La m¨¢s bella funci¨®n del mundo
Recuperar el respeto al Parlamento es condici¨®n b¨¢sica para la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Si el presidente quiere un Gobierno a la portuguesa tiene que sentarse a hablar con quienes pueden conformarlo
El ensue?o de Pedro S¨¢nchez sobre la posibilidad de edificar un Gobierno a la portuguesa, quiz¨¢s porque olvida que all¨ª no se mata al toro en la plaza, me trae viejas evocaciones del pa¨ªs vecino, al que me siento ligado ¨ªntimamente desde hace d¨¦cadas. Recuerdo en esta hora a Francisco Salgado Zenha, luchador socialista que sufri¨® c¨¢rcel y tortura bajo Salazar, y con quien tuve ocasi¨®n de conversar largamente en su apartamento de Lisboa durante el gobierno de Marcelo Caetano. Me expres¨® su convicci¨®n de que era imposible la continuidad del salazarismo una vez muerto el dictador, como imposible fue tambi¨¦n la prolongaci¨®n del franquismo sin Franco. Pero la transici¨®n a la democracia de ambos pa¨ªses result¨® del todo diferente: comenz¨® con la revoluci¨®n de los claveles en Portugal, un pa¨ªs arruinado y virtualmente vencido en la guerra de Angola, mientras que en Espa?a fue fruto de un pacto expl¨ªcito entre los herederos de la dictadura y las fuerzas democr¨¢ticas, derrotadas 40 a?os antes en la Guerra Civil. Otro dirigente luso socialista, Manuel Alegre, cuenta en su libro Otra memoria que fue tambi¨¦n Salgado quien le regal¨®, con motivo de su elecci¨®n a la Asamblea, un peque?o folleto titulado La m¨¢s bella funci¨®n del mundo. ¡°Tal como entonces¡± ¡ªse?ala el eximio poeta¡ª ¡°contin¨²o pensando que la tarea de diputado es la m¨¢s bella del mundo¡±.
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No estoy seguro de que muchos de quienes se acomodan en los esca?os de Congreso y Senado puedan asumir semejante declaraci¨®n, habida cuenta del continuado menosprecio que sus l¨ªderes pol¨ªticos vienen demostrando hacia esas instituciones. Semejante ninguneo institucional pone de relieve la falacia de las promesas sobre regeneraci¨®n democr¨¢tica. Un proyecto de ese g¨¦nero, en una monarqu¨ªa parlamentaria, pasa necesariamente por reforzar la funci¨®n del Parlamento, aut¨¦ntico coraz¨®n del sistema. As¨ª lo explicitaba el propio Alegre en su despedida como diputado: ¡°La Asamblea de la Rep¨²blica es el m¨¢s expuesto de todos los ¨®rganos de soberan¨ªa, el m¨¢s sometido a examen, el m¨¢s f¨¢cil de combatir. Si alguna cosa aprend¨ª a lo largo de estos a?os fue que cada vez que el Parlamento cede al populismo este, lejos de agradecerlo, se refuerza¡ Honrar y prestigiar al Parlamento es honrar y prestigiar la democracia¡±.
Puestos a inspirarse en la experiencia portuguesa no estar¨ªa de m¨¢s fijarse en las lecciones del viejo socialista luso. Pero es dif¨ªcil suponer que nuestros dirigentes las hayan asumido y, lo que es peor, las quieran poner en pr¨¢ctica. No puede decirse que se guarde mucho respeto al Parlamento cuando sus dos c¨¢maras, Senado y Congreso, son presididas por sendos representantes de una misma formaci¨®n, el Partido Socialista de Catalu?a, que obtuvo menos de un mill¨®n de votos y que desde sus or¨ªgenes ha expresado una tendencia recurrente a distanciarse de su matriz federal. Por si fuera poco, 28 de las 29 comisiones del Senado est¨¢n presididas por un socialista y, salvo para el acto fallido de la investidura de Pedro S¨¢nchez, el Congreso disfruta pr¨¢cticamente de vacaciones desde que se constituy¨®. El respeto a las minor¨ªas es norma b¨¢sica de toda democracia, tan importante o m¨¢s que la regla de la mayor¨ªa. En un sistema proporcional los partidos minoritarios no deben ser arrumbados por los m¨¢s fuertes, por mucho que sea mediante pr¨¢cticas legales. El Parlamento, altar del sistema de libertades, no puede ser instrumentado a gusto del Ejecutivo, al que tiene que controlar y limitar, pero desde hace tiempo existe una tendencia de los Gobiernos a ser ellos quienes controlan en gran medida al hemiciclo. Seguir¨¢ siendo as¨ª mientras contin¨²en sin cumplirse las promesas de cambiar la ley electoral, eliminar la circunscripci¨®n provincial y acabar con las listas cerradas y bloqueadas. Por el contrario, la ¨²nica reforma constitucional que propuso en su discurso el todav¨ªa aspirante a formar Gobierno, aunque nadie se lo ha encargado por el momento, fue una que conspira contra el esp¨ªritu de la Constituci¨®n y el equilibrio institucional de la monarqu¨ªa parlamentaria, ya que esta no puede dotarse de los esquemas del presidencialismo. No hablemos, claro est¨¢, de la actitud de la Generalitat, cuyo abuso de poder y su desprecio a las normas terminaron por convertirse en cr¨ªmenes de lesa patria.
