Porciones
Ense?ar y aprender a comer en la cantidad que nuestro cuerpo realmente necesita podr¨ªa ser una buena base sobre la que educar en el respeto a uno mismo, a los dem¨¢s, al planeta
Una de las cosas que uno descubre en vacaciones, si tiene oportunidad de viajar, es lo relativo del tama?o de las porciones de comida que se sirven en restaurantes y hogares. Es conocido el impacto que causa en los que visitan Norteam¨¦rica por primera vez la vista de unas porciones que parecen destinadas a no ser terminadas por el comensal, incluso cuando no son super size. O, por razones opuestas, la frustraci¨®n que pueden sentir aquellos que acuden a una brasserie parisina por primera vez cuando llega, pr¨¢cticamente despejado, el plato que pidieron. En general, en el mundo occidental, las porciones han ido creciendo a lo largo del ¨²ltimo milenio. Testimonio gr¨¢fico de esta tendencia es el aumento del tama?o de los platos y la cantidad de alimentos que aparecen en cuadros de La ¨²ltima cena pintados por diferentes artistas desde la Edad Media. Esta tendencia se acelera en el siglo XX cuando nuestras raciones aumentan exponencialmente a pesar de que nuestros h¨¢bitos son cada vez m¨¢s sedentarios.
Parece cient¨ªficamente probado que, a mayor porci¨®n servida, m¨¢s comemos y, en consecuencia, mayor probabilidad de desarrollar sobrepeso en el largo plazo. Lo que es menos claro es si este efecto del tama?o de las porciones sobre nuestro apetito obedece a procesos cognitivos y sociales de orden superior (en los que interviene, por ejemplo, nuestra apreciaci¨®n del sabor de la comida) o a comportamientos condicionados m¨¢s b¨¢sicos.
Resulta tentador sugerir que el tama?o de las porciones de comida habituales en cada lugar y momento nos dice algo sobre la cultura y la mentalidad de un pa¨ªs o el esp¨ªritu de una ¨¦poca. ?Acaso podemos inferir que, cuanto m¨¢s grandes son estas, m¨¢s generosa es una sociedad en su conjunto? ?O debemos concluir lo contrario, que son s¨ªntoma de una sociedad codiciosa? Si bien las porciones son el resultado de un conjunto de normas sociales y culturales que se van fraguando a lo largo del tiempo, hoy en d¨ªa las Administraciones p¨²blicas tienen la capacidad de moldearlas sobre la marcha indicando, por ejemplo, el volumen que deben contener distintos alimentos empaquetados: desde las bolsas de patatas fritas individuales hasta las pizzas congeladas familiares.
Muchos nutricionistas coinciden en que el secreto de una dieta saludable reside, precisamente, en las porciones. Ense?ar y aprender a comer en la cantidad que nuestro cuerpo realmente necesita podr¨ªa ser una buena base sobre la que educar en el respeto a uno mismo y, por ende, a los dem¨¢s, as¨ª como al planeta que todos habitamos, principios democr¨¢ticos universales frecuentemente faltos de alimento.
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