Seva vive
La magnitud, la pujanza y la aparente irreversibilidad de la actual indignaci¨®n boricua ante sus inicuos gobernantes trae a la memoria el recuerdo de Seva, una poblaci¨®n de embuste literario que merece estar en la ¡°gu¨ªa de lugares imaginarios¡±
Los sucesos de Puerto Rico, donde la santa ira de los particulares ha desalojado del poder a un mandatario indigno me ha tra¨ªdo, inevitablemente, y durante todos estos d¨ªas, el recuerdo de Seva, una poblaci¨®n de embuste literario que merece estar en la ¡°gu¨ªa de lugares imaginarios¡± que en los a?os setenta del siglo pasado ordenaran Alberto Manguel y Gianni Guadalupi. En ella figuran sitios ut¨®picos, novelescos, conjeturales y mitol¨®gicos pero perfectamente veros¨ªmiles. Seva es uno de esos lugares.
Su descubrimiento, debido al escritor puertorrique?o Luis L¨®pez Nieves, la inscribi¨®, adem¨¢s, en los anales de las Cr¨®nicas de Indias que verdaderamente importan.
Su historia comienza el 15 de octubre de 1983, cuando Luis L¨®pez Nieves env¨ªa al director del semanario boricua Claridad, una colecci¨®n de cartas, documentos notariados, transcripciones de entrevistas grabadas, facs¨ªmiles de mapas del Ej¨¦rcito colonial espa?ol, fragmentos del diario del general estadounidense Nelson A. Miles, y una solicitud: la de que todo sea publicado sin enmiendas ni expurgaciones. Tal es la voluntad ¨²ltima de su corresponsal, V¨ªctor Caba?as, historiador de oficio, quien ha desaparecido, tal como tem¨ªa y ha dejado ver en sus ¨²ltimas cartas a su amigo L¨®pez Nieves.
Esa correspondencia abarca varios a?os y en ella Caba?as ha revelado fehacientemente el progreso de un hallazgo: el de que un pu?ado de patriotas puertorrique?os ofreci¨® tan fiera resistencia a la ocupaci¨®n militar estadounidense en 1898, que toda una poblaci¨®n del norte de la isla hubo de ser exterminada y sistem¨¢ticamente abolida de la memoria colectiva.
La punta de la madeja es una fecha err¨®nea colada en una d¨¦cima popular. El verso reza: ¡°Los americanos llegaron en mayo¡±, contrariando la verdad hist¨®rica de que Nelson Miles y sus hombres ocuparon la isla en julio de 1898, sin disparar un tiro. Tirando de ella, Caba?as ha establecido que un pueblito llamado Seva se sublev¨® ante la noticia de un desembarco ¡°de tanteo¡± ocurrido en mayo de aquel a?o.
La toma de Seva habr¨ªa resultado tan onerosa en bajas marines, y tan despiadada con la poblaci¨®n civil, que compromet¨ªa seriamente la pretensi¨®n estadounidense de haber venido en apoyo de patriotas puertorrique?os que combat¨ªan el dominio espa?ol. ?C¨®mo lleg¨® Caba?as a esa conclusi¨®n? Pues dando por cierta la fecha del verso y cotej¨¢ndola con el diario del general Nelson A. Miles.
Caba?as dio con el lugar exacto que ocup¨® Seva en los mapas espa?oles. Y con el testimonio del huidizo Ignacio Mart¨ªnez, ¨²nico sobreviviente de la matanza. Ahora era un anciano que hab¨ªa guardado casi 90 a?os de temeroso silencio y a quien le faltaba la oreja que un marine le cercen¨® de un sablazo durante el duro combate en la aldea. Pr¨®ximo a morir, Mart¨ªnez se confi¨® a Caba?as.
Para cuando Caba?as env¨ªa una ¨²ltima misiva a su incr¨¦dulo pero leal amigo, L¨®pez Nieves, el afiebrado historiador ha resuelto cometer una locura. Seg¨²n la evidencia acopiada por Caba?as, Seva estuvo donde hoy d¨ªa se levanta la base naval estadounidense de Roosevelt Roads. Hay all¨ª, se dice, ojivas nucleares. Es un recinto vedado a los civiles.
Pero si Caba?as halla siquiera un vestigio material de Seva, los puertorrique?os podr¨¢n saber que no han sido un pueblo sojuzgado sin ofrecer resistencia. El historiador ingresa al recinto naval sin ser visto y desaparece para siempre. L¨®pez Nieves cumple entonces su promesa de dar a la luz la odisea historiogr¨¢fica de Caba?as.
Una semana m¨¢s tarde, el semanario Claridad debi¨® insistir en la aclaratoria hecha en la edici¨®n original de que el dossier Caba?as es una magn¨ªfica obra de ficci¨®n literaria. Sin embargo, nadie en todo Puerto Rico quiso dar cr¨¦dito ni al semanario ni al mism¨ªsimo L¨®pez Nieves.
En programas de televisi¨®n, en cartas a la prensa, en entrevistas, L¨®pez Nieves explic¨® hasta el cansancio c¨®mo hab¨ªa concebido una ap¨®crifa epopeya fundacional del orgullo patrio mientras estudiaba literatura comparada en Nueva York.
Al paso que le¨ªa las epopeyas cl¨¢sicas ¡ªGilgamesh, o el Cantar de la hueste de Igor ¡ª, se apoder¨® de ¨¦l una invencible tristeza que solo pudo conjurar urdiendo la ficci¨®n de un hecho de armas que jam¨¢s tuvo lugar. Pero Puerto Rico decidi¨® que, a despecho de las protestas del autor, los sucesos de Seva hab¨ªan ocurrido realmente.
Puedo dar fe de que, todav¨ªa en 1985, las calles de San Juan y los muros de la base naval de Roosevelt Roads amanec¨ªan cubiertos de airados graffitis: ¡°?D¨®nde est¨¢ V¨ªctor Caba?as?¡±, o bien, ¡°Seva vive¡±.
La magnitud, la pujanza y la aparente irreversibilidad de la actual indignaci¨®n boricua ante sus inicuos gobernantes y la p¨¦rfida indiferencia estadounidense, hace pensar que, como Espartaco, Caba?as ha vuelto convertido en centenares de miles.
Seva vive y habr¨¢ que contar con ella.
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