?Qu¨¦ renovaci¨®n pueden ofrecer unos l¨ªderes que abominan del debate interno y la divergencia de criterios?
La tendencia al cesarismo es otra enfermedad grave de nuestra clase pol¨ªtica que conspira contra sus cacareados prop¨®sitos de regeneraci¨®n. Reluce el desprecio a las minor¨ªas en el interior de los partidos, presas como son del populismo referendatario y la sumisi¨®n al jefe. Nadie puede echar en cara a nadie ese comportamiento. Casado, Rivera, S¨¢nchez, Iglesias y Puigdemont parecen en eso cortados por un mismo modelo. Exilio y menosprecio para los discrepantes, en nombre de la unidad de acci¨®n. ?Qu¨¦ renovaci¨®n pueden ofrecer unos l¨ªderes que abominan del debate interno y la divergencia de criterios? Esta lamentable inanidad mental les lleva en ocasiones a derrapar seriamente en el discurso pol¨ªtico. En el fondo, desde luego, pero tambi¨¦n en las formas. Habr¨ªa que sugerirle a Rivera que adem¨¢s de cambiar la ejecutiva sustituya al escribano de sus intervenciones. La banda de S¨¢nchez que ¨¦l denuncia no es ni mejor ni peor que la suya propia. Puede que alguna o ambas est¨¦n borrachas como en la canci¨®n, ebrias en este caso de orgullo, egocentrismo y falta de perspectiva. Pero ni aun as¨ª merece el Parlamento que en sus tribunas se desprecie de ese modo a los representantes populares.
Es en fin tan grande el deterioro institucional que, a menos de dos meses de plazo para tener un Gobierno o repetir elecciones, el Rey decide irse a navegar, para dar tiempo a que los dem¨¢s reflexionen, y el presidente en funciones goza de un ¡°merecido descanso¡±, seg¨²n nos comunic¨® la ministra portavoz, encendida en sus elogios al jefe y capaz de ocupar la tribuna oficial para hacer publicidad gratuita de su partido. O sea que ya no es el dirigente de un grupo parlamentario sino la portavoz del Ejecutivo, limitado en sus funciones y responsabilidad, quien se permite explicar p¨²blicamente lo que el Gobierno quiere y hace para evitar la repetici¨®n de los comicios. Ni debe hacer ni puede hacer nada, porque est¨¢ absolutamente fuera de su cometido. Como tambi¨¦n lo est¨¢ del de la ministra de Educaci¨®n que en nombre del Gobierno se arrogue junto a la portavoc¨ªa del mismo la de todo el pa¨ªs, cuando dijo con gentil desverg¨¹enza que Espa?a (?nada menos que Espa?a!) quiere que haya un Gobierno en septiembre. Espa?a no quiere ni deja de querer nada y su reiterada invocaci¨®n por tirios y troyanos nos acerca de nuevo al populismo nacionalista. De lo que se trata aqu¨ª es de la voluntad de los espa?oles, representada en las Cortes por los diputados; lo que estos quieran, del ¨²ltimo al primero, sea de Bildu o sea de Vox, equivocadamente o no, es lo que el pa¨ªs desea, no lo que un jefe de comunicaci¨®n o un soci¨®logo manipulador transmitan.
Recuperar el respeto al Parlamento es condici¨®n b¨¢sica para la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Si el presidente quiere un Gobierno a la portuguesa tiene que sentarse a hablar con quienes pueden conformarlo, no con las oeneg¨¦s, por importantes que sean, sobre las que pesa adem¨¢s la necesidad de subvenciones p¨²blicas. Tampoco el jefe del Estado puede abandonar sus consultas a la espera de que los dem¨¢s hagan algo. Cada cual tiene sus obligaciones. Por ¨²ltimo, si las derechas y las derechonas juntas (toda vez que han decidido huir del centro) quieren un Gobierno constitucional han de llamar a las puertas de los otros partidos constitucionales, pues ni ellos son los ¨²nicos ni los de pedigr¨ª m¨¢s verificable. Al fin y al cabo, la izquierda comunista de Syriza gobern¨® con la extrema derecha en Grecia y los socialistas daneses (otro ejemplo querido por S¨¢nchez) han logrado formar un Gobierno monocolor porque en el pasado reciente y en el futuro inmediato han estado y est¨¢n dispuestos a aplicar una pol¨ªtica inmigratoria xen¨®foba, racista y hasta brutal, de la que anuncian no han de apearse. Lo que pone de relieve que la regeneraci¨®n democr¨¢tica, el regreso a los principios y la honestidad intelectual son asignaturas pendientes no solo para los partidos espa?oles.
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