Sin perd¨®n

No s¨¦ si os dais cuenta de lo que hab¨¦is hecho. Ignoro los detalles del naufragio, aunque en este momento me traen sin cuidado. Supongo que me ir¨¦ enterando, que todos nos enteraremos de las interioridades grandes y peque?as, los relatos contrapuestos en este descomunal fracaso colectivo, pero ahora mismo s¨®lo me importa una cosa. En la noche del 28 de abril yo cre¨ª, como millones de espa?oles, que hab¨ªa ganado las elecciones. Todas las personas que, como yo, votaron al PSOE o a Unidas Podemos, se acostaron esa noche con alegr¨ªa, incluso con una pizca de orgullo por un resultado electoral que significaba la derrota de la extrema derecha que gana y gana en el resto de Europa. Al d¨ªa siguiente, un chiste feliz corri¨® como la p¨®lvora. Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs del mundo capaz de derrotar a Napole¨®n y a Steve Bannon. Y ahora vosotros nos hab¨¦is dicho que no. Que no ganamos las elecciones. Que las perdimos. Que la extrema derecha, con sus indeseables aliados, vuelve a estar en la rampa de salida, en las quinielas del poder. Y eso no tiene perd¨®n. Ni por sillones, ni por matices, ni por buenas intenciones, ni por ambici¨®n leg¨ªtima. No hay perd¨®n para lo que hab¨¦is hecho. Hablo de la gente corriente, de esa a la que tanto os gusta invocar. Hablo de la ilusi¨®n, de la esperanza, de las emociones de millones de personas que os han llevado hasta donde est¨¢is, que no os perdonar¨¢n esta decepci¨®n. Sin ellas, no sois absolutamente nada. Sin ellas, vuestro poder es un vano espejismo. Hace quince d¨ªas, escrib¨ª aqu¨ª que lo contrario del amor es el hast¨ªo. Eso es lo que siento yo, millones de espa?oles y espa?olas como yo, en este momento. Menos mal que nos vamos de vacaciones. Feliz verano a todos los que no hayan tenido nada que ver con este desastre.