Desencanto
La incoherencia partidista lleg¨® al extremo de tener a una cristiana encabezando la lista liberal
Entramos en un nuevo per¨ªodo electoral en Colombia, esta vez para elegir a los mandatarios regionales y locales: gobernadores, alcaldes, concejales, diputados, ediles, la base pura y dura de la democracia, que en vez de hacerse robusta y admirable es cada vez m¨¢s precaria y capturada por quienes cada 4 a?os planean y ejecutan a la perfecci¨®n la apropiaci¨®n del bot¨ªn burocr¨¢tico.
Faltan tres meses. Son m¨¢s de 120.000 los candidatos inscritos y el com¨²n denominador es que las diferencias ideol¨®gicas desaparecieron imponi¨¦ndose el pragmatismo del todo vale, en materia de los avales que deben entregar los partidos pol¨ªticos. Es la ruptura de la institucionalidad partidista donde los viejos contradictores son ahora los nuevos aliados.
La incoherencia partidista lleg¨® al extremo esta vez de tener a una cristiana encabezando la lista del Partido Liberal. Se trata de la hija menor de una familia de l¨ªderes cristianos, los otrora mejores aliados de la derecha en el partido Centro Democr¨¢tico. El partido que la avala es el mismo del cual sali¨® Vivian Morales, exfiscal y actual embajadora de Colombia en Francia, por sus creencias y la propuesta de negar la adopci¨®n para parejas del mismo sexo.
El fen¨®meno de estas iglesias cada vez m¨¢s fuertes pol¨ªticamente en varias naciones de Centroam¨¦rica bien merece un an¨¢lisis de fondo. El predicador pol¨ªtico que niega los derechos de las minor¨ªas y avala la acumulaci¨®n por la v¨ªa que toque, especialmente la que no reconoce mandamientos. Interesante fen¨®meno, por decir lo menos. Pero a¨²n m¨¢s que el partido de las libertades los cobije.
No son pocas las alianzas variopintas. Para casi todas las alcald¨ªas o gobernaciones de las grandes capitales, hay alianzas de liberales, conservadores y cristianos. Y hasta candidatos que en nombre de la reconciliaci¨®n nos ponen los titulares a los periodistas: Un exsecuestrado de las FARC, Luis Eladio P¨¦rez, recibe el apoyo del ahora partido pol¨ªtico, que por primera vez despu¨¦s del acuerdo de paz participa electoralmente con m¨¢s de 200 candidatos inscritos.
Son muchos los riesgos de una campa?a del todo vale, para empezar porque ni siquiera es claro el centro del debate, ni las prioridades de inversi¨®n, ni las apuestas para construir ciudades sostenibles, como se ha logrado por ejemplo en Barranquilla y en algunos momentos en Medell¨ªn, que no en Bogot¨¢ donde la polarizaci¨®n y mezquindad de los que terminan y llegan dejan al ciudadano a merced de ladrones y moj¨¢ndose en las calles luego de m¨ªnimo 12 horas de trabajo por la dificultad de conseguir transporte p¨²blico.
Partiendo del hecho de que la democracia se alimenta tambi¨¦n de movimientos renovadores y de candidatos por firmas, estos no parecen tampoco en este per¨ªodo ser capaces de imponerse a los tradicionales, que encontraron en las coaliciones no program¨¢ticas la forma de volverse invencibles. La f¨®rmula o la ruta es la de siempre: los barones electorales que han surgido de algunas familias o clanes se organizan con el ¨²nico prop¨®sito de ganar invirtiendo sumas estrafalarias que provienen del dinero de las mafias o de otros distintos de la financiaci¨®n estatal o bancaria que no alcanza el 20 por ciento. En las ¨²ltimas elecciones locales, seg¨²n Transparencia Colombia, se gastaron 479.000 millones de pesos.
La lista de avales entregados a candidatos inhabilitados, no precisamente por buen comportamiento e incluso luego de la comisi¨®n de delitos de sangre, es tan larga como el camino que parece que tendremos que recorrer para cambiar las costumbres de un sistema pol¨ªtico que existe para robarse los juegos de azar, el sistema de salud y los alimentos de los ni?os.
Lo que resulta inexplicable es por qu¨¦ los partidos que avalan a los impresentables no aprenden de los castigos o temen al menos a las consecuencias. Hay ciudades de Colombia donde posterior a las elecciones, son capturados o destituidos los alcaldes sin que nadie responda. El due?o del feudo electoral, que casi siempre es el due?o de la tierra que consigui¨® desplazando a otro, pasa a la historia como un esc¨¢ndalo m¨¢s y sin m¨¢s. Porque vuelve y se repite la misma situaci¨®n en cada elecci¨®n.
La participaci¨®n de las mujeres en estas elecciones sigue planteando tambi¨¦n un desaf¨ªo. De los inscritos, seg¨²n la Misi¨®n de Observaci¨®n Electoral, solo 5 de cada 30 son mujeres. El mismo porcentaje de hace 4 a?os. Y aunque es de destacar las candidaturas en Bogot¨¢ de una luchadora y conocedora de la ciudad como Claudia L¨®pez y de la exministra Elsa Noguera en el Atl¨¢ntico, a¨²n falta mucho trecho por recorrer. Un estudio de la Universidad de Los Andes muestra una brecha que se mantiene desde 2008, y lo peor es que casi el doble de los hombres respecto a las mujeres est¨¢ de acuerdo con que los hombres son mejores pol¨ªticos que las mujeres, 30 y 16 por ciento, respectivamente. Qu¨¦ desencanto.
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