaboraci¨®n con otras marcas. ¡°Es una manera de utilizar la experiencia de todos estos artesanos y conectarlos con dise?adores y empresas internacionales que quieren hacer productos sostenibles¡±.
¡ªY ese mercado popular de Bogot¨¢ que la inspir¨®, ?cu¨¢l es?
¡ªSecreto.
